De Jerez al mundo por bulerías en un tabanco mítico: flamenco ‘online’ “tan lejos pero tan cerca a la vez”

La bailaora algecireña Carmen Moncada dirige clases presenciales y a distancia desde El Pasaje en un proyecto de formación artística que empieza atravesando las pantallas en pandemia

La bailaora Carmen Moncada enseña baile flamenco por internet desde el tabanco El Pasaje de Jerez.
La bailaora Carmen Moncada enseña baile flamenco por internet desde el tabanco El Pasaje de Jerez.

Un taconeo alegre resuena en el tabanco más antiguo del mundo. Los pies de la bailaora Carmen Moncada (1983) acarician el tablao de El Pasaje con poderío. Sus manos dibujan formas en el aire mientras el arte invade el pequeño local, templo jerezano del vino y el flamenco desde 1925. La algecireña tiene duende, domina la técnica, el compás y, sobre todo, la emoción. 30 años entre palmas y guitarras le han dado para aprender todos los estilos. Con 14 años era profesora de refuerzo, con 15 consiguió un contrato como monitora del Ayuntamiento de su ciudad natal, y a los 17 montó su primera academia de baile. “Me gustaba mucho la enseñanza y empecé a dar clases, aunque seguía actuando y haciendo espectáculos”, explica la bailaora entre paredes cargadas de historias.

Es en este lugar pintado con un llamativo color verde donde ahora se dedica a dar clases presenciales y online al mismo tiempo. Con un portátil y mucho cariño Carmen muestra los pasos de la bulería en este emblemático tabanco que un día Antonio Ramírez rescató del olvido. Escenario nada habitual para este tipo de formación. “Me atrevo a decir que es la primera vez”, dice Carmen que a lo largo de su trayectoria ha bailado en sitio atípicos en los que rara vez se escucha un quejío. “En lo alto de un escenario colocado en medio de una piscina muy grande en un hotel de Tarifa. Estaba muy bonito, pero como se te escapara un poquito el pie te caías al agua”, recuerda.  

Carmen durante una clases 'online' en el tabanco jerezano.
Carmen durante una clases 'online' en el tabanco jerezano.  MANU GARCÍA

Las clases de baile formaron parte de la programación del Festival de Jerez. Carmen le propuso la iniciativa al gerente del tabanco y “tiramos para delante”. “¿Por qué no?”, pensó Antonio. Llevaba 7 años dando cursos de palmas, pero como este año no había demanda, el flamenco se resucitó en el ordenador. La acogida fue tan buena que decidieron mantener el proyecto de cara al periodo estival. “Vamos a enfocarlo aquí en el tabanco que es precioso y el disfrute es mucho mayor todavía”, comenta la bailaora.

“Necesitaba bailar, el cuerpo me lo pide”

Sin embargo, la idea no surgió en el Festival sino en la quinta planta donde vive Carmen. Con la llegada de la pandemia su actividad de paralizó por completo -ni academia, ni espectáculos- de forma que se reinventó. “Necesitaba bailar, el cuerpo me lo pide”, confiesa. Así, se lanzó a dar clases de baile por internet no solo a españoles sino también a la comunidad internacional. “Realmente la tecnología siempre ha estado ahí, pero estaba tan ocupada dando clases presenciales o haciendo espectáculos que yo no había pensado en ponerme también online”, expresa Carmen. Ha sido la crisis la que le empujó a “empezar algo que quizás en otro momento no lo hubiéramos hecho”.

La bailaora durante la entrevista con lavozdelsur.es.
La artista cuenta los detalles del proyecto en el tabanco.  MANU GARCÍA

La bailaora improvisó un escenario y enseñó los trucos del baile “desde mi quinto piso hasta Australia y Japón. Te buscas las mañas yo me ponía dos alfombras bocabajo, una de vinilo en lo alto y a bailar”. Para ella, era un mundo inexplorado lleno de posibilidades que se abría paso en su camino. La formación a través de internet cobró fuerza en un tiempo en el que las pantallas tomaron las riendas del juego. Una revolución para que el flamenco llegara a todas partes del mundo desde Jerez.

“Me he dado cuenta de que se puede hacer muy bien, se puede aprender mucho, yo pensaba que no, pero sí, todo lo puedo corregir, hasta los gestos” sostiene. Carmen fue resolviendo las dificultades que acarreaba este formato y encontró la forma de que se le entendiera mejor.

Al principio, pintaba los brazos con lápiz de ojos para indicar a sus alumnos la izquierda y la derecha. “Es importantísimo, para hacer el paso hay que saber con qué pie y con qué mano, y cuando te están viendo en la cámara, te ven al revés”, explica. Con el tiempo una amiga le propuso que utilizara colores para facilitar la sesión y se puso una pulsera roja en la muñeca y en el tobillo. “Parece una tontería, pero el color llega mejor”, comenta Carmen que salteó los contratiempos técnicos para que su baile viajara a otros rincones del planeta. Al finalizar mandaba vídeos que ella misma grababa en modo selfie, “estaba todo al revés, son cosas que he ido mejorando”.

Carmen Moncada bailando por bulería.
Carmen Moncada bailando por bulería. MANU GARCÍA
 

Las nuevas tecnologías “lo son todo” para nadar en mareas revueltas. Lejos quedan las cintas VHS en las que la algecireña grababa programas de flamenco para ver a alguien bailar. Ahora, todo se hace online y en directo, nada se interpone entre ella y sus alumnas. “Quien quiere puede. La tecnología está, si tienes interés vas a aprenderlo antes que el que vive aquí al lado”, comenta.

Aquella niña de seis años –“empecé muy chiquitita”- que se quedaba escuchando a la hermana de su amiga en su escuela de flamenco, ha crecido. En su mente queda el recuerdo de las carreras que se pegaba cuesta abajo con sus tacones. Lo que comenzó siendo “un juego de niña”, se convirtió en su profesión.

“Hay que comprender para poder sentir, primero entiendes y luego bailas”

Ahora, Carmen apuesta por la formación online de alcance internacional. Los dispositivos permiten “estar tan lejos pero tan cerca a la vez, y poder tener oportunidad de aprender algo”. Muchas personas de todos los continentes muestran interés por conocer los entresijos de esta forma de expresión. Actualmente ofrece clases privadas online más las presenciales de carácter grupal y su baile ya ha conquistado Suiza, California, Canadá, Inglaterra o Australia, “de todos lados”. La mayoría de sus actuales alumnas son las que se apuntaron a las sesiones en el tabanco durante el Festival, que reunió a unas 30 personas. “Son made in Tabanco El Pasaje”, bromea la bailaora, satisfecha con la respuesta.

La bailaora frente al escenario donde imparte las clases.
La bailaora en el escenario donde imparte las clases. MANU GARCÍA
 
Rhonda durante su clase en su casa de Australia.
Rhonda durante su clase en su casa de Australia.  MANU GARCÍA

Una de ellas es Rhonda Bordon, una australiana con mucho arte que expresa a los cuatro vientos el amor que siente hacia el flamenco, Jerez y El Pasaje. Al otro lado de la pantalla observa los movimientos de su profesora y trata de asimilarlos desde su casa, con una pared pintada de “verde Pasaje” y carteles como los que adornan el tabanco. Un pequeño homenaje al otro lado del mundo.  “Es muy especial, es mi sitio favorito”, dice durante la videollamada. “Todas las veces que he visto a Carmen bailando en Jerez yo pensaba: -Oh, me encanta ella”, cuenta Rhonda vestida con una camisa de lunares que Carmen utilizaba en sus espectáculos.

La australiana, que descubrió el flamenco en Barcelona, lleva siete años bailando– antes se atrevía con la danza del vientre- y está encantada. Su cara lo dice todo. “Ella, como todas, tiene una pasión enorme”.

Carmen rebosa de ilusión y pone su alma en este proyecto que continúa tras su éxito en el Festival de Jerez. “Me está aportando muchas cosas buenas, disfrutar de las personas que están al otro lado del mundo y ver que realmente aprenden”, dice. El flamenco se expande y se hace hueco en los corazones internacionales que esperan con ansia un reencuentro.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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