El pasado 19 de noviembre casi todos los noticiarios de cabecera se hicieron eco de la muerte del famoso asesino Charles Manson. Conocido por ser el autor material e intelectual de una las más conocidas sucesiones de crímenes en la historia de los Estados Unidos, Manson es además una figura tristemente recordada de la movida hippie californiana y un ejemplo de cómo el consumo de psicotrópicos, los desequilibrios mentales y, posiblemente, una expresión cultural desenfrenada, terminaron por escribir uno de los pasajes más negros de la contracultura. Desde Gypsy nos proponemos desenmascarar una de las historias más aterradoras de los últimos 50 años.
Manson terminó por evidenciar que las proclamas de amor y paz tuvieron un inesperado resquicio de muerte, colaborando en la difamación del movimiento que nunca gozó de prestigio entre las clases más conservadoras. Muchos son hoy los que reconstruyen los fatídicos hechos de aquellos días de junio del 69 trazando el móvil de la masacre hippie. Sin embargo, la relación de Manson con el movimiento es cuanto menos cuestionable, al menos desde el punto de intelectual y no meramente circunstancial. De la misma forma, la familia Manson (una especia de comunidad sectaria que le rodeaba) tampoco puede reconocerse como meramente contracultural o cercana a la sosegada
Rainbow Family.
Como sabrá, Manson y su pandilla de secuaces psicodélicos dispararon mortalmente a, entre otros, el músico Gary Hinman, a la actriz Sharon Tate (mujer de Polanski y embarazada de 8 meses) o el empresario Leno LaBianca. Crímenes cometidos con extrañas vinculaciones a la cultura del arcoíris y la música rock. Lo que le propio Manson denominó los crímenes del “Helter Skelter” (mítica canción del álbum blanco de The Beatles). Algo así como una semana negra en forma de matanza con excusas proféticas y rockeras, que con la perspectiva del tiempo han terminado por desvelar el verdadero rostro del traficante y desquiciado asesino y su banda.
Lo primero que llama la atención sobre la absurda identidad del Manson más Groove, es el hecho de que el grupo que le inspira en su plan mortal no fuera otro que
The Beatles. Es decir, de entre todas aquellas agrupaciones esotéricas y vanguardistas que podrían haber hecho que un tipo empuñara un arma en aquellos años, probablemente no estuvieran los cuatro chicos de Liverpool. De hecho, el panorama musical californiano de por aquel entonces era tan amplio, que escuchar los
Beatles suponía rendirse a la masa y, por lo tanto, distanciarse de los de las aspiraciones extremadamente contraculturales de la vanguardia. Un buen hippie podría escuchar a los
Beatles, pero probablemente nunca lo reconocería en público.
Además, los tintes políticos de la historia de Manson no pasan desapercibidos. Probablemente sus crímenes tuvieron un matiz demasiado político. Aunque sólo fuera en la cabeza del psicópata, la realidad es que terminó urdiendo una historia de enfrentamiento y levantamiento social, casi revolucionario. Pero ¿cuáles fueron las razones? ¿Alguna excentricidad esotérica? Probablemente sean muchas… Los panteras negras, Crowe el narcotraficante, las elevadas deudas que la familia Manson contrajo respecto a la cantidad de drogas consumidas, la paranoia… Parece que Charles Manson no quiso transformar de algún modo la realidad. Charles Manson tramó un plan lunático para culpar a los Panteras Negras en una serie de crimines y, de paso, exonerarse a sí mismo (y su banda) del pago de una enorme cantidad de dinero. Lo más triste de esta historia es que termina por parecerse demasiado a la cruda realidad de una masacre por tema de narcóticos. El hecho de que Manson hubiese conocido a Dennis Wilson no lo convierte en un exponente hippie, tampoco que tuviera melena o tacara guitarra de forma amateur, pero eso lo dejaremos para el siguiente Gypsy…
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