Una tarde luminosa de invierno nos recibe Rafa Caballero en El Quinto Ateneo, una suerte de estudio y de oficina de management. Es un ambiente inmejorable donde cabe recrearse. Se respira familiaridad. El músico se presenta puntual y bien maqueado. Si algo sorprende siempre en Caballero es su profesionalidad y proverbial elegancia. Jamás descuida ambas credenciales. Pareciera que el apellido se lo autoimpusiera.
Quien lo conoce nos asegura que pasa por uno de sus momentos más dulces. El escritor y amigo personal del músico, Javier López Menacho, arroja inmejorablemente luz al respecto: "Lo difícil no es estar en plena juventud con más de cincuenta canciones en el zurrón, discos, varios singles, grabaciones en directo, un grupo de rock y proyectos en solitario, ni que siga empeñado como el primer día o ilusionado como el último, lo difícil es imaginarnos qué puede llegar a hacer con los días que le quedan viviendo como lo que es: Músico. Probablemente lo sufra. Nosotros, en cambio, lo vamos a pasar en grande."
Rafa Caballero es un compositor en la tradición de José Alfredo Jiménez y Enrique Discépolo. Hay en su vestimenta algún reflejo implícito a mitos legendarios como Blind Willie McTell o Robert Johnson. Caballero escuchó suficientemente a Sabina para saber que, como la soledad o la libertad, las noches perdidas tienen nombre de mujer. Las redes sociales braman con las elecciones generales pero Rafa Caballero sigue a lo suyo, las canciones. Hace una semana acaba de lanzar su último single, El hueso del aguacate, y afronta el 2016 con un puñado de canciones por grabar en lo que será su próximo trabajo en solitario. Alrededor de éste hay más misterio que con El despertar de la fuerza.
Muchas gracias por recibir a este medio. ¿Por qué has decidido brindarnos la primera entrevista de esta nueva etapa musical?
Gracias a vosotros por dejar hablar. No es fácil en estos tiempos de plástico. Me atrae que es un medio local. Jerez es mi ciudad natal, donde siempre vuelvo. Intento seguir la actualidad jerezana y me siento jerezano. Otro motivo eres tú, sigo tus artículos de cerca.
El jueves pasado publicabas single nuevo, El hueso del aguacate, y estrenabas web. ¿Cómo han sido recibidos?
Muy bien. La canción ha gustado mucho. Soy consciente que es una apuesta bastante arriesgada, más lejana del rock. Ha gustado mucho su imagen y presentación. Brillante el trabajo del diseñador Álvaro Arribas, también jerezano. La web no deja de ser una web: un rincón en la red para que el que quiera pueda llegar más fácil a los trabajos que van saliendo. Tocaba hacer un cambio y era necesario de cara a lo que viene en 2016.
"No pienso en los corazones conquistados. Pienso en todos los que me quedan por conquistar"
El fin del año se nos echa encima y las redes sociales hablan de elecciones. Sin embargo, parece que vienes con el zurrón lleno de canciones. ¿Puedes hablarnos un poco de ellas? ¿Qué te traes entre manos?
He vuelto a las andadas. Estoy centrado en la composición libre. Intentando evadirme del amor y sus malos consejos. El disco que preparo en Madrid es un pequeño recopilatorio de los temas que mejor han funcionado estos años. Hay algún tema nuevo para el público pero eso no significa que sea actual. Tengo muchas sorpresas en el cajón. La idea es darle un giro al estilo. Aprovechar canciones que funcionan pero huérfanas de discos y aunarlas en una obra completa. Época de cambio y de nuevos sonidos. Tampoco quiero llamarlo recopilatorio porque hay mucha gente a la que llegar. No pienso en los corazones conquistados, pienso en todos los que me quedan por conquistar. Me reinvento. Y junto a los músicos que me acompañan, le estamos dando una vuelta musical muy seria a unos temas que ya no encajaban con Hoja de Ruta. Los tenía abandonados. Ahora me apetece sentarme a cantar y hacer que la gente se siente a escuchar, tanto las historias como la música. Mimar las canciones más que nunca. Para ponernos en situación, es algo parecido al directo de la Sala Paúl en 2012 pero sin guitarras, con más peso de percusiones, un bajo muy colorido y un piano dueño y señor.
En 1971, clandestinamente, Basilio Martín Patino rodó la película documental Canciones para después de una guerra. Por motivos obvios, la película no pudo estrenarse hasta la muerte del dictador en 1976. Soy consciente de tu preocupación por todo lo que está pasando en la actualidad. ¿Cómo te afecta eso a la hora de componer?
