Lela Soto y Manuel de la Tomasa: bendita la rama que del tronco nace

Lela Soto y Manuel de la Tomasa exponen el cante flamenco de tradición oral y genética familiar en el Teatro Alameda, en otra 'noche única' de la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla

Lela Soto, junto a Antonio Malena (hijo), exponía en el Teatro Alameda el legado de la casa de 'Los Sordera'

XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla - Lela Soto y Manuel de la Tomasa - De los buenos manantiales

Ficha Técnica:
Espectáculo: De los buenos manantiales - Lugar: Teatro Alameda (XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla) - Fecha: 26 de septiembre de 2024 - Aforo: Lleno - Cante: Manuel de la Tomasa y Lela Soto – Toque: Luis Medina y Antonio Malena (hijo) — Palmas: Juan Diego Valencia, Javi Peña, Marcos Carpio, Dani Bonilla y Frasco del Chacón

Dentro de las diferentes noches únicas que está ofreciendo la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla, el Teatro Alameda se ha convertido en el espacio escénico que acoge durante la muestra unos maridajes donde trata de reivindicarse el flamenco de raíz y, al mismo tiempo, el más poliédrico.

En esta ocasión, bajo el título De los buenos manantiales, dos herederos de sendas casas cantaoras y dinastías flamencas de alto rango artístico eran los encargados de mostrar que el relevo generacional está asegurado. Por un lado, con Manuel de la Tomasa como embajador de "los cantes de la Alamea" en Sevilla y, por otro lado, con Lela Soto como primera mujer que da el salto a los escenarios de forma profesional de la 'Casa de los Sordera' de Jerez.

Manuel de la Tomasa y Luis Medina - XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla Laura León (Archivo fotográfico Bienal)

Y haciendo bueno el refrán que dice bendita la rama que del tronco nace, ambos cuajaron dos recitales de cante que refrendan que el arte flamenco no es estático ni imperecedero, sino que también es susceptible de ofrecer nuevas estructuras sin perder ni la esencia ni la tradición más clásica.

Como quedó patente en las malagueñas y rondeñas de apertura de Manuel de la Tomasa, magníficamente escoltado a la sonanta por Luis Medina, o el homenaje que le hace a Rafael Romero El Gallina por caña, desplegando la proyección de su voz de forma plena, las alegrías que dedica a un familiar suyo o en una seguiriya — lo mejor de su parte del recital— en la que honra la memoria de sus ancestros y el romance del Conde Sol con el que saca a relucir su particular forma de ver y sentir el cante.

Por tonás y debla, este artista flamenco por cuyas venas corre la sangre de Manuel Torre, Vallejo y, por supuesto, la de su abuelo José de la Tomasa, demostraba gran afición, personalidad y amor al flamenco, cosa que le vale para ser uno de los jóvenes más reclamados del momento.

Lela Soto en el Teatro Alameda. Laura León (Archivo fotográfico Bienal)

Un pequeño intermedio — absolutamente innecesario— provocaba que el inicio de Lela Soto cogiera a más de uno desprevenido y se perdiera la granaína y malagueña de la artista del barrio de Santiago, cuyo timbre de voz es de los que se te queda grabado en la memoria. Con Antonio Malena (hijo) como escudero, la Casa de los Sordera se hizo grande cuando los cantes de "mi abuelo Manuel" — Sordera de Jerez— se apoderaban de un Teatro Alameda, al que un par de puntos menos en el máster de la mesa de sonido no le hubiera venido mal.

Por tientos y tangos, Lela Soto sacaba la raza de cantaora que atesora y en la milonga, por otro lado, recodaba los textos de Rubén Darío que musicalizara su padre Vicente Soto, además de llevarse a su terreno las formas y maneras chaconianas. Y es que, a veces, se nos olvida que en ella confluyen tanto la ortodoxia de su padre y su abuelo, como la renovadora forma de ver lo jondo de sus tíos Sorderita o Ray Heredia.

Con la obligada bulería, llegaba el final de un recital de cante con el que Lela Soto dejaba atrás la vitola de joven promesa o cantaora novel, para establecerse como uno de los baluartes más importantes que tiene actualmente la dinastía cantaora por cuyas venas corre sangre que procede de los mismos orígenes del flamenco.

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