La polifacética Ana López Segovia, actriz, cantante, letrista y chirigotera, relanza a Las Niñas de Cádiz como compañía teatral después de más de veinte años de agrupación callejera en Carnaval. "Sin sentido del humor no habría sobrevivido", sostiene.

En las esquinas de Cádiz en Carnaval, Ana López Segovia (Zaragoza, 1974) es chirigotera ilegal desde hace más de veinte años. Junto a la conocida chirigota de Las Niñas —"ya solo queda una viviendo allí de catorce que éramos"—, también es letrista y ha sido pregonera y Dios Momo. En los escenarios, la actriz afincada en Madrid desde hace 17 años —"el sitio en el que más tiempo seguido he vivido en mi vida"—, ha sido zarandiana —con La Zaranda participó en dos de sus espectáculos—, ha hecho algo de tele, algo de cine y, sobre todo, ha sido directora y miembro del trío Chirigóticas. Cientos y cientos de bolos con una compañía que ha mezclado teatro, cabaré, carnaval y mucha libertad artística durante más de una década por escenarios de España y América Latina. Ahora, de nuevo en compañía de su hermana Alejandra y Teresa Quintero, renacerá en la escena al frente de Las Niñas de Cádiz para presentar una Lisístrata "muy macarra", entre el 6 y el 8 de octubre en la sala Guindalera de Madrid. Antes, este mismo sábado 16 de septiembre llevarán de nuevo a la Galileo Galilei su peculiar cóctel entre la desvergüenza total y la genialidad. "Si pensabais que su humor es solo entendible en Cádiz, estáis muy equivocados", promete la publicidad de la mítica sala madrileña.

"Lo de Las Niñas de Cádiz un guiño a las puellae gaditanae —aquellas primeras bailarinas y cantoras de Gades—, que probablemente lo hacían con más arte, pero igualmente se ponían a bailar en plan ordinario, hacían chistes, cantaban coplas picantes... era un poco ese espíritu, como el que legó Lola Flores", explica una mujer que, aparte de su faceta artística, también es licenciada en Filología Hispánica. Hemos quedado en la cafetería del Teatro Pavón, muy cerca de La Latina. Viene corriendo a la cita con lavozdelsur.es, "ni me ha dado tiempo a comer", porque está en plena vorágine de ensayos con su grupo. En una profesión tan castigada por la crisis como la suya, ella prefiere mantenerse fiel a su vocación y echarse unas risas viendo cómo está el patio. Tras el cristal del móvil hay un incendio, pero Ana apenas tiene ya Facebook y Twitter "por trabajo". "No soy muy incendiaria; estoy ya angustiada con el egocentrismo de las redes, yo he caído, es muy fácil dejarte seducir, te coge con dos copas y te pones divino, se presupone que todo el mundo tiene el autocontrol o el sentido del uso que hay que dar a eso, pero es verdad que hay veces que se va de las manos. A veces asusta saber la opinión de la gente, antes no la conocíamos, como mucho en la barra del bar"

Tan carnavalera como es, ni sigue el concurso de coplas en Cádiz, ni tiene pensamiento de pisar el Falla con su agrupación. "A veces —confiesa— me ataca por pura vanidad, me digo voy a hacer algo para pegar el pelotazo y que me den el primer premio, pero como lo de las tablas lo tengo cubierto y he estado haciendo teatro en el Falla, pues ese veneno lo suplo por otro lado. Aunque entiendo que la gente repita cada año al descubir la energía maravillosa de un escenario y aquello es como un coso romano o una corrida de toros, la gente te juzga directamente". En todo caso, a ella, en cuestión de carnaval, la calle se lo ha dado todo: "Como actriz, cantar en la calle me ha dado mogollón". 

1. Ustedes han demostrado que la mandanga y la guasa gaditana puede ser exportable, ¿cómo han recibido su trabajo en puntos tan dispares como Montevideo o Madrid? ¿Hay mucha diferencia? ¿Hay en la capital, y en España en general, más prejuicios?

Hay prejuicios, pero normalmente el principal 'pero' te lo ponen en Cádiz: pero esto no se entiende en todos sitios, esto es de nosotros.... Se entiende en todos sitios, aunque en unos sitios lo valoren más que en otros. En Buenos Aires, por ejemplo, triunfaban más los chistes con más contenido filosófico o intelectual, y a lo mejor no es lo mismo que con lo que se rien en Pozoblanco o en Castilla y León. Pero el sentido del humor, como facultad del ser humano, ocurre en todos lados. Quizás es puro complejo, todos los límites se los pone uno. Si pones en escena algo decente, el público te lo compra, sea lo que sea. Tengo la suerte de haber ido a muchas funciones del FIT (Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz), y ahí veías a compañías de Uruguay, de Colombia, de México... Recuerdo reírme con ellos y no me planteaba si su humor era el nuestro o no, me reía y punto. Al revés también ocurre: puedes llevar algo muy autóctono, muy propio, y que lo reciban fuera. Los límites se los pone uno.

