Los secretos de la Biblioteca más antigua de Andalucía

El interior de la Biblioteca Municipal de Jerez, donde se ubica el Archivo Municipal.
El interior de la Biblioteca Municipal de Jerez, donde se ubica el Archivo Municipal. MAKY GASSIN

El Paraíso. Para uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX, el argentino Jorge Luis Borges, el edén sería algún tipo de biblioteca. Es probable que la Biblioteca Pública Municipal de Jerez se parezca a ese lugar idílico que dibujaba en su imaginación por sus libros, su historia, los documentos, carteles y por los objetos únicos y curiosos que custodia con celo. Esta institución jerezana, la más longeva de Andalucía y una de las más antiguas de España -dato este último aún por contrastar- , tiene de especial hasta la fecha de su inauguración, el 23 de abril de 1873, el día de Miguel de Cervantes. El propio padre Luis Coloma, periodista de la ciudad, realizó la crónica del evento.

Por entonces era la única biblioteca municipal de la ciudad. Ahora posee más de 100.000 volúmenes y es la matriz de varias otras: la Biblioteca de la Fundación Caballero Bonald, la del Museo Arqueológico, la del Parque Zoológico y Jardín Botánico Alberto Durán y la Biblioteca del Archivo Municipal. Además, se ha adaptado a los tiempos formando parte de una amplia red de lectura pública de la Junta de Andalucía. Es decir, cualquier usuario tiene la posibilidad de ir físicamente a la biblioteca, o bien puede acceder a sus fondos a través de internet. Los socios de esta red supramunicipal pueden usar los servicios de la institución jerezana así como aquellos de las demás que se incluyen en ella. Por su evolución, el servicio que ofrece y los fondos tan valiosos que posee, de gran valor patrimonial, destaca entre sus colecciones la del siglo XVIII. Compuesta por más de 1.500 títulos, muy importante a nivel nacional, los jerezanos y jerezanos no pueden estar más que orgullosos de ella.

Sede 'interruptus'

 

La biblioteca estuvo funcionando con total normalidad hasta 1980 en el edificio renacentista que daba a la plaza de la Asunción, en la sede actual del Ayuntamiento. Dado el aumento de los fondos, el lugar carecía de suficiente espacio. Por esta razón, fue trasladada la calle Rosario en la que había un casco antiguo de bodega y una construcción de moderna de oficinas, donde se encuentra actualmente el Conservatorio de Música Joaquín Villatoro en un edificio de nueva planta. Hasta el año 1985 estuvo allí de forma provisional. Durante ese intervalo de tiempo la biblioteca funcionó “en catacumba”, sin ofrecer los servicios propios de una biblioteca –sala de lectura, infantil, de prensa…-. Si alguien necesitaba algo llamaba a la puerta y era atendido personalmente. De este modo, pretendían perjudicar lo menos posible a los usuarios, ya que en aquella época existían en la ciudad muy pocas instituciones culturales funcionando y sólo había una biblioteca pública.

Casualmente el Gobierno de la Nación decide que solo se mantendría las sedes de los Bancos de España en las capitales de provincia y cede el edificio de Jerez al Ayuntamiento de la ciudad con una única condición: que sea dedicado al ámbito cultural. El problema encontró solución. En 1986 ha funcionado ininterrumpidamente en la Alameda del Banco hasta el día de hoy. En este lustro Jerez prácticamente perdió la pista de que tenía una biblioteca, luego hubo que recuperar el tiempo perdido, devolver la importancia para la ciudad de la institución y dar a conocer sus servicios.

La pieza encubierta

 

El libro más antiguo que conserva esta biblioteca es un códice medieval del siglo XIII procedente de un monje exclaustrado del monasterio sevillano de San Isidoro del Campo, y en cuyo texto narra una historia de Hispania que alcanza hasta la conquista de la Península Ibérica por los árabes. Más que un libro es una pieza. A pesar de que estaba en la institución desde finales del siglo XIX fue descubierto hace dos años, hecho noticioso en todo el país. ¿Cómo pasó desapercibido durante tanto tiempo? Todos los libros tienen un sello, un registro y están catalogados, pero el códice está encuadernado en el interior de otro libro. La persona encargada de catalogarla a finales del siglo XIX no se preocupó de mirar más allá del título y la portada del libro del siglo XVIII, que no se corresponde con la del códice que se encontraba en el interior y el volumen pasó a la estantería. Solo unas ocho bibliotecas en España tienen códices medievales. Este libro llega a la biblioteca a través de la donación realizada por Miguel Muñoz, quien no hizo ninguna referencia sobre que el volumen contenía dos libros: el códice y el libro del siglo XVIII. Al descubrirlo tuvieron que comunicarlo a Patrimonio Nacional en Madrid, para rendir cuentas de su aparición. La pérdida de un códice medieval sería algo irreparable.

