A la luz del fuego que desprenden los malabares, colgando de una tela o bailando sobre unos zancos. El mundo del circo les corre por las venas a la gaditana Marina Mariscal y al vallisoletano Álvaro Vázquez, que, desde muy jóvenes, se unieron para compartir su pasión. Él, de 28 años, y ella, de 27, se conocieron en Barcelona en 2018 y crearon una compañía llamada Dando Cuerda. “No fue hasta verano de 2019 cuando ya decidimos que era hora de dedicarnos de forma más profesional e iniciamos giras”, dice la artista nacida en Prado del Rey. Desde entonces no han parado de ofrecer, en un principio, espectáculos enfocados a la danza y al fuego, y posteriormente, una fusión de distintas disciplinas. “Ya después empezamos a ver el valor tan grande que tenía el circo y empezamos a abrirnos”, añade Marina, que le encanta experimentar.
Álvaro dejó de ejercer como enfermero – aunque ha estado al pie del cañón a raíz de la crisis sanitaria- y Marina aparcó los artículos que escribía como periodista para centrarse de pleno en el arte. Ambos tenían muy clara su prioridad, así que salieron de la ciudad catalana para recorrer festivales hasta aterrizar en el sur. La compañía se transformó en Arsalabrasa, “con una mirada más andaluza”, y comenzó a soñar. Los jóvenes artistas dieron forma a Circolivo, un proyecto original que surge en medio de una pandemia, pero cargado de ilusión.
“El sector cultural está atravesando momentos muy difíciles, a nosotros también nos ha afectado bastante porque teníamos una gira programada para el verano pasado y la tuvimos que suspender. Tuvimos que buscarnos la vida fuera del arte, no tuvimos otro remedio”, lamenta la gaditana especializada en danza y técnicas aéreas que hizo un voluntariado en Noruega para fomentar el circo entre jóvenes en riesgo de exclusión social.
La crisis les zarandeó. Pero también les dio un empujón para “empoderarnos a nivel artístico y a apostar por estas nuevas formas de forjarse un futuro laboral como es poner este proyecto en marcha”. Marina se refiere a Circolivo cuyo nombre aúna “la parte artística que amamos fuertemente y por la que queremos apostar” y el olivo, árbol que les recuerda a la comunidad rural andaluza. Al otro lado del teléfono, la artista se dispone a detallar los entresijos de una idea con la que están entusiasmados.
Tras formarse en Granada, en octubre de 2020 regresaron a sus raíces, al pueblo, en este caso al de Marina, donde se les ocurrió rehabilitar una antigua casa del siglo XIX ubicada en el centro para convertirla en un centro cultural y artístico. La Casa de Catalina, llamada así en homenaje a su última inquilina, sería un espacio ideal para dar clases de circo, acrobacias, teatro, danza, técnicas aéreas y otras actividades. Apostar por la cultura local y “apoyar a los y las artistas emergentes de la zona”.
“Realmente hay muy poca diversidad cultural, artística y formativa en esta zona”
Para arrancar los talleres, antes deben acondicionar el inmueble. “Tuvimos el problema de que no podíamos utilizar gran parte de la infraestructura de la casa porque todavía está en mal estado y no se pueden colgar las telas aéreas”, explica la gaditana. Por esta razón, los creadores de Arsalabrasa se decantaron por organizar una campaña de crowfunding y pedir ayuda. A medida que iban avanzando en la escuela de circo fueron descubriendo la gran demanda de espectáculos culturales por parte de padres y madres. “Realmente hay muy poca oferta, muy poca diversidad cultural, artística y formativa en esta zona”, comenta Marina. Así, Circolivo va más allá de la Casa y se configura como un proyecto pionero para acercar el circo contemporáneo a los entornos rurales de Andalucía. Según la artista, “en la costa de Cádiz hay espacios de circo y se hacen muchas cosas, pero aquí en la Sierra no hemos encontrado nada parecido”.
Álvaro y Marina ponen el foco en las comunidades rurales como escenario para talleres, eventos, festivales con el fin de “promocionar el circo como una alternativa de ocio saludable para la población”. Pretenden avivar la cultura y dar a conocer nuevas diciplinas para “agrandar el tejido artístico de la zona”. Las palabras de Marina rebosan ganas de cambiar la situación a la que el arte se ve abocado en municipios pequeños. “Por parte de la compañía y por parte de todas las personas que estén recibiendo esa formación, se van a promover espectáculos, galas de circo, pasacalles incluso intercambio artístico”. Crear una red con asociaciones y otros artistas impulsaría las artes escénicas. “Apoyarnos mutuamente” es la clave.
Para Arsalabrasa, esta iniciativa supone un “emprendimiento juvenil” en los pueblos, que desde hace años sufren la despoblación y el abandono de los jóvenes que parten en busca de un futuro laboral. “Juventud y zonas rurales son palabras que desgraciadamente son incompatibles, hemos visto como muchos de nuestros amigos se han ido a las ciudades. Los pueblos se están quedando bastante envejecidos y solitarios. Y eso también hace que la faceta artística esté bastante apartada”, explica.
“El circo es un elemento de transformación social"
El desarrollo de un tejido artístico en Prado del Rey y en los alrededores no es su único objetivo. Para ellos, el circo no solo consiste en aprender técnicas, sino que aporta beneficios a todos los públicos. “Es un elemento de transformación social y, a través de su práctica, se pueden transmitir muchos valores como el trabajo en equipo, la constancia, el aprendizaje continuo, la gestión de la frustración o la autosuperación”, dice Marina con convicción. Además, este mundo “ayuda a los adolescentes a empoderarse”.
Con sus almas puestas en Circolivo, esta pareja artística lucha por ampliar la oferta cultural. Sin embargo, todo irá al ritmo que marque la pandemia. De momento, la iniciativa está en construcción y, a pesar de las circunstancias, perciben el apoyo. Según expresa la impulsora, cuentan con el respaldo del Ayuntamiento de Prado del Rey. “No podemos hacer muchas cosas de cara al público, ni queremos, porque sabemos que no es el momento”, dice con una voz apagada que enseguida cambia de entonación.
Si todo va viento en popa, el próximo 27 de marzo ofrecerán una gala de circo en el municipio con espectáculos de diferentes técnicas circenses para un aforo limitado. “Vamos a hacer todo lo posible, con las medidas sanitarias vigentes, para poder seguir apostando por una cultura segura”, dice. Aunque no es nada fácil en un tiempo de incertidumbre constante, Álvaro y Marina no se rinden. “Queremos ahora centrar nuestras energías”. Ponen todo su empeño para que en un futuro próximo el circo, el arte y la cultura sean una realidad. Pasen y vean. Pronto, la sierra se llenará de sonrisas.