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La 'flamencoach' portuense que sana con cultura: "Menos Trankimazín, más Camarón"

La portuense Natalia Palomo usa la cultura como herramienta para la gestión emocional y el autoconocimiento en su consulta de Rota y en el espectáculo 'El flamenco como camino a la libertad'

Natalia Palomo, portuense afincada en Rota que ayuda a otras personas a través del flamenco.
Natalia Palomo, portuense afincada en Rota que ayuda a otras personas a través del flamenco. JUAN CARLOS TORO
07 de marzo de 2025 a las 19:45h

Con una pequeña grabadora y muchas ganas de aprender. Natalia Palomo era una adolescente cuando se iba en moto a Jerez. La portuense, de 32 años, se recorría las peñas flamencas desde muy pequeña. Sin tener ningún antecedente familiar en este mundo, disfrutaba “loca perdía” de los Zambos o los Rancapino. “Me aprendía las letras y todo el mundo me preguntaba que cómo sabía esos cantes”, recuerda esta cantaora enamorada del flamenco que respira y siente en un idioma que ha guiado su carrera profesional. Su vida siempre ha sonado al compás de una guitarra.

“Con 9 años me diagnosticaron un trastorno de ansiedad, agorafobia, y yo sentía que el flamenco me estaba dando algo más que la medicación, me estaba capacitando”, expresa Natalia. Lo que resultó siendo un antídoto para su salvación, resultó ser el eje de su proyecto laboral.

El flamenco es terapia en un mundo de pánico y depresión. Ella está totalmente convencida de ello y lo pone en práctica tanto en el escenario como en una pequeña oficina del Centro Andaluz de Emprendimiento (CADE) de Rota con unas vistas de ensueño a la playa de El Rompidillo. “Me di cuenta de que podía ayudar a otras personas”, dice frente a un cuadro de Morente con Lagartija Nick en su Omega.

Natalia, junto a la ventana de su consulta en Rota.
Natalia, junto a la ventana de su consulta en Rota.   JUAN CARLOS TORO

“Yo le pongo ese disco a las personas. Eso resume la filosofía de este proyecto que no es otra que la cultura capacita”. La portuense afincada en Rota estudió un grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos, después, estudió Psicología y ha realizado un Máster de Flamenco en la Universidad de Cádiz. Todo eso sin dejar de cantar ni un segundo.

En 2020 publicó Camino a la libertad, un libro que acabó abriéndole más puertas de lo que pensaba y que dio paso a su Flamencoach. Desde Rota, ofrece herramientas de gestión emocional y autoconocimiento a través de la cultura, de flamencos y de letras. Por su despacho pasan personas con ansiedad o depresión que buscan salir del agujero. “Tenemos un lema que es Menos Trankimazín y más Camarón. Hay un recurso más aparte de la medicación”, comenta Natalia, que apuesta por este complemento al tratamiento y realiza formaciones en institutos y empresas sobre el poder sanador de la cultura.

Su libro también fue el origen de un espectáculo que está dando la vuelta al mundo: El flamenco como camino a la libertad. Una idea que surge en las presentaciones de esta obra literaria. “La gente me pedía que cantara y empecé a buscar piezas de música relacionadas con el aprendizaje de cada capítulo. Cuando se lo conté a un profesor del máster me dijo, tu eres una flamencoach, y lo profesionalicé”, explica.

La cantaora muestra su libro 'Camino a la libertad'.
La cantaora muestra su libro 'Camino a la libertad'.   JUAN CARLOS TORO

Así nace este espectáculo de una hora y veinte en el que combina todas las disciplinas del flamenco, el cante, el toque y el baile, con lecturas y oratoria. “Hacemos un viaje por todas las herramientas que necesita una persona para ser libre emocionalmente”, dice mientras desglosa con desparpajo todos los detalles.

"La experiencia de ver este espectáculo es transformadora"

El autoconocimiento y el flamenco se funden en esta propuesta que ya ha demostrado que no solo se cura en las consultas sino también sobre el escenario. “La experiencia de ver este espectáculo es totalmente transformadora. De aquí vas a salir siendo una persona diferente”, explica la portuense que recibe el feedback del público con frecuencia. A ella se le ponen los pelos de punta con las historias que comparte-además de cuando escucha a su “ídolo” Morente.

Para Natalia es muy gratificante cuando una persona mayor se acerca al camerino con su hijo para decirle que se ha dado cuenta de que quiere vivir en su casa y no en una residencia. O cuando una enfermera le dice que quiere ver la novela, hacer su comida y tener su propio horario. “A lo mejor esta mujer vio la pieza que trata de salir de la zona de confort y se dio cuenta de que necesitaba otra logística y que ese no estaba siendo su camino”, comenta.

Detalles que las personas regalan a Natalia.
Detalles que las personas regalan a Natalia.   JUAN CARLOS TORO
Natalia, en la oficina donde atiende a las personas.
Natalia, en la oficina donde ejerce de 'flamencoach'.   JUAN CARLOS TORO

“Hay personas que necesitan seis sesiones de terapia para darse cuenta y esa mujer lo hizo escuchando esas alegrías de Cádiz y la explicación que damos a esa temática que estábamos trabajando”, añade la cantaora.

Su voz ya ha resonado más allá de las fronteras de la mano de Carmen Bejarano (baile), Fernando del Morao (guitarra), Jota Polanco (flauta) y Pablo Domínguez (percusión). Este último, músico portuense, continúa en su memoria. Falleció el pasado 3 de febrero tras padecer un cáncer de estómago que le arrebató la vida demasiado pronto, a los 38 años, dejando a la escena musical conmocionada.

Cuando enfermó, se paralizó todo. “Hemos estado con él, no nos apetecía hacer otra cosa. Hemos necesitado dos semanas para poder hablar de este tema sin rompernos”, dice Natalia, recordando a su compañero. Justo en esos momentos, a su hija pequeña le detectaron un problema de salud que requiere muchos ingresos a la semana y “me empecé a plantear que le tenía que dar una vuelta a todo”.

Un llavero con la filosofía del proyecto de Natalia.
Un llavero con la filosofía del proyecto de Natalia.   JUAN CARLOS TORO

Tras un tiempo de reflexión, el equipo ha decidido continuar con el espectáculo “por él y por nosotros”. Por ello, pronto retomarán las actuaciones que se había parado en Nápoles o en Marruecos. Además, están preparando con cariño un homenaje a Pablo Domínguez en su ciudad natal, El Puerto.

Natalia, por su parte, está escribiendo un nuevo libro al que va a titular Menos Trankimazín, más Camarón, dedicado al espectáculo que ya cuenta con cinco premios nacionales y que le ha brindado numerosos reconocimientos a la cantaora. El último, el galardón de la IV edición de los Premios #AlianzasImparables.

“Yo creo que llama la atención la innovación mezclada con la tradición. El flamenco parece un arte muy tradicional, a veces estático, como una terapia en la que estás sentada. Y aquí se rompe. Y, por otra parte, el compromiso que hay con la salud mental y la cultura”, comenta. Antes de seguir con su rutina en un día soleado, Natalia se arranca con La plaza Argel, de Yerai Cortés, desde un lugar donde el flamenco se convierte en la llave hacia la felicidad.

Sobre el autor

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Patricia Merello

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