Provocó 1.192 muertos en la ciudad.
Desterrada la peste bubónica, frenada la expansión de la viruela por el descubrimiento de la vacuna de Jenner y localizada la fiebre amarilla en zonas geográficas muy concretas, el cólera se convertirá en la gran epidemia europea durante el s. XIX. Esta enfermedad era originaria de la India, pero llegará por primera vez a Europa a principios del siglo, entrando en España en 1833 y provocando a lo largo de ese período un total de 800.000 muertos.
El cólera es provocado por la bacteria “Vibrio Cholerae”. Los afectados sufren bruscamente de diarrea y, ocasionalmente, de vómitos; aunque, en general, el cuadro es leve, puede llevar a la deshidratación extrema y a la muerte. La forma más habitual de contagio es la ingestión de agua o alimentos contaminados por heces humanas, por lo que no suele transmitirse de persona a persona, siendo la mayor incidencia sobre los niños durante los meses de calor, aunque cuando llega a la categoría de epidémica puede transcurrir durante cualquier época del año y afectar a cualquier edad.
El censo de 1857 cifra una población de 15.464.340 habitantes, siendo más de la mitad de ellos menor de veinticinco años y, concretamente, cinco millones y medio de habitantes menos de cinco años. Este aspecto a analizar es muy interesante e importante ya que por una parte nos revela que en este período hubo un importante ascenso demográfico y que, por otro lado, se generó un caldo de cultivo para la aparición de enfermedades que se cebaron especialmente con la población infantil a causa de la falta de salubridad. Por su parte, Jerez, entre 1845 y 1860, crecerá, fundamentalmente, gracias a la inmigración venida del campo de familias enteras de jornaleros. Será en estos años cuando, por primera vez, la ciudad supere los 50.000 habitantes. Una población malnutrida cuyas condiciones higiénicas y sanitarias eran deficitarias.
Los primeros casos de esta epidemia de cólera no se dieron en nuestra región sino que se manifestaron en Galicia durante el año 1854 unidos a la subida de temperaturas, extendiéndose lentamente a un segundo foco situado en Cataluña. En Cádiz no empezó a manifestarse hasta la segunda quincena de julio, alcanzando su plenitud en agosto, si bien las autoridades municipales negaron la evidencia de la aparición de esta enfermedad para evitar la alteración de la vida ciudadana y comercial. Hasta el día 4 de septiembre la ciudad no reconoció la existencia del cólera-morbo, pero ante este panorama de confusión el alcalde de Jerez decidió incomunicar la ciudad con la capital y se redactaron una serie de bandos para mejorar las condiciones higiénicas de Jerez. Se prohibía, por ejemplo, arrojar desperdicios a menos de 500 varas del casco urbano y se ordenaba el decomiso de los cerdos que se encontraran en las casas y corrales de la urbe. Además de esto se procedió al cierre de todo el casco urbano y, aunque fue especialmente criticada la incomunicación con Cádiz, se procedió también al cierre de comunicaciones con otras grandes ciudades como Sevilla.
Dicha incomunicación no fue fácil en un municipio de más de cincuenta mil habitantes dándose junto a esas dificultades acaloradas discusiones entre los periódicos de la época de ambas localidades. El Comercio, periódico gaditano, manifestó que las medidas jerezanas eran “incalificables” mientras que el diario local El Guadalete respondió con mensajes como el siguiente:
“Tenemos datos positivos y seguros de que el cólera existe en Cádiz hace cerca de un mes, aunque con un carácter benigno (…); en otros pueblos de la provincia comienzan a aparecer algunos casos y no creemos que sea, ni conveniente ni humanitario ocultarlo en prejuicio de otras ciudades”.
La incomunicación acabó generando mucha preocupación en Cádiz, pues la ciudad dependía del trigo jerezano para su abastecimiento, aunque los envíos realizados desde El Portal —reducidos— no cesaron por completo. Todo ello sucedió en un momento en el que se acercaba la fecha vendimia, ¿qué consecuencias trajo sobre Jerez, incomunicada en ese momento?