2. Dígame su primer recuerdo del carnaval y el primero sobre un escenario.

Cuando vivía en Jerez, con 5 años, íbamos a Valdelagrana, la playa de Jerez, mis padres ponían Raza mora, Los simios... Esas comparsas son mi primer recuerdo del carnaval. Y luego, sobre un escenario, mis padres me cuentan que cuando tenía unos tres años me subían a los puestos del pescado en el mercado de Zaragoza a cantar, y yo luego pasaba la gorra. Pero consciente, en Cerro Muriano, en el teatro que montaba el cura todos los fines de curso. Allí cante Mi jaca vestida de flamenca.
3. Solo un 8% de los actores y actrices sobrevive de forma estable con la interpretación. ¿La necesidad agudiza el ingenio?

Sí, ¿no? Lo guay es que esto es una cosa como que nunca se termina. Te cierran una puerta por un lado y miras por dónde buscar por aquí. Se habla siempre de crisis de actores y de compañías, pero las salas también han estado sufriendo el 21% de IVA; mantener una sala de teatro... Todo el mundo se está buscando las vueltas y claro que sí que agudiza el ingenio. Lo que no sé es dónde viene esta necesidad tan grande para seguir luchando. A veces me pregunto hasta dónde llega la vocación por dedicarse a esto cuando solo hay duquelas. Y es que como todo está tan mal... La precariedad en los sueldos, cómo se han recortado derechos... A mí no me lo ponen difícil, no me planteo dejar mi profesión porque, en realidad, el resto está igual. Son malos tiempos para todo el mundo y no hay que mirarse tanto el ombligo. Jodidísimo está todo el mundo. Y luego ya lo de ser autónomos. Lo difícil no es ser artista, es ser autónomo

4. ¿Cuándo fue la última vez que se miró el ombligo?

Yo me lo miro todos los días (risas). Soy muy egocéntrica pero es verdad que la realidad que estamos viviendo, todas las noticias que te llegan, hacen muy difícil ir de víctima. El 80% de las noticias me indigna, por eso el humor es una válvula de escape. No me cuesta trabajo usar el humor, me sirve para tomar distancia de las cosas. El mundo está bastante mal... o será la edad. 

"No me hace ni puta gracia ser la musa de nadie"

5. ¿Qué le enseña su hijo cada día?

El amor incondicional. No me imaginaba hasta qué punto te puede producir alegría y dolor a la vez. Tu felicidad depende de esa persona y aceptar esa dependencia es jodido también.

6. ¿Qué no le hace ni puta gracia?

A bote pronto, ser la musa de nadie. 

"No sé si ha sido valentía o inconsciencia, pero no he sentido el machismo y desde luego ahora me siento super respetada en Cádiz en Carnaval"

7. ¿Ha sentido el machismo en el mundo del carnaval?

Yo no he sido muy consciente. Luego echo la vista para atrás y digo: hombre, aquel día que hizo este aquel; aquel día que hizo este esto otro... Pero cuando el deseo es tan grande y estás movida por tantas ganas de hacer una cosa, eres super osada, te da igual todo. Nunca me he achantado con eso. Cantaba en esquinas, cantaba en calles, y luego me enteraba de que había habido críticas. No sé si ha sido valentía o inconsciencia, pero no he sentido el machismo y desde luego ahora me siento super respetada en Cádiz en Carnaval. No sé si fuera un tío sería más respetado, pero me siento así y creo que también tengo que reconocerlo y ser justa. Nunca he dejado de hacer nada en Carnaval por haber sido una mujer, y eso es lo importante. Tampoco he concursado nunca el concurso oficial, que quizás es más agresivo y escéptico con la mujer, pero como nunca me he presentado tampoco sería justo decir que he sentido eso. 

8. ¿Se ha autocensurado alguna vez al escribir?

