La Junta Revolucionaria de la ciudad comenzó inmediatamente a tomar decisiones e hizo suyo el manifiesto de la Junta de Sevilla, por la que se establecía el sufragio universal y libre, la libertad absoluta de imprenta y de otras materias como la enseñanza, el culto...

El 18 de septiembre de 1868 se inició la llamada Revolución Gloriosa o Septembrina en la Bahía de Cádiz, desde donde Prim inicio un camino hacia a la capital del país para comenzar un nuevo gobierno revolucionario que, con el apoyo de los partidos demócrata, progresista y, posteriormente, el unionista, buscó destronar a Isabel II debido, entre otras razones, al importante declive económico y político que atravesaba el sistema por aquellos tiempos.

La sublevación de la escuadra naval anclada en la Bahía de Cádiz inicia un nuevo proceso político conocido como la Revolución del 68 o, más comúnmente, como la Gloriosa. Cádiz fue, por varias razones, el foco inicial de la Revolución ya que en esta ciudad los sublevados encontraron rápidamente apoyo en la población debido al descontento general derivado de la decadencia económica que sufría la capital. Los habitantes de Cádiz culpaban al gobierno de Isabel II por la situación que sufrían.  Por otro lado, la mayor parte de la escuadra se encontraba en esa zona y Cádiz se encontraba cerca del lugar de encuentro de los conspiradores, Gibraltar.

En los preparativos de la insurrección, la participación de los demócratas jerezanos fue decisiva, ya que Ramón de Cala y Rafael Guillén, participaron en diversas reuniones clandestinas, con algunos oficiales y sargentos de la guarnición de Cádiz, para poner en marcha un movimiento anti-isabelino. Otro gran protagonista debió ser José Paúl y Angulo ya que acogió en su propia casa de Jerez a cien hombres armados para apoyar la sublevación. El propio Paúl estuvo en una comitiva que partió hacia Gibraltar para recoger al general Prim, que estaba exiliado en Londres, y llevarlo a Cádiz para que así liderara el alzamiento. Ramón de Cala se presentó en Cádiz con cien hombres armados procedentes de Jerez para contribuir al éxito de la insurrección, y, aunque Cala fue identificado, los voluntarios provenientes de Jerez tomaron posiciones dentro de la ciudad. Poco después, el día 18 de septiembre, los cañonazos de la escuadra dan comienzo a un levantamiento en el que el círculo jerezano fue esencial para que triunfara inicialmente.

Poco después de este suceso, a Jerez llegaron en tren Manuel Sánchez Mira, el duque de San Lorenzo y otros demócratas que tomaron, sin resistencia, el gobierno de la ciudad de manos del hasta entonces alcalde, Manuel Vivanco.

A medida que la revolución triunfaba en las ciudades, se iban constituyendo juntas revolucionarias locales a modo de autoridades provisionales, formadas fundamentalmente por demócratas, y sostenidas por milicianos, llamados Voluntarios de la Libertad. La participación de estos demócratas fue decisiva y, no solo eso, pues muchos de ellos eran abiertamente republicanos por lo que la Junta de Jerez fue una de las pocas que se proclamó abiertamente republicana. De sus dieciocho componentes, doce eran demócratas y seis progresistas. La presidencia estuvo en manos de Ramón de Cala y Barea y una de las dos vicepresidencias fue ocupada por José Paúl y Angulo y la otra por el ya mencionado Manuel Sánchez Mira. Otro destacable miembro demócrata fue el vocal Manuel Bertemati, banquero jerezano, que fue uno de los diputados que votó en contra de Isabel II y de su dinastía en 1854.

Sociológicamente, en dicha junta encontraremos a miembros de la alta burguesa- como Bertemati- a miembros de la burguesía media – alta y a otros de la prototípica pequeña burguesía, como el propio Ramón de Cala, pero no veremos representación de las clases y grupos más humildes.