Al ser la principal actividad económica de Jerez la producción de vino, se produjo una movilización de miles de jornaleros —no sólo de la ciudad sino de toda la provincia— para que la vendimia no se anulara, llevándose a cabo finalmente bajo estrictas medidas de seguridad. Un hecho que, sin embargo, no fue suficiente, pues el 6 de septiembre El Guadalete admitiría la existencia de la enfermedad, aunque se mostró poco alarmista ante la primera muerte por el cólera acaecida en nuestra ciudad:
“Como ven nuestros lectores por el anterior estado, ayer hemos tenido un párvulo de siete años, muerto de cólera- morbo. Este caso desgraciado no debe alarmar al público, tanto porque el estado en que se hallaba el niño era deplorable por la falta de asistencia médica que tuvo desde que cayó enfermo, cuando porque todas las indicaciones son de que debe esperarse que este caso sea aislado, sin consecuencias, ni progresos”.
No sería hasta el 10 de septiembre cuando las autoridades locales, a través de la Junta de Sanidad Local, admitieran la existencia de la enfermedad en el municipio. Hecho público el contagio, se ordena la creación de cuatro hospitales provisionales y el cierre de las escuelas para párvulos para evitar los contagios. Aun con estas medidas, se produciría un hecho lamentable: la mayor parte de los concejales abandonó el municipio por temor a ser víctimas de la enfermedad y se refugiaron en localidades no infectadas de la zona. Esta circunstancia no tardó en hacerse eco en los periódicos gaditanos, que anunciaron que Jerez había sido abandonada a su suerte por sus autoridades locales. Esto no impidió que uno de los hospitales provisionales se estableciese en nuestra actual Plaza del Arenal, en el antiguo cuartel de la Milicia Nacional.
A lo largo del mes de septiembre se formará un nuevo gobierno local del que Rafael Rivero será la figura más destacada, tomando el liderazgo de la situación. Este nuevo gobierno llevará a cabo medidas variadas tales como que algunos presos de la cárcel de Jerez pudieran librarse de su condena a cambio de realizar la labor de sepultureros. Por otro lado, los jornaleros que estaban realizando la vendimia debían permanecer en las haciendas y no podían entrar en la ciudad. Además, la mendicidad estuvo prohibida, por lo que los vagabundos fueron expulsados del casco urbano. Otra de las medidas más importantes fue dividir la ciudad en dieciséis barrios. Cada uno de ellos estuvo asignado a varios médicos de la ciudad, con objetivo de dar asistencia gratuita a los enfermos pobres de cada distrito. También se establecieron cuatro puntos para que la gente pudiera tomar caldos para alimentarse, dos de ellos en el barrio de San Miguel, otro en el barrio de Santiago y otro en el de San Lucas, es decir: en las zonas donde la población residente poseía escasos recursos económicos.
La actitud de la burguesía frente a la grave situación por la que pasaba la ciudad fue la de practicar la caridad con la limosna. Para facilitar la recogida del dinero se abrieron suscripciones en los dos casinos locales, con el objetivo de ayudar a los pobres del municipio pues eran, en última instancia, los que más sufrían.
Toda esta serie de medidas harán que a lo largo del mes de octubre se vayan reduciendo los casos hasta que, por fin, el día 22 de este mismo mes, en una reunión de la Junta de Sanidad, se acuerde declarar que el cólera había cesado en su carácter epidémico, mas se aconsejaba a los vecinos mantener durante un mes más los preceptos higiénicos para evitar nuevos repuntes. Desde que se reconoce oficialmente su presencia el 6 de septiembre hasta el 22 de octubre, el cólera provoca 1.192 muertos en la Jerez.
Para solventar la situación y las consecuencias derivadas de la incomunicación de la ciudad se precisó acudir a los ya citados donativos y limosnas así como una serie de medidas estructurales, ya que este periodo constituyó una grave sangría en el erario público. Por su parte, la exportación del vino de Jerez, que era el producto principal del sector agrario español a mediados de siglo, se resintió y perdió alrededor de un 40% mientras duró la epidemia. Sin embargo, en noviembre, ya superada la enfermedad, se volvió a disparar su venta en el extranjero. Finalmente, con la vuelta a la normalidad, en la memoria colectiva de los jerezanos quedaría engrandecido en comportamiento ejemplar del alcalde D. Rafael Rivero, en cuyo honor se harían poemas e himnos, como el que adjuntamos en uno de los documentos gráficos de este artículo.
Bibliografía
Caro García, Diego. (1991). El cólera-morbo en Jerez: La epidemia de 1854. En Trocadero: Revista de histria moderna y contemporánea. 3. 117-156.
DMedicina.com. 15 de septiembre de 2015). Cólera. Recuperado en http://www.dmedicina.com/enfermedades/viajero/colera.html. Consultado a 7 de septiembre de 2016.
Tuñón de Lara, Manuel. (1985). El movimiento obrero en la historia de España. Madrid. Sarpe.
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