Me censura mi hermana (risas), que me dice Ana, por ahí no porque a mí a veces se me va la pinza. Primero, volamos, y luego vemos hasta dónde. Intentamos usar más la coherencia que la autocensura, aunque a lo mejor esto de la coherencia es un eufemismo. Es verdad que con los años coges más picaresca y ves que hay cosas que si las pillas de una determinada manera funcionan mejor. No sé si es que te autocensuras o que buscas directamente, de alguna manera, con lo que te ganas al público. No se trata del chiste fácil, sino de que vas viendo, con la inercia, lo que sabes que funciona. Ese equilibrio del riesgo y lo conocido es difícil de mantener pero yo lo busco siempre. Ahora es tremendo lo políticamente correcto, pero hasta hace unos años podíamos hacer chistes de jorobados y de cojos. Creo que hemos crecido como seres humanos, ya no podemos hacer chistes de mujeres maltratadas, como hacían Martes y Trece hace unos años, pero es que ¡cómo te vas a reír de los defectos de la peña o de problemas sociales tan graves! Es verdad que luego hay cosas que nos la cogemos con papel de fumar, pero todo tiene sus pros y sus contra. 
9. Se abre el telón del Falla y aparece Rajoy con su agrupación, ¿cómo se llaman?

La gran mentira o La gran ilusión, como aquella película. Pero ellos y todos, son puro teatro. No sé, pero hace tres o cuatros la chirigota de Vera Luque se llamó Esto sí que es una chirigota e iban todos vestidos del gobierno. Después de eso, es insuperable.

10. Usted nació en Zaragoza, vivió en Córdoba, Jerez, Cádiz... ahora Madrid... ¿le ve sentido al nacionalismo, a los localismos?

Soy hija de emigrantes andaluces, tengo un vínculo muy bonito con Zaragoza porque allí está mi familia pero es entera de emigrantes de La Línea. Cuando cerraron la verja de Gibraltar, mi abuelo, que era fontanero, cogió a su mujer y sus seis chiquillos y se fueron a Zaragoza. Eran los 60 y los andaluces fuera eran un poquito ciudadanos de segunda... Por supuesto, en algunos círculos. Soy hija de inmigrante y me siento así. No comprendo ni comparto los nacionalismos, no me interesan ni de un lado ni de otro. El que se sulfura con la defensa de la unidad nacional me la trae al pairo, pero también sé que hay muchos intereses tras la defensa del independentismo. Y en el caso de la rivalidad como la de Cádiz y Jerez, es de un patetismo... Sucede a todos los niveles, comunidades contra Madrid por el centralismo; provincias andaluzas contra Sevilla... Lo peor es justificar el odio, lo que hay que hacer es resolver las cosas a nivel institucional, no caer en el que vive a 30 kilómetros tuyos es un monstruo. 

"Soy hija de inmigrante y me siento así. No comprendo ni comparto los nacionalismos, no me interesan ni de un lado ni de otro"

11. ¿Cómo ve Cádiz a 600 kilómetros, se siente uno ya ajeno cuando vuelve?

Claro. El que se fue nunca vuelve, ya el que vuelve siempre es otro. En nuestra chirigota éramos 14 pibas y viviendo en Cádiz queda una. Ya no está ni la gente. Vas y disfrutas de lo bien que se vive en Cádiz pero cuando pasa una semana ves que no puedes estar todo el día tan a gusto, viviendo tan bien por cuatro duros. Madrid te da mucha energía para ponerte en marcha y crear, pero me niego a pensar que el precio a pagar por eso sea vivir tan malamente. A veces pienso que necesito estar en este estrés, en contacto con el mundo, fuera de aquella burbuja, para que la cabeza funcione y estar con ganas de hacer muchas cosas, por lo que a medio plazo me planteo seguir aquí. 

12. Ponga nota a Kichi, el alcalde 'del cambio' en Cádiz.

Personalmente, estoy encantada con el cambio. Pero al no vivir allí, tampoco sería justo decir está todo mucho mejor. Como persona que va y viene, noto un cambio a mejor. Incluso en las cosas más básicas. Y luego a nivel profesional, noto más accesible todo, y por gente de la profesión, me dicen que hay más movimiento. El mismo dinero, cero, no hay un duro, pero no todo es cuestión de dinero. A lo mejor algún gaditano se queja de la suciedad en las calles pero eso es porque no han estado en Lavapiés. 

12+1. Si la vida no fuese un carnaval o puro teatro, ¿qué sería para usted?

Una duquela muy grande todo el rato. Sin sentido del humor no habría sobrevivido, y lo sigo practicando cada día. Lo único que te queda es hacer chistes de todo como puedas. Es como una historia del flamenco antiguo de Cádiz, era gente horrorosa todo el día buscando cosas de cachondeo... El humor en Cádiz tiene mucho de supervivencia. Sentido del humor hay en todas partes, pero el que está todo el rato de chistes por cojones es que está buscando una salida, salvarse...

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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