Nacido al albor de la imprenta

 

Al códice medieval -libro escrito o copiado– le siguen en orden de importancia por antigüedad los incunables, los libros de los primeros tiempos de la imprenta de Gutenberg, del último tercio del siglo XV hasta el inicio del siglo XVI. Son muy pocos los que existen a nivel mundial. En la Biblioteca Municipal de Jerez conservan uno de 1475, Epigramatum Opus in Amphiteatrum Caesaris, un incunable de M. Valeriis Martialis impreso en Venecia, Italia. No destaca por su belleza, ni atractivo, pero sí por ser uno de los primeros nacidos de las primarias imprentas.

La andaluza más cervantina

 

La Biblioteca de Jerez lo es y no sólo por la ya mencionada fecha de su inauguración. Allí se conserva la única edición jerezana de El Quijote. La portada es rara, es una edición de lujo patrocinada por el jerezano Ramón León Maine, impulsor y mecenas, especialista en esta máxima figura de la literatura española, Miguel de Cervantes, y en su obra. León Maine quiso que en su ciudad hubiera una edición de esta obra universal, por ello, en 1901 consigue sacar esta edición, atípica y de gran valor. De esta forma Jerez se suma a las pocas ciudades que han publicado sus propias ediciones de El Quijote, aunque se quedó a mitad de caminoEn un principio estaba pensada para ser realizada en dos volúmenes, pero solo pudo sacarse el primero; el segundo, no existe, no hubo recursos suficientes. El primer volumen incluye la biografía del autor y el segundo, que no alcanzó a ver la luz, estaba previsto que fuese la obra de El Quijote. El proyecto original no se completó, jamás será encontrado el segundo volúmen porque nunca llegó a publicarse.

Al margen de esto, la institución jerezana custodia la colección de temática cervantina –libros que hablan de Cervantes y ediciones de la obra de El Quijote más relevante de la comunidad andaluza, tanto que fue premiada en 1986 la Asociación de Libreros y Bibliotecarios Andaluces y la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía premió por tener la colección de temática cervantina mejor conservada de Andalucía.

La biblioteca del aire

Una de las colecciones que más relevantes de la biblioteca jerezana es de temática aeronáutica, compuesta de libros documentos y artilugios, tantos que no todos se hallan expuestos al público, sólo una parte de ella está expuesta en la sala de exposiciones de la segunda planta. Esta curiosa muestra fue donada a mediados de los años noventa del siglo pasado al Ayuntamiento de Jerez por el entonces mayor especialista en aeronáutica del país, Darío Vecino, abogado y corredor mercantil afincado en Jerez. Vecino dedicó gran parte de su vida a leer y a escribir sobre aviación, fue un gran apasionado de la fotografía y dibujante que incorporó en sus artículos y libros sus propias ilustraciones. Su archivo fotográfico reúne una de las más amplias referencias iconográficas de la historia de la aviación en España y en todo el mundo. Igualmente montó, pintó y decoró un gran número de maquetas a escala y que adornan la Sala que la Biblioteca Municipal le ha dedicado bajo la denominación de Libros y Máquinas. De acuerdo a un compromiso parte de la misma debía estar expuesta permanentemente para que los visitantes la admirasen y valorasen, pero el resto del legado de Vecino se conserva en depósitos.

Por amor al Séptimo Arte, a la Feria y a la prensa

Los amantes de las alturas tienen su hueco en la biblioteca al igual que los cinéfilos. La sección de cine, comprende un amplio repertorio con material hemerográfico y cartelería cedido a la Biblioteca Municipal de Jerez por el Cine Club Popular de la ciudad, y actualmente pasa por ser de las más relevantes colecciones andaluzas sobre dicha temática. También destacan los carteles de Semana Santa y la Feria del Caballo, algunos de ellos de la época en las que ambas citas coincidían en la misma fecha como en el año 1949. En la primera planta del edificio de la Alameda del Banco hay dos de mayor tamaño, originales, uno de ellos realizado por el jerezano Teodoro Miciano, uno de los grabadores más importantes de España. A medida que avanzan los años cada uno de estos eventos tiene su propia fecha en el calendario así como su propio cartel. La pena es que hasta principios del siglo XX no se tiende a guardar las colecciones, de ahí que hayan lógicos vacíos porque el Ayuntamiento suministra los carteles oficiales solo desde los años 90. En la web hay digitalizados una veintena de carteles, no todos pero sí los más antiguos y bonitos.

Al igual que los carteles, antes la prensa no se conservaba, la gente leía el periódico y lo tiraba. En las bibliotecas se deshacían de los ejemplares a la semana porque ocupaban mucho espacio y no lo consideraban de utilidad. La tendencia cambió en los años 80, desde entonces sí intentan conservar las colecciones de prensa y rescatar las que han quedado de otras épocas. La Biblioteca Municipal de Jerez conserva el periódico El Guadalete de Jerez, del siglo XIX, ejemplo de materiales que antes se arrojaban a la basura, y en esta institución han logrado reunir todos los números hasta el año 1936, cuando desapareció con la Guerra Civil y apareció El Ayer, que también se conserva completo.