La Junta Revolucionaria de Jerez comenzó inmediatamente a tomar decisiones e hizo suyo el manifiesto de la Junta de Sevilla, por la que se establecía el sufragio universal y libre, la libertad absoluta de imprenta y de otras materias como la enseñanza, el culto, etcétera. Se tomaron ciertas medidas de carácter popular como la supresión de la contribución de consumos, la libertad de tráfico e industria, la abolición de la pena de muerte, la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia.

Las juntas se fueron convirtiendo en ayuntamientos provisionales y, en el caso de Jerez, esto ocurrió el 23 de octubre, por lo que Ramón de Cala pasó a ser el nuevo alcalde, siendo el primer republicano en acceder al dicho cargo. Hasta el relevo de los progresistas en el consistorio, 1 de enero de 1869, esta junta realizará las siguientes acciones: se declaró que los maestros de las escuelas municipales jerezanas eligieran libremente el método y los libros de textos que debían utilizar en sus clases. Estos, a su vez, declararon la necesidad de que dicha enseñanza fuera gratuita y obligatoria. También se impulsó la creación de escuelas para adultos, tanto para hombres como para mujeres, pero sin formar nunca grupos mixtos. Se decidió, por otro lado, aprovisionar mejor y aumentar el número de plazas a las que los alumnos podían tener acceso en las escuelas de menores, pero, aunque esta junta tomó muchas decisiones en el ámbito de la educación, sus sucesores no continuaron con la línea de estas políticas, anulando las mismas o modificándolas.

También se creó un cuerpo de voluntarios —los ya mencionados Voluntarios de la Libertad— para mantener el orden en la ciudad. Dicho cuerpo estuvo formado dos grupos, por un lado, por 200 hombres- soldados con licencia temporal- y otro por paisanos divididos en: licenciados, solteros de veinte a cuarenta años y casados de la misma edad. Dichos voluntarios, a su vez, cobrarían un jornal de siete reales si eran solteros y diez si eran casados. Jerez envió una fuerza expedicionaria con voluntarios de Cádiz hacia Lebrija para someter al alcalde que, con un pelotón armado, se resistía a secundar el movimiento.

Las medidas que fueron más cuestionadas resultaron ser las del ámbito religioso debido a su claro anticlericalismo pues se cerraron todas las Iglesias y Capillas que no estuvieron destinadas al servicio y culto parroquial. De hecho, la actitud de este gobierno se recrudece pues se ordena el derribo de varias iglesias, so pretexto de ruina, aunque dicha medida no fue, en absoluto, una excepción pues fue bastante habitual en el campo Andaluz de este período. 

Las elecciones municipales de mediados de diciembre de 1868 fueron la ocasión de comprobar si las medidas propuestas por la Junta tuvieron el éxito deseado entre los habitantes de la ciudad y fueron, además, las primeras en las que se realizó un sufragio universal directo, masculino y secreto, pero, el Ayuntamiento, quedará en manos de los progresistas. El derecho al voto se llevó a cabo entre los varones mayores de 25 años y de esta votación saldrá una Corporación municipal de corte progresista que marcará una ruptura con el anterior gobierno del Ayuntamiento provisional. Este resultado se debió en parte a las diferentes discusiones y rupturas internas del movimiento republicano de Jerez, que había formado el anterior gobierno, y como dato de cierto interés cabe decir que en el nuevo grupo se encontraban sobre todo miembros de la alta y mediana burguesía local, liderados por el nuevo alcalde Pedro López Ruíz. Quedaban a un lado los miembros de la pequeña burguesía, como Ramón de Cala, que habían destacado de forma sobresaliente en el anterior gobierno.

Bibliografía

Fontana, Josep. Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX. Barcelona. Ariel. 1973.

Caro Cancela, Diego. Burguesía y Jornaleros: Jerez de la Frontera en el Sexenio Democrático (1868-1874). Caja de Ahorros de Jerez. 1990.

Sánchez Villanueva, Juan Luis. La Junta revolucionaria jerezana y la instrucción pública. 1868. En Revista de historia de Jerez. 2007. 13. 59-76. 

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Emilio Ciprés

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