Madrileño-gaditana frente al mar. 'Mujer constitucional' y premio Clara Campoamor
Alicia Domínguez (1966), gaditana nacida en Madrid, es doctora en Historia por la Universidad de Cádiz y Máster en Gestión y Resolución de Conflictos por la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Es autora de El Verano que trajo un largo invierno y Viaje al centro de mis mujeres, coautora de Las puertas de la memoria y de dos libros colectivos: 102 razones para recordar a Salvochea y 65 Salvocheas. Además, en 2011 recibió el premio Mujer constitucional con motivo del Bicentenario de la Constitución de 1812 de Cádiz y también ha sido galardonada con el premio Clara Campoamