El mundo del flamenco vuelve a vestir de negro luto, tras conocerse la muerte de Pepe Justicia, guitarrista que ha dedicado toda su vida al flamenco y a un instrumento en el que empezó a formarse de forma autodidacta, pero que el destino quiso que se convirtiera en su compañero de vida y profesión a lo largo de todos estos años.
Artista al que el género no le trató siempre con el mismo cariño y pasión que él sentía por el flamenco, su inquietud por la música y la guitarra podría decirse que parte casi desde que nace el 19 de marzo de 1960 en Mancha Real (Jaén). Sus inicios formativos fueron completamente autodidactas y, a pesar de ello, su legado nos deja como herencia una amplia discografía, en la que destacan especialmente tres obras: Azules (1992, Paceti Music), Poesía para seis cuerdas (2001, Fundación Provincial de Cultura de la Diputación de Cádiz) en el que interpreta la música de su admirado José Luis Balao y, por último, su autoproducción Goldberg en flamenco (2016), donde recrea en clave flamenca las primeras 15 variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach.
No obstante, su trayectoria discográfica comienza en 1987 con la publicación de Xauen y, junto con las referencias anteriores, encontramos también trabajos como Dunas en 1995, Solo agua en 2002, …Y tiempo en 2003, Trece noches en 2006, Deshojando margaritas en 2016 y, por último, junto a Susana Trujillo realiza Ahora en 2021.
Profesor titular de guitarra flamenca del Conservatorio Superior de Danza de Málaga Pepa Flores desde 2016, se podría decir que durante casi media vida tuvo una especial relación con Jerez, lugar donde fijaría su residencia desde que se alzara por primera vez en 1987 con el Premio Nacional de Guitarra Flamenca que organizaba la Peña Flamenca Los Cernícalos — también lo ganó en 1999—, hasta marcharse a la capital andaluza para impartir su magisterio como docente.
Con una dilatada trayectoria profesional, se podría decir que su etapa iniciática daba comienzo a los 19 años, cuando decidía dedicarse exclusivamente al instrumento, y su progresión le lleva a ir participando en lugares emblemáticos como, el tablao Los Canasteros o el Centro Cultural de la Villa en Madrid, para después empezar a recorrer el mundo. Cosa que hizo tanto como concertista en solitario como formando parte de diversos elencos, destacando sus colaboraciones durante todos estos años con artistas de la talla de Chocolate, Manolo Sanlúcar, Gerardo Núñez, Rancapino, Turronero, Enrique Morente, El Capullo de Jerez, Chano Lobato, Felipe Campuzano o Joaquín Grilo, entre otros muchos.
Su especial inquietud por la música le llevo a explorar también otros territorios sonoros. Su interés por el Jazz, el folk, el pop o, de forma especial, la música clásica, han sido una constante. Su colaboración habitual con la Filarmónica de Baden-Baden, interpretando entre otras obras el Concierto de Aranjuez, además de su revisión de las variaciones Goldberg de Johann Sebastián Bach, realizada como "un ejercicio de devoción musical, desde el respeto, admiración y cariño que esta música me merece", son claros ejemplos.
En este último caso, el propio artista — que hoy nos ha dejado a los 64 años— definía en la contraportada del disco Goldberg en flamenco que el proyecto ha sido "un trabajo intenso, pero muy gratificante y enriquecedor". Como lo ha sido para muchos aficionados al flamenco su trayectoria y su obra.
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