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Atención, el color verde fosforito hace reír (y mucho)

Se cumplen 50 años de la muerte de P. G. Wodehouse, uno de los grandes del humor inglés con facetas poco conocidas, como haber sido letrista de Cole Porter e Ira Gershwin o su supuesta colaboración con los nazis

21 de febrero de 2025 a las 10:51h
Los libros verde fosforito hacen reir. El escritor P. G. Wodehouse, en un montaje de JORGE FRANCO.
Los libros verde fosforito hacen reir. El escritor P. G. Wodehouse, en un montaje de JORGE FRANCO.

¿Tiene posibilidad de prosperar en las listas de libros más vendidos una novela que se llame ‘Amor y gallinas’? Parece complicado, pero no es imposible. Al fin y al cabo, es un libro inglés y en Inglaterra hay pubs que se llaman The Burcher’s arms (Los brazos del carnicero) o Elephant & Castle (Elefante y Castillo, enigmático nombre también de una zona londinense), así que… hay que estar preparado, que cuando menos se lo espera uno –poniendo a tus novelas nombres como ‘Amor y gallinas’, por ejemplo­– puede que llegue el éxito.

Estamos hablando, claro, del escritor británico Pelham Grenville Wodehouse, o lo que es lo mismo, P. G. Wodehouse para amigos y lectores, de cuyo fallecimiento se cumplen 50 años esta semana. Luego entraremos en detalle sobre quién fue Wodehouse. ¿Alguien no le conoce? Sí, hombre... cuando se va a una casa con libros suelen ser esas seis u ocho novelas de color verde fosforito que hay casi al final de la última balda de la biblioteca (si está por orden alfabético), más o menos entre Vargas Llosa y Stefan Zweig, dupla de nivelazo, sin duda. ¿Qué por qué Anagrama reeditó en español la mayoría de las novelitas (por tamaño) de Wodehouse directamente en la colección Compactos y casi todas en color verde fosforito? Hablen con el editor Jorge Herralde, personalmente lo veo como una jugada maestra. Ciertamente, fue un escritor que siempre se publicó sin problemas en España desde los años 40, en plena posguerra (en otros colores, claro) y a partir de los 90, ya años después de haber fallecido, se convirtió en 'escritor Anagrama'.

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Pero vamos entrando en materia. Wodehouse está considerado uno de los grandes novelistas de humor del siglo XX. Como inglés, decir que hacía humor inglés puede sonar redundante, pero en estos tiempos de globalización mejor lo ponemos y así nadie se llama luego a engaño. Sus personajes no es que formen parte de la sociedad de clases inglesa que, grosso modo, ha perdurado hasta nuestros días (bueno, como en España, pero allí con más modales: lo que tiene ir a Oxford o Cambridge), sino que es que realmente son arquetipos de la misma. Lo más interesante de la producción de Wodehouse se realiza entre los años 10 y los 40 del siglo XX, siendo un novelista de notable éxito en su época. Las tribulaciones de sus personajes, caso de Jeeves, Wooster, lord Emsworth, Psmith, Baxter o Ukridge, todos ellos señoritos y aristócratas, de un lado, y personal subalterno del otro, les llevan a cómicos enredos de dinero y amor (bueno, los problemas de lord Emsworth suelen ser más bien de corte agropecuario) en los que el orden social postvictoriano y las relaciones y convenciones entre clases se convierten en inevitables protagonistas de la trama.

¿La vida de Wodehouse fue complicada o un camino de rosas? Es una difícil pregunta, lo que está claro es que fue agitada y tuvo sus momentos. En el Reino Unido fue acusado de colaboracionista con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Él siempre lo negó –de hecho, no tuvo ningún problema para ser acogido años después en Estados Unidos y acabar tomando dicha nacionalidad– pero ciertamente participó en algunos programas radiofónicos del régimen nazi después de ser detenido en Francia, donde residía en los años 40, durante la ocupación alemana. De hecho, no volvió al Reino Unido. Wodehouse en los años 50 se fue a NYC y allí desarrollo una faceta creativa menos conocida pero igualmente interesante, ya que fue letrista para grandes compositores como Cole Porter o Ira Gershwin, que se dice pronto, vaya. Nació en una familia acomodada en pleno Imperio ­–su padre fue magistrado en Hong Kong­­–, se hizo rico como escritor (muy importante para las nuevas generaciones: esto último de verdad que no suele pasar, seguid como influencers a ver si hay suerte) y se dedicó a lo que de siempre se ha dado en llamar la buena vida, vivida además entre París y NYC.

Su influencia es notable en escritores como Evelyn Waugh, mundialmente famoso por ‘Retorno a Brideshead’, que no es precisamente una obra humorística, como sí lo son ‘¡Noticia bomba!’, cachondeándose hace un siglo ya de las cosas del periodismo, o ‘Un puñado de polvo’; también en Kingsley Amis, tanto en sus relatos como en ‘La suerte de Jim’. Su huella también se puede rastrear en David Lodge (recientemente fallecido, por cierto, cuya mejor obra, probablemente, como en el caso de Waugh, sea la seria ‘El autor, el autor’ o, ya poniéndonos 'modo túrmix', en Tom Sharpe y todos los ‘Wilt’. Incluso, cabría hablar de autores recientes como el fallecido Martin Amis, Ian McEwan o William Boyd.

A todo esto, no hemos recomendado ninguna de sus novelas de color verde fosforito… En primer lugar, este cronista citaría ‘Pues vaya’, traducción de su antología oficial ‘What Ho!’, pero es de las escasas obras que Anagrama publicó originalmente en su colección Panorama de Narrativas y, al hacerlo después en Compactos lo hizo en color azul, rompiendo la tradición del verde fosforito, color en el que sí se puede leer todo lo que le ocurre a Jeeves, al petimetre Wooster… La favorita de este cronista es ‘Ola de crímenes en el castillo de Blandings’ (no leer en autobuses o trenes, es inevitable reírse). Y, por supuesto, volvamos al principio con ‘Amor y gallinas’…

Nos vamos, y lo hacemos con dos de sus humoradas: la de la necesidad de tener luenga barba y afición al suicidio si se quiere triunfar como escritor ruso, que viene en ‘Pues vaya’, y las tres características inevitables que debe abordar una autobiografía: una infancia miserable, un padre excéntrico y un mal recuerdo de la escuela pública. Sin estas tres características, según Wodehouse, mejor dejarlo... y, si acaso, que escriban sobre uno.

Sobre el autor

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Carlos Piedras

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