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Una luz persistente

Una reseña de ’Ritual’, de Marcos-Ricardo Barnatán, libro de poemas publicado por la Editorial Visor. Barnatán (Buenos Aires, 1946) muestra una solidez literaria poco usual a lo largo de más de 60 años dedicado al oficio de la escritura, desde el ensayo, la novela, la crítica de arte o la poesía, en la que es uno de los grandes maestros.

08 de abril de 2025 a las 12:10h
Detalle de la portada de ’Ritual’, publicado por la editorial Visor.
Detalle de la portada de ’Ritual’, publicado por la editorial Visor.

Una bella e introspectiva ilustración de cubierta de Gloria Pereda nos invita a penetrar en el rito perenne de la poesía de Marcos-Ricardo Barnatán. Con este Ritual, breve pero intensa obra, editada por Visor, y terminada de imprimir el 12 de enero de 2025, día del fallecimiento de Ángel González en Madrid 17 años antes, Barnatán (Buenos Aires, 1946) muestra una solidez literaria poco usual a lo largo de más de 60 años dedicado al oficio de la escritura, desde el ensayo, la novela, la crítica de arte o la poesía, en la que es uno de los grandes maestros. Gran estudioso de la mística judía, es también uno de los más profundos conocedores y divulgadores de la obra de Jorge Luis Borges. El estudio que hace sobre la poesía de este último en Ediciones Júcar, en su colección Los poetas, en 1976 es, a mi juicio, el texto obligatorio que todo amante de la poesía de Borges, quizá la parte de la obra del gran polígrafo menos estudiada, debe conocer. Como cuentista, Barnatán tiene publicada una antología titulada La República de Mónaco ( Seix Barral, 2000) y recientemente la colección de cuentos  Errante en la sombra ( El Desvelo Ediciones, 2015).

Qué decir novedoso acerca de la poesía de Marcos-Ricardo Barnatán, quien ya recibiera en 1967 el accésit del Premio Adonais por su libro Los pasos perdidos, o en 1992 el Premio Internacional Barcarola por El libro de David Jerusalén. Por ello quisiera centrar este artículo en este Ritual que, de algún modo, es consecuencia de su Consulado General (Nuevos textos sagrados, Tusquets, 2001). Es en este Consulado donde las odiosas bibliotecas, cual transatlánticos inmóviles, guardan las almas en pena (poema Pessoa piensa su oda marítima), o donde la vida, en este caso la de su padre, (si no es más que la muerte) es sólo una medida del horizonte. Describe el lugar de la palabra, tan importante en su Ritual, en un poema dedicado a Jaime Siles, donde asevera que No está el poema / Más allá de la palabra / Lo encierra el fuego del verbo para terminar con la revelación de que Somos los que se van. / Quizá sólo somos agua y tiempo / Y lenguaje. Pero podemos conjurar a la muerte por medio del amor como en el poema Love craft spmg donde ruega Amor, soborna a la muerte, desvanécenos su ley. Aunque no puede dejar de lado pensar en el dolor, un dolor que volverá en Ritual, pero de momento lo poetiza quizá previendo el porvenir: Está vivo en el futuro, / Y es infinito porque contiene / Todo su pasado, y sabe esperar/Nuevos períodos de dolor (poema Emily Dickinson).

Ya, en Ritual, profundiza desde una sabiduría casi antigua en el tema del dolor en el poema Cahier Cochin, donde desde una cama de hospital en París, retoma el poeta el tema del lenguaje para hacer una revisión del significado de la vida desde el nacimiento hasta esos momentos encamado donde Hay tubos y órdenes que no siempre entiendo, / pero que siempre obedezco callado. Perder la vida como en un eclipse, / o esperanza de volver a la atroz salud / sin jardines ni pájaros.

Hay un par de poemas en Ritual donde la figura de su madre aparece sorpresivamente en un juego que rememora, desde mi punto de vista, la manera de Julio Cortázar, y que me resultan bellísimos, uno titulado Kadish y el otro Soñado en Santander el 24 de agosto de 2023. No quisiera desentrañar a los posibles lectores ambos poemas, pero sí añadir, a modo de cebo, unos versos del poema II del anteriormente citado Consulado general que comienza así: He oído cantar a mi madre / Mientras se aclaraba el pelo… y termina con los siguientes versos: Es justo que el hombre llore alguna vez. / Y que sus lágrimas apacigüen / La ferocidad de la memoria. Es en esa memoria donde el poeta se sitúa para desvelar el misterio, desde el ritual religioso y literario, desde un saber casi místico. La madurez de un sabio.

Sobre el autor

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Imanol Gómez Martín

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