“La Cartuja de Jerez subsiste todavía desafiando los rigores del tiempo y presentándose a nuestros ojos como recuerdo vivo de épocas memorables; pero difícil es calcular su duración en este siglo de universal movimiento (…) y no pueden menos de abrigarse serios temores sobre la existencia de ese monumento que quisiéramos se procurase a toda costa conservar”. La frase sigue vigente, aunque fuera escrita hace 150 años por José Bisso en su Crónica General de España.
Apenas una década después de que el monasterio fuese declarado, en 1856, como Monumento Histórico Artístico Nacional, el primero de la provincia de Cádiz, los historiadores y expertos ya alertaban de la degradación de un patrimonio público que estuvo ocupado en aquel siglo por las tropas francesas, usándolo como presidió de soldados carlistas, y expoliado tras la desamortización de Mendizábal (1935). Pero aunque la Cartuja de Jerez es muy relevante como monumento histórico-artístico y "quisiéramos se procurase a toda costa conservar", es imprescindible su preservación en toda su complejidad, algo que ha ido entendiéndose de unas décadas a esta parte.
En este contexto, son ya muchos los especialistas que reivindican la necesidad de conservar también el “paisaje cultural” que rodea al monasterio, ya sea aquella cruz de la Defensión que muestra el grabado decimonónico de Doré; los paisajes de la vega del Guadalete; el molino de aceite que incluye el complejo, “en serio deterioro”; el manantial de Los Albarizones, La Corta, el puente de Cartuja, las minas de agua, la ermita de Sidueña, la finca Salto al Cielo… y muchos otros bienes no estrictamente materiales. Una de estas voces es la del arquitecto jerezano Manuel Castellano Román, doctor y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla y cuya tesis ha versado, precisamente, acerca de la importancia de abordar el bien de forma integral, en toda la complejidad que le rodea, no solo arquitectónicamente o a nivel bienes muebles que alberga.
Para este fin, según ha analizado, urge a aprobar cuanto antes un Plan Director, coordinado por el Estado (titular del bien), Junta de Andalucía (con competencias en patrimonio histórico) y Diócesis (que ocupa el inmueble) —"y el que también se implique a la sociedad civil"—, que defina las líneas maestras que deben tutelar en las próximas décadas la investigación, protección jurídica, conservación y difusión del Monasterio de la Cartuja de Nuestra Señora de La Defensión.
Fundado como monasterio hace ahora más de 540 años, con un recinto de tres hectáreas, y uno de los edificios tardogóticos —sus obras comenzaron a finales del siglo XV— más importantes de la Baja Andalucía, la Cartuja es objeto de unas jornadas, este miércoles 17 y jueves 18 en la Sala Compañía, que se apellidan un tesoro olvidado. Organizadas por la plataforma laicista de Jerez con el objetivo de acercar a la ciudadanía la importancia de este monumento público y reivindicar su adecuada conservación y su acceso público regulado y generalizado, Castellano Román protagoniza una de las ponencias, partiendo de la base de que la Cartuja es un "tesoro", pero "no olvidado". "Creo que está muy presente, hay mucho interés por la Cartuja, pero siempre hay como un halo de misterio que la rodea al ser poco accesible; todos los jerezanos sabemos que está ahí, que es muy valiosa, pero no conocemos en profundidad sus valores", explica en conversación con lavozdelsur.es.
"Creo que está muy presente, hay mucho interés por la Cartuja, pero siempre hay como un halo de misterio que la rodea al ser poco accesible"
En todo caso, hace hincapié, "es importante que La Cartuja se conciba no solo como monumento aislado, sino como parte de un paisaje cultural a conservar. Me resulta muy difícil concretar como está actualmente, porque hay zonas en buen estado ya que han sido rehabilitadas hace muy poco, la hospedería y el claustro norte (1,6 millones de inversión estatal); pero, sin embargo, hay zonas en muy mal estado, como el molino de aceite, arruinado, y otras zonas que están a punto de arruinarse, como las celdas del claustro de legos".
La investigación desarrollada por el arquitecto jerezano ofrece una interpretación integral de la realidad patrimonial de la Cartuja de Jerez "como pieza destacada de su paisaje cultural, considerando tanto el análisis de la estructura arquitectónica como el patrimonio documental, mueble y etnológico vinculado a la misma". Desde esa visión de conjunto, argumenta, "la investigación desarrollada ha definido y aclarado la complejidad de la Cartuja de Jerez como hecho patrimonial, presentado una propuesta de identificación del bien de interés cultural y su entorno, definiendo cada una de sus partes y revelando las claves del encaje de éstas en la estructura general del monasterio".
