En Granada existe un espacio de cultura electrónica que nada tiene que envidiarle a Barcelona, Valencia o Berlín. Industrial Copera nace en 1992 de la mano de Rosa y Jesús tras su experiencia en los años 80 con Clandestino, un club vanguardista en Hospitalet de Llobregat donde la música y el arte confluían desde la improvisación. 29 años después, este negocio familiar ha pasado a manos de su hijo Junior, que además es residente de esta sala referente de la música electrónica a nivel nacional e internacional.
Sus inicios fueron en una nave de un polígono industrial en Armilla (Granada), pero con el boom inmobiliario afloraron construcciones de viviendas y el descampado donde se encontraba terminó urbanizándose, comenzando entonces las trabas del ayuntamiento con la sala. Como consecuencia, la noche del 15 de junio de 2013 fue la última en que vibró La Copera, pero un año más tarde, en 2014, anunciaban una nueva localización en la localidad granadina de La Zubia.
Por la Copera han pasado algunos de los djs más famosos de la escena electrónica cuando todavía no eran conocidos en España: Richie Hawtin, Laurent Garnier, Carl Cox… Y Óscar Mulero fue uno de los artistas por los que esta sala apostó “a lo grande”. Además de acoger infinidad de conciertos y eventos en torno a la cultura musical en sus casi 30 años de existencia. Industrial Copera es lugar de peregrinaje para todas aquellas personas amantes de la música techno, electro, house, acid, breakbeat y dub, entre otras.
Una sala con aforo de 1000 personas en pandemia
El equipo de la Copera ha demostrado en todos estos años su capacidad de reinventarse y en pandemia no ha sido una excepción. Su encargada, Yeyes Lucas, avisa de la complicación de esta nueva etapa que afrontan con esfuerzo e ilusión. "El Jardín lo teníamos pensado desde hace tiempo, era el espacio que utilizábamos como backstage de los artistas, y nos dieron la licencia durante el confinamiento, así que nos pusimos con la obra y pudimos inaugurarlo el 20 de mayo con el concierto de Unidad y Armonía", cuenta. Este espacio, que actúa como una suerte de oasis en mitad de un polígono industrial es obra del arquitecto, Tomás García Píriz, que contó con la colaboración de ER Arquitectos y los jóvenes arquitectos, Nicolás Martínez Rueda y Rocío López Berenguer. Y la identidad visual ha sido realizada por el diseñador lojeño, Fernando Cienfuegos, de Estudio 2041.
Además de adaptar este nuevo espacio al aire libre, también pudieron abrir la sala, días después, con una sesión inaugural de Ángel Molina. Ahora solo acceden 120 personas, cuando su aforo normal es de 1000. "Podríamos meter más, pero nos miedo no respetar las distancias de seguridad, en vez de meter al 50% permitido, metemos el 10%”, comenta Yeyes, que aclara que "no queríamos bajar el nivel de experiencia en la sala, así que decidimos bajar el escenario a la pista, que supuso también una inversión, para montar un segundo escenario con una pantalla de LED que diese sensación de festival. El dj o la dj están al nivel del público y este lo siente mucho más cerca. El resultado está siendo muy bueno”.
Con la pandemia los horarios también cambiaron. Ahora abren de siete de la tarde a dos de la madrugada, con la consecuente adaptación del tipo de espectáculos que ofrecen. "En la sala las personas están de pie entre mesas y taburetes, y hacemos corrales para separar a los grupos y que tengan espacio para moverse, aunque en Andalucía está prohibido el baile”, espeta su encargada. "En El Jardín un poco lo mismo, pero dependiendo del evento cambiamos la configuración. También hemos puesto comida. Es más informal y la gente se siente segura, las sesiones en El Jardín las hacemos más light por la limitación de sonido, no es como el techno que tenemos en la sala", añade. "Está siendo muy complicado, sobre todo el tema de ubicar a las personas: hacer planos, poner sillas y mesas, respetar las distancias de seguridad… Cuesta mucho trabajo y todos los días, para cada evento, hay que hacer el mismo protocolo. Mesas de 4 y 6, metro y medio entre personas", comenta.