Como buen amante de la Historia suelo posicionarme. Lo hago desde una postura firme. Sin miedo a hablar. Y advierto que en la frente no llevo el cartel de ningún partido. No creo que votar cada cuatro años sea suficiente para llamarse país democrático. Creo que la política es algo demasiado serio como para convertirla en un reality. Pero es muy goloso llevarla al terreno que emboba, jugar con las audiencias y terminar metiendo publicidad. También está de moda no llamar a las cosas por su nombre para así dar la sensación de novedad y reforma. Ahora llaman libre mercado al capitalismo, imperialismo y colonialismo de siempre. Un monstruo inhumano muy bien dirigido que hace que el mundo se convierta en un tablero donde unos pocos se reparten el pastel y ponen sus propias normas del juego. Si te sales de ahí suelen señalarte, perseguirte y usar los medios de comunicación para hacerle ver al resto que eres el diablo en persona.
Vivimos en un país camuflado en una democracia vacía y de plástico. Aquí se pintó la fachada, pero la casa no se reformó por dentro. En las aulas quitaron el cuadro del viejo golpista y pusieron la foto del monarca. Si uno de verdad tiene sentido común y se para a pensar detenidamente es imposible dejar pasar algunas cosas por alto. Es absurdo y antidemocrático. ¿Una democracia donde de primeras te imponen a una familia que por linaje y “sangre azul” tiene una posición privilegiada? No todos los españoles son iguales ante la ley. Será por gracia de Dios, otro tema que está fuera de mi lógica. A las puertas del año 2016 nos siguen vendiendo a Dios. Respeto las creencias religiosas mientras no afecten a la libertad del individuo. A mí me parece una falta de respeto al ser humano. Me pregunto cuándo vamos a pensar de verdad en las mujeres y los hombres como verdaderos protagonistas. Las élites, bancos y multinacionales son los verdaderos dueños de esta pantomima y nos la están colando con personajillos sin carisma alguno. Les han dado un color, como en el Trivial. La gente se hace de un partido político como si fuese un equipo de fútbol. La verdadera izquierda no existe, la derecha en España, tenga el color que tenga, es una herencia que viene de muy lejos bien. Y el centro no existe. Te puedo asegurar que si alguien me dice que es de centro hago todo lo posible para no tomarme ni una cerveza. Me da mal rollo.
Pues con mucha ilusión. Estoy rodeado de cuatro compañeros de un talento musical envidiable. Alfredo Martín, amigo y escudero de la tierra de Camarón, batería y cajón son sus armas. Alberto Román al bajo, se ha instalado en Madrid procedente de Londres. Me alegro de tenerlo cerca porque además de ser un músico genial es jerezano como un servidor. Rayco Gil, compañero de locales de ensayo, canario y con un conocimiento de las percusiones tremendo, y el rompededos Pierrick Reglioni, francés, pianista culto y de culto, jazzero y amante del folclore hispanoamericano. Habrá algunas colaboraciones en el disco para colorearlo un poco más. Ahora estamos ensayando y maquetando. Trabajando para mimar bien el álbum. Me ilusiona tanto grabar el disco como luego llevarlo al directo. Porque como te comentaba antes va a ser un pistoletazo de salida, soy muy joven para rendirme. Sé que muchos que me apoyaban antes se han rendido y aburrido, pero yo no. Lo mismo desde hace tiempo están leyéndose los programas electorales. Estarán indecisos, serán de centro.
¿Planeas gira de presentación?
Claro. Primero el disco que por tiempo y presupuesto no puede ser de larga duración. Luego, el repertorio y llevarlo al directo. Tocar y tocar.
¿Qué repertorio llevarás a los conciertos?
El olvidado: Mis singles que he ido sacando en solitario al margen de HDR. Quiero rescatar algún tema de repertorios pasados y recopilar algunas versiones del pueblo latinoamericano que son de mi devoción.
¿Trasladarás el disco al directo u optarás por otra formación sobre el escenario?
La idea es trabajar con la misma formación. Pero no me cierro a nada. Hoy en día los músicos tienen varios proyectos. No voy a pillarme los dedos con nadie. Llevar las riendas no es sencillo. Hay que tomar decisiones, voy a tomar muchos riesgos. Los músicos serán contratados, eso tiene su peligro, y más como está el asunto. Pero hay amistad y somos músicos. No es un impedimento para salir a tocar como una familia.
Con tantas canciones, ¿no te resulta complicado dejar a muchas fuera?