Como resultado, y así lo expondrá en las jornadas, se ha obtenido una relación nominal de cada elemento que forma parte de la misma y una clasificación de éstos, hasta ahora inédita, que describe las líneas generales de su evolución histórica y constructiva. Estas aportaciones sobre el conocimiento de la Cartuja de Jerez han sido posibles gracias a la innovación metodológica que supone el uso patrimonial del Modelado de Información de la Edificación (BIM). Esta técnica, como define Wikipedia, "es el proceso de generación y gestión de datos de un edificio durante su ciclo de vida, utilizando software dinámico de modelado de edificios en 3D y en tiempo real; y abarca la geometría del edificio, las relaciones espaciales, la información geográfica, así como las cantidades y las propiedades de sus componentes". "Una de las cosas que propongo —sostiene Castellano Román— es delimitar qué es monumento y qué entorno del monumento, porque la Cartuja adole de ese diagnóstico". "Mi propuesta va encaminada a formalizar ese Plan Director, un planeamiento estratégico que ordene las actuaciones que tienen que hacerse; llegar a una planificación estratégica de cómo hay que proteger, conservar, poner en valor e incrementar el conocimiento sobre la Cartuja", añade.
Entrando de lleno en el asunto de las visitas al monasterio y su potencial como atractivo turístico de primera magnitud, las bases que presenta la tesis del arquitecto jerezano para el Plan Director de la Cartuja han tomado como referencia el contenido de información que el Plan Nacional de Abadías, Monasterios y Conventos prescribe para este tipo de documentos. "Hay que conciliar la vida de la orden que ocupa el monasterio —las hermanas de Belén— con el derecho de la ciudadanía a disfrutar de su patrimonio. Si hay voluntad se puede conseguir, aunque sea complejo", aclara. Y agrega: "El modelo de acceso no debe ser una ocurrencia mía, ni de nadie, sino fruto de una planificación de la difusión del monasterio; tendríamos que imaginarnos cómo querríamos que fuesen las visitas a la Cartuja. ¿Queremos que sea un patrimonio del tipo Recreo de las Cadenas, con 15 o 20 autobuses aparcados en su puerta? A lo mejor no es ese el modelo que queremos, sino algo más ordenado y limitado pero que sea accesible". Aun así, advierte de la necesidad de que actuaciones como la recuperación de la ribera del Guadalete como paseo fluvial sirvan para potenciar una visita integral a este "paisaje cultural" que es necesario contemplar como un todo. "Lo que planteo en materia de difusión es que la visita a La Cartuja también pueda tener varias escalas; una visita al monumento puede integrarse también con reconocimiento de su entorno territorial y que esta aproximación lleve también a la ciudadanía a requerir visitar otros espacios del monasterio de forma directa".
"¿Queremos que sea un patrimonio del tipo Recreo de las Cadenas, con 15 o 20 autobuses aparcados en su puerta? A lo mejor no es ese el modelo"
Otra de las cuestiones que plantea la propuesta de Plan Director es ordenar los bienes muebles del monasterio, a la vista de los expolios que sufrió en el pasado. En 1810, con la invasión francesa, se inició la destrucción del conjunto formado durante los tres siglos anteriores. La proximidad del ejército francés obligó a los monjes a abandonar el monasterio para refugiarse en Cádiz, pero a su regreso lo encontraron desolado y saqueado, con desperfectos importantes, incluso en las edificaciones destinadas a alojamiento de tropas. Posteriormente, y con la desamortización de Mendizábal, se produjo el expolio total del conjunto.
En la actualidad, son las monjas de Belén, de la Asunción de la Virgen y de San Bruno, las que continúan la tarea que durante más de cinco siglos han llevado a cabo los padres cartujos. "Fue un expolio grandísimo. La dispersión de los bienes muebles fue absoluta, así como la destrucción galopante del monumento. Y está claro que hay que evitar que se pierda más. El Plan Director también tendría que revisar las condiciones de los bienes muebles, su registro y ofrecer una planificación futura", expone el doctor en Arquitectura. Están consideradas de gran interés su portada renacentista, obra de Andrés de Ribera, así como la capilla de Santa María. También destaca la sillería del coro y el retablo mayor, realizado por Juan de Oviedo de la Bandera (1565-1625) y el pequeño claustro gótico, proyectado por Martínez Montañés. En el Museo de Cádiz se conservan numerosos cuadros de Zurbarán que pertenecieron a esta cartuja y que, como se ha dicho, fueron expoliados hace 180 años.
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