Las cuentas salen muy justas y con suma dificultad, aunque Yeyes admite que para el servicio que tienen que prestar ahora, les sale mejor cerrar en agosto. "Tienes que atender en las mesas, han habilitado las barras, pero si quieres que la gente guarde la distancia de seguridad no puedes dejarle en libre movimiento. De hecho, estoy metiendo casi al mismo personal que cuando tenía la sala llena", explica. La Copera fue de los primeros clubs de grandes dimensiones, si no el primero, que volvió a programar techno después del confinamiento."Cuando anunciamos que abríamos la sala, tuvimos la suerte de que algunos artistas nos apoyaron bajándose el cache como agradecimiento”, admite su encargada, que destaca las sesiones de Tensal y las próximas de Horacio Cruz y Oscar Mulero: "En una situación normal no puedes traer a estos djs para 100 personas, ha sido apoyo mutuo entre ellos como artistas y nosotros como sala".
De la reapertura guardan un grato recuerdo. “Fue muy emocionante. Hemos sentido el cariño y el agradecimiento de la gente, sobre todo por seguir apoyando la música electrónica que tan mal vista está a veces", sostiene Yeyes, que reconoce que al principio "nos costó mucho trabajo asimilar que la pista no podía estar, porque lo que más nos gusta es rozarnos en el baile". Mientras tanto, persisten en la lucha por que la Copera sea reconocida como espacio cultural y no como ocio nocturno. "La gente tiene que entender que no es lo mismo que una persona te esté poniendo algo de música mientras te tomas una copa, que ver a un artista o una artista en una sala, proyectando una música que ha creado, es una actuación aunque sea dj", matiza.
Momentos para reflexionar y salir despegando
El parón les hizo apreciar las necesidades existentes en el sector cultural. "En un ritmo diario de trabajo no te paras a pensar, pero cuando paramos y abrimos los ojos, llegamos a la conclusión de que si nosotros lo estábamos pasando así de mal porque no podíamos generar, ¿cómo podrían estar sintiéndose artistas de 20 años en el comienzo de su carrera?", reflexiona Yeyes. Así nació el proyecto Despegando, una residencia artística donde dar cobertura a artistas emergentes, apoyarles en el inicio de su carrera e impartirles formación. El documental Revelando a Mario les inspiró y en cuanto hablaron con Manolo Silicona, doctor en Bellas Artes por la Universidad de Granada, se pusieron en marcha y lanzaron la convocatoria. "Hemos conocido a tantos artistas jóvenes este año que teníamos que darles una oportunidad", dice Yeyes, que nos cuenta los requisitos: “Estar en el inicio de tu carrera, trabajar cualquier disciplina artística que guarde relación con la música electrónica –danza, pintura, performance, circo– y producir en Andalucía con independencia de origen o lugar de procedencia".
"En esta edición hemos tenido a bailarinas de danza contemporánea, un chico que hace modulares, un grupo de música de pop electrónica, un artista sonoro, una chica que hace circo", destaca su promotora. Y se les ha ofrecido, desde finales de mayo hasta julio, formación todos los fines de semana con ponencias de artistas y profesionales de la música: visuales, djs como Tensal o Ángel Molina, promotores musicales y un abogado que les ha informado sobre sus derechos de autor. La sala también ha estado disponible para sus ensayos y el grupo musical ha conseguido dos bolos telonando a Fuel Fandango, por lo que Despegando también sirve como plataforma. En septiembre harán un festival en la Copera para presentar todos los proyectos, al que asistirán profesionales del sector cultural.
El futuro de este proyecto dependerá de las ayudas, ya que este año ha corrido a cuenta de sus organizadores. “Es una ilusión muy grande, pero nos ha supuesto mucho esfuerzo y dinero, además de contar con muy pocos medios. Tengo que agradecer a la gente que ha colaborado, como Fernando Cienfuegos que nos ha hecho el diseño y las tiras visuales o Jaime Beltrán, que le ha puesto música a alguna piezas, entre otras personas", destaca Yeyes, que lanza un mensaje reivindicativo respecto a la producción andaluza: "En Andalucía siempre se ha hecho mucha electrónica y no está tan reconocida como en Barcelona, Madrid o Asturias. Un dj andaluz no va a tener tanta credibilidad como otro de estos lugares".
Para concluir, Yeyes invita a hacer un análisis sobre qué es cultura y qué ocio nocturno, y señala que Industrial Copera va más allá y se postula como un espacio escénico donde se desarrollan diversidad de proyectos y se genera cultura. "Se están grabando videoclips y hemos acogido el Festival NahiaFilms sobre identidad de género, sexualidad y erotismo, la gente tiene que entender que la Copera es algo más que una sala donde pinchan djs", aclara. Para la próxima temporada espera que la mayoría de las personas estén vacunadas y que vuelva la pista con todas las garantías. "La pista es primordial para Copera, necesitamos juntarnos", reconoce. Mientras tanto, advierte de que seguirán trabajando para prestar el mejor servicio con todas las medidas de seguridad.