Envidiados al otro lado del charco

 

En un lugar de este paraíso de las letras un hueco está ocupado por el libro La isla de cuba Pintoresca impreso en Madrid a mediados del siglo XIX cuando Cuba era una provincia española. El periodista y literato romántico José María de Andueza, nacido en Vitoria en 1806, llegó a Cuba con tan sólo 19 años. En su Isla de Cuba pintoresca, impresa por vez primera en 1841, el autor elabora un detallado y profundo estudio de la entonces colonia española, basado en sus observaciones y experiencias personales, en el que realiza un recorrido pormenorizado por su devenir a lo largo de los siglos, su política, su industria, su literatura, su geografía y sus monumentos más sobresalientes. El texto está acompañado de retratos costumbristas y de doce bellas litografías que muestran los lugares más emblemáticos de la isla. Curiosamente, en 1992, cuando se celebró la Exposición Universal de Sevilla de 1992, año en el que también se conmemoraba el descubrimiento de América, desfilaron por Cádiz y Sevilla, muchísimos políticos sudamericanos, entre ellos el ministro de Cultura de Cuba. A sus oídos llegó que la Biblioteca Municipal jerezana había cedido este ejemplar a la Diputación provincial. A partir de ahí pidió información a Santiago de Cuba para ver si poseían este libro en la Biblioteca Nacional. Al carecer de él, mandaron la elaboración de una reproducción facsímil, una copia exactamente igual para que en Cuba tuviesen su propio ejemplar.

La vid en papel

En la ciudad del vino no faltan ejemplares únicos en Andalucía sobre el cultivo de la vid. Poco usuales, magníficos para cualquier investigador que trate sobre la viticultura, la biblioteca cuenta con piezas recogen los antiguos estudios sobre la vid que ahora tiene un valor patrimonial enorme, plagados de dibujos de las distintas variedades de uva que hay en Andalucía, porque está centrado en la comunidad. Estos libros de lujo poseen grandes grabados pensados para que estuvieran en instituciones importantes o en casa de personas muy representativas. La tirada de la edición era muy pequeña porque lo tenían personas con un alto poder adquisitivo. Como sucede con muchas otras piezas de la biblioteca el valor es difícil de cuantificar. En una subasta puede alcanzar cifras astronómicas si un bibliófilo puja o no, pero el valor patrimonial es mayor que el material.

‘Viaje por las Indias orientales y occidentales’

 

Forma parte de la representación de libros de viaje de la biblioteca. Es de 1606 y describe un viaje de un alférez, de un militar español, primero por la América española y otra por lo que ellos llamaban las  Indias Orientales –Japón, Filipinas…- este manuscrito está incompleto. Se trata de una bitácora, un diario que el propio militar escribió. Investigando descubrieron que estaba en la Biblioteca Pública de Nueva York. Contactaron con uno de los conservadores de Nueva York en su día hace 10 años aproximadamente cuando investigaron el manuscrito y se intercambiaron copias de cada parte del manuscrito que le faltaba a cada uno. Eso significa que la colaboración entre ambas bibliotecas permitió la recuperación de todo el viaje realizado por Miguel de Jaque, en el siglo XVII. Es un libro importante por su antigüedad y también porque recompone una historia que estaba dividida en dos partes ubicadas en dos ciudades divididas por miles de kilómetros. El viaje de este militar, es el primero en el que los militares entran en la ciudad de Ankor, ruinas turísticas que existen en Camboya. Por la fecha, descubren que son los primeros europeos que visitan Ankor, unos españoles. Hay artículos publicados sobre este tema, y sobre la colaboración con la institución neoyorquina.

Fotoperiodistas militares

Una de las obras llamativas a nivel antropológico e histórico es un álbum de fotografía de la época en la que Marruecos era territorio español, elaborado para el general Primo de Rivera. Los militares eran los que capataban las imágenes de las guerras que hubo en el norte de África. Sin embargo, lo que despierta aún más interés en los historiadores son los instantes en los que se aprecia cómo vivían los marroquíes en la época de la dominación española. El álbum tiene un gran valor antropológico al dar a conocer el conocimiento de las costumbres de la sociedad marroquí en aquella época: lavan la ropa, se bañan... Todas las fotos son originales, sin firmar. Este es solo un ejemplo del repertorio de álbumes que conforman la colección fotográfica de la biblioteca. Hay otros álbumes como los de la RAID aéreo, de los primeros tiempos de la aviación, frecuentes en aquel momento histórico. Uno de ellos recoge una expedición española en avión recorriendo toda la costa occidental africana, desde el norte de Marruecos, pasando por las Islas Canarias, hasta llegar prácticamente a la Guinea Ecuatorial que entonces era española en aviones biplanos. En la Biblioteca Municipal de Jerez también cuentan con colecciones fotográficas de la ciudad de Jerez, algunas de las cuales datan de la primera década del siglo XX.

Sobre el autor:

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María Luisa Parra

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