Es un horror. Hay que entender el momento y ser crítico. Creo que vamos a hacer un repertorio muy elegante y plagado de matices. Si estamos afortunados va a ser una combinación letal.
Después de tantos años, ¿qué sigue empujando a Rafa Caballero a componer canciones?
Las propias canciones. Creo que ya no sé hacer otra cosa. Soy un afortunado porque encontré lo que vine a hacer a esta vida y gano mi tiempo haciéndolo. Sólo quiero que me recuerden así. Ser rico no es tener dinero, eso lleva mucho tiempo y te conviertes en un tirano. Creo que era Séneca quien decía que “pobre es aquel que necesita mucho”.
"Yo no vendo humo, soy real, con defectos y virtudes, de carne y hueso"
¿Cómo ves la situación actual de la música?
Mal. Hay buenos músicos, buenos proyectos pero, como te decía antes, si el capitalismo es un monstruo inhumano, la industria musical no se queda atrás. La gente que pone la pasta está plagada de prejuicios y la mayoría son paletos que sólo buscan ganar dinero. No cuidan el arte.
¿Hay un circuito de salas para tocar en directo en Andalucía?
Sí, pero no funciona como debería. Esto es una pescadilla que se muerde la cola. La gente no sabe ir a los conciertos a no ser que el artista te lo metan a todas horas en los medios. Y eso es pasta y promoción pura y dura. A su vez las salas no suelen arriesgar. Cada vez veo más sentido a encerrarse en garitos de 50/60 personas y que las emociones que pasen entre músicos y público se puedan llegar a tocar.
Entremos en harina. ¿Jerez carece de escena musical?
Sí, carece de escena musical. No es que no haya oferta, Jerez lleva el arte en su nombre. Pero se cierra y se encasilla. Otras veces es la dejadez de los músicos. A veces es una pena no llevar los proyectos más allá del local de ensayo y el garito de siempre. También influye el público. La gente se cree que la música surge de la nada. Les cuesta pagar una entrada y apoyar la cultura. No tiene lógica que en una ciudad de más de 200.000 habitantes no haya salas llenas viendo música en directo.
¿Conservas el contacto con músicos jerezanos?
Sí, siempre hay cierto contacto. Y con muchos no tengo contacto pero me llegan proyectos suyos. Me ilusiona saber que aparece sangre nueva, hagan el estilo que hagan. Todo suma. No sólo me pasa con la música, también con otros palos culturales. Creo que Jerez tiene un potencial increíble. Pero hay que cuidarlo y apoyarlo.
¿Volverás a tocar en verano en nuestra tierra?
Tengo que visitar Jerez para hacer una pequeña colaboración. Es secreto, es una sorpresa. Lo sabremos en unas semanas. No puedo hablar. Luego, está claro que llevaré el nuevo disco a mi tierra.
Rafa Caballero ha sobrevivido a Costumbres del exiliado. Desde hace diez años ese primer trabajo en solitario le ha ido persiguiendo. Los oyentes más completistas de su obra no le perdonan demasiados escarceos latinos o, por el contrario, aullidos rockeros de corte Motörhead. La sombra de Costumbres es demasiado larga. Con la publicación de su segundo álbum, Protagonistas (2013), su banda Hoja de Ruta creció como nunca. Irónicamente buena parte del primer público prefería Hoy estoy para seguir (2010). El delirio ultrasur alcanzaba niveles paradójicos cuando muchos reivindicaban el Directo de la Sala Paúl (2012) como el auténtico sonido de Rafa Caballero. Mientras tanto, el compositor asistía divertido a estas puyas. Debía pensar que el mundo es ancho y ajeno. Y que el arte es largo y, además, no importa.
En 1967, en plena fiebre del rock experimental, Bob Dylan publicaba John Wesley Harding. Con él, volvía al folk y al country, a la música de raíz americana. Despojaba a los textos de complejidades y el estilo era mucho más directo. Es decir, se alejaba totalmente de los últimos discos tan celebrados. ¿Entiendes ese tipo de decisiones? El Señor Dylan puede permitirse asaltar mi casa de madrugada y hacer con mi vida lo que quiera. Siendo algo más serio es muy buena pregunta. Uno debe hacer y deshacer siempre y cuando sea esclavo de su creatividad. Luego está que tu público lo acepte o no. Yo ya he sufrido eso y estoy sometido a las comparaciones constantes de ¿Rc o HDR? ¿Acústicos o eléctricos? Ahora me va a tocar otra vez recibir comparaciones, el salto de lo último que venía haciendo HDR a lo que voy a sacar es abismal.
Rehenes, Inexplicable, Plástico fino... En Bohemio, Andrés Calamaro retrató un instante de gloria musical evocando, presumiblemente, sus años en Deep Camboya. En tu caso, ¿bajaste al infierno un poco y sobreviviste para contarlo? ¿Hay en el próximo álbum algún retrato de la época de Costumbres del exiliado?
Al infierno he bajado todas las veces que he podido. Quizás la época más inestable fue viviendo en Puerta Toledo. Muy pocas horas de sueño. Fueron los dos años previos a Protagonistas. El disco es un reflejo de una etapa confusa, muy nocturna. Por otro lado, no hay nada de Costumbres en el disco. Pero sí quiero rescatar temas como De carne y hueso o Tocando el techo para el directo. Llevo años sin tocar esos temas y en el formato nuevo encajan perfectos. Todas las canciones que vamos a tocar en 2016 se están reinventando en estilos latinos.
Van a cumplirse tres fines de año sin El Torta. Recuerdo que hablamos aquella mañana. ¿Cómo llevas la ausencia de Juan Moneo?
Me desperté en la playa de El Palmar. Nos habíamos reunido un puñado de amigos para celebrar el final del año. Me llegó un mensaje de nuestro amigo Alejandro López. Sin palabras. El Torta me ha cantado al oído en la calle Santa Rosa de Jerez. Siempre me gustó el flamenco, pero nunca lo devoré hasta que salí de Jerez y me fui a vivir fuera. Juan me ha acompañaba en esas primeras calles extrañas y me recordaba mi tierra y mi gente. Único. En los últimos años he perdido iconos muy importantes. Desde Chavela a El Torta, pasando por Galeano y García Márquez. Es complicado. Con Chavela Vargas tuvieron que pasar tres o cuatro meses hasta poder escucharla.
"Estoy en plena juventud, aprendiendo y rodeado de unos músicos de alto voltaje para la nueva etapa"
¿Un músico jerezano de ascendencia rockera cómo convive con el flamenco?
De maravilla. Como con otros estilos. Mente abierta, de todo se aprende. Tengo que decir que escucho bastante flamenco, y muy buen flamenco. Precisamente ahora estamos tirando de la manta y aprovechando la grandeza del flamenco para arreglar algunos temas. Va a sorprender. Hablo desde la parte instrumental. Yo sigo cantando a mi forma. Que nadie se asuste.
¿Se entiende el rock en Jerez?
Se entiende a nivel urbano. A nivel de instituciones, algo menos. Pero la convivencia musical en Jerez de estilos es amplia. Quizás deben pasar varias generaciones más para verlo más equiparado. El rock abarca muchos palos también, y ha habido, hay y habrá muy buenos grupos en Jerez. Es algo que está destinado a entenderse. El rock es patrimonio musical de la humanidad. Pienso que lo que tiene calidad hay que cuidarlo sea del estilo que sea. Tampoco vamos a negar que Jerez es tierra de flamenco puro y cuna del cante. Ojalá todos los jerezanos apreciaran y conocieran muchos más del flamenco de su pueblo.
Han pasado diez años desde que sacaste Costumbres del exiliado. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
Infinitas cosas. He ganado experiencia a la hora de componer, de grabar y de plantarme en un escenario. Pero me quedo con la cantidad de amigos y de experiencias que la música me ha dado. Largas noches de tocar, grabaciones, ensayos. Les debo mucho a todos los músicos que de alguna forma u otra, más o menos tiempo, han trabajado conmigo. Y con el tiempo lo siento más. Cuando Rafa Caballero te pide colaborar, grabar y formar parte de una grabación te está dando su vida.
¿Eras consciente mientras grababas Costumbres del exiliado de que iba a convertirse en un trabajo de culto?
Pues mira, no, porque diez días antes de grabarlo pensaba que iban a ser cuatro temas y al final fueron ocho. Y dos días antes de terminar el disco no tenía ni quien hacerme las baterías. Así como suena. Las terminó grabando Ángel Figueroa. Sí sabía que estaba dando un paso de gigante. Ahora veo la importancia de esa grabación. Me hice un hombrecito musical y me sentí preparado para probar fuera.
Sé que hay mucha gente entre el público y amigos músicos que te exigen al Rafa Caballero de esa época. ¿Cómo llevas que en mitad de un concierto te pidan Sin sombrero entre canción y canción?
Ahora la van a poder pedir. Sin sombrero es titular para esta etapa. De todas formas pasan tantas cosas durante las dos horas que tocas, escuchas tantas movidas... A veces ni ves a la gente con las luces. Recuerdo la presentación de Protagonistas en Madrid. La Moby Dick hasta arriba. Cuando te das cuenta llevas medio bolo y no sabes ni dónde estás. Se tienen muchas emociones ahí arriba. No me disgusta que me pidan canciones. Una de dos, si veo que está en el repertorio sonrío, y si no está me hago el despistado y disimulo.
¿Alguna favorita más del público se ha vuelto en tu contra? ¿Hay alguna que te emocione especialmente cantar?
Hubo una etapa más jodida que incluso dejé de cantar varios temas. A niveles personales me emocionan todas. Pero también depende el momento. Yo intento revivir cosas. Me gusta retorcerme. También por pura lógica. Yo no soy cantante de academia. Canto como canto, con mis defectos y mis virtudes. O canto con el corazón o poca cosa. Escribir y cantar tus propias canciones es como quitarse la ropa. Lo mismo no me estarías haciendo esta entrevista porque no habría nadie que me escuchara. En el mundo de la música tienes dos opciones para llegar a la gente: hacer las cosas con el corazón o tener pasta y saber invertirla. De los dos casos están llenas las radios, cada vez más del segundo. Una pena.
"El salto de lo último que venía haciendo Hoja de ruta a lo que voy a sacar ahora es abismal"
Antes de finalizar, toca una pregunta inevitable. Sería imposible por mi parte acabar esta entrevista sin preguntarte por el final de Hoja de ruta. ¿Es un buena suerte y hasta luego?
Hoja de Ruta ha dejado de existir. Sin más. No soy yo el que debe explicar su fin. Tengo la conciencia tranquila. Hemos sido compañeros y hasta el último ensayo lo que pasaba musicalmente entre las cuatro paredes del local fluía y rodaba. Del local para fuera no se ha cuidado la finalidad de HDR y el proyecto. No se ha tratado como se tenía que haber tratado. No hemos remado juntos más allá de lo musical. Ahora no hay que entrar en lo que pasaba. Simplemente ha pasado. Y nos tenemos que quedar con los buenos recuerdos, los conciertos y el cariño de mucha gente. Ahí está su legado. Y observando el panorama musical y viendo por lo que apuesta el señor dinero desde los despachos, no es poco. Vamos a rescatar parte de Hoja de Ruta para darle una oportunidad más a nuestros años de convivencia y es posible que no muy tarde haya noticias de regeneración y alegría. Eso sí, con otro nombre y otra intención. Yo soy carne de local, no vengo de ninguna academia fría. Estoy en plena juventud, aprendiendo y rodeado de unos músicos de alto voltaje para la nueva etapa. Ahora es mi turno
¿Cómo has vivido estos años entre los seguidores acérrimos de la banda y los ultrasures de tus presentaciones en solitario?
Siempre ha sido complicado. El tendido es variado y debe respetarse, pero no darle siempre lo que quiere. A Rafa Caballero le gustaría que la gente separara y aprobara una cosa y la otra. Luego es cuestión de gustos y de la libertad del consumidor. Las comparaciones son absurdas. Pero no sólo entre Hoja de Ruta y Rafa Caballero. También entre otras bandas. Hay que escuchar música. Yo defiendo la canción con mayúsculas. Mujeres y hombres, instrumentos, sonoridad y letras con mensajes. Canciones completas. Vengan de donde vengan. Le escuché decir a Loquillo que hay música para la gente que no le gusta la música. Ya que cada uno se caliente con lo que quiera. Yo hago canciones, bajo mi nombre u otro, con unos músicos u otros. Yo no vendo humo, soy real, con defectos y virtudes, de carne y hueso.
¿Al final será Contra el mundo una canción profética?
Contra el mundo es una canción donde Dani Cardiel y yo nos damos un homenaje en todos los sentidos. En primer lugar, volver a juntarnos después de unos años. Jerez, Algeciras, Madrid. En ella compartimos ideas musicales y nos ofrecemos un buen capricho sonoro. Con una letra homenaje a nuestra dedicación y amor a la profesión. Tributo a toda una generación. Más allá de la distancia y la forma de trabajar de cada uno. Es un regalo a nuestros amigos, a los que se lo merecen, claro. Si la hubiera firmado algún artista consagrado estaríamos hablando de un himno global. Lo será siempre para todo aquel le la encuentre y la sepa disfrutar. Contra el mundo vendrá vestida de muchas formas y estará donde merece, donde nos merecemos.