Hace apenas unas semanas, vio la luz Muriéndome a compás. Poesía reunida, un libro editado por Hojas de Hierba que recoge parte de la poesía de Juan Grande, el icónico pintor jerezano del barrio de Santiago que también fue poeta. La antología, preparada con mucho amor por sus hijos Juan, Jesús y Luis, incluye, además, las ilustraciones de uno de ellos, Luis Márquez, que ha seguido los pasos de su padre.
Juan Márquez, conocido como Juan Grande, nació en el año 1949, en una casa “muy flamenca” del barrio de Santiago. En ella vivió el Tío Paulera y, entre sus muros, se formaron muchas juergas que calaron hondo en el pintor, dándole una visión muy especial del cante de Jerez y de su espíritu más popular. Por eso, desde pequeño, Márquez tuvo vocación artística. “Él siempre fue un bohemio”, reconoce su hijo Jesús Márquez a lavozdelsur.es. “Aunque se lo conoció por sus cuadros, él también escribía y hacía música”, asegura.
Diego Carrasco: "No había otro más gitano, ni más noble, ni más auténtico. Era un artista de los pies a la cabeza"
En su barrio, no había quien no le conociera y reconociera. El cantaor Diego Carrasco, cuando habla de él, se emociona: “No había otro más gitano, ni más noble, ni más auténtico. Era un artista de los pies a la cabeza”, y recuerda, además, que “era un gran bailarín”. Juan Grande pasaba los días en su estudio, pintando, y, a veces, al trazar una línea o al escoger un color, era imbuido de una extraña inspiración y componía un poema o una canción.
“Luego, venía algún amigo suyo, como Luis de la Pica o El Torta –que eran íntimos de él– y les decía: ‘Mirad qué letra se me ha venido hoy a la cabeza’. Él era tan noble y tan generoso que nunca daba importancia a sus poemas. Por eso, muchas letras de Jerez, tomadas por ‘populares’, son, en realidad, de su autoría. Él se las regalaba a sus amigos o las esparcía entre los vecinos, porque, lo que le hacía feliz, era verlas vivas”, relata su hijo Jesús.
"Lo único que de verdad le importaba era compartir. Él nunca miraba el dinero o la fama, era una artista por vocación"
Así, Juan Grande, “pintor de alma gitana”, fue también poeta, aunque, en vida, nunca publicara. Quienes conocen bien su obra afirman que sus poemas, además de vivos, “siempre estaban llenos de color”. Adelantado a su época, a este pintor poeta “lo único que de verdad le importaba era compartir”, defiende su hijo. “Él nunca miraba el dinero o la fama, era una artista por vocación, porque no podía ser otra cosa”, subraya Jesús.
Afortunadamente, Juan consiguió vivir de sus cuadros. “Aunque su arte literario, por así decirlo, no le fuera reconocido económicamente en vida, sí que lo fue su obra pictórica. Esto hizo que él pudiera vivir acorde con su espíritu bohemio. Él siempre tenía tanto que expresar y que decir que, si no hubiera sido pintor de profesión, se hubiera ahogado”, explica, completamente convencido, su hijo.
Como sus cuadros, sus poemas reflejan las costumbres del Jerez más puro y más flamenco y también el sentir de su alma. “Con Muriéndome a compás buscamos también que la gente conozca la filosofía tan peculiar de mi padre, su forma de pensar y de sentir, siempre llena de amor, solidaridad, generosidad y autenticidad. Su forma de ser: siempre tan lleno de vida, aunque le sorprendiera tan pronto la muerte”, subraya su hijo.
"Aún cuando estaba tan enfermo, sacaba fuerzas para animarnos a nosotros. En sus últimos días, nos decía: ‘Mi cuerpo va a ser polvo, pero mi espíritu siempre va a estar aquí, con ustedes”
Juan Grande, tan lleno de vida, falleció muy joven, con poco más de 50 años. Durante sus últimos días, no dejó de escribir. Algunos de los poemas que ahora se recogen en este libro muestran la visión de un verdadero apasionado de la vida que nunca creyó en la muerte: “Él era tan generoso que, aún cuando estaba tan enfermo, sacaba fuerzas para animarnos a nosotros. En aquellos últimos días, recuerdo que nos decía: Mi cuerpo va a ser polvo, pero mi espíritu siempre va a estar aquí, con ustedes”, relata, muy emocionado, su hijo Jesús.
Muriéndome a compás es un libro con duende, donde descubrir poemas que, seguro, muchos han escuchado en canciones populares interpretadas por grandes artistas, como Miguel Poveda. Juan Grande, uno de los pintores más insignes de Jerez, recibe así, con este libro, su propia justicia poética.
“Derroche de arte y piedra fundamental del barrio de Santiago”, tal y como lo define Diego Carrasco, este poeta –a veces incomprendido– escribió para cantar por bulerías, pero también fue autor de profundas oraciones. “Su poesía tiene duende y, al mismo tiempo, es muy moderna. Merece la pena acercarse a ella, porque sorprende”, concluyen sus hijos.
La nobleza, la sinceridad, la profundidad y la gitanería de Juan Grande permanecerán ahora vivas para siempre en Muriendome al compás, un libro que, familiares y editores esperan reeditar, incluyendo nuevos poemas que han dejado fuera en este primer lanzamiento, con el fin de “mantener su obra viva, como él siempre quiso”.
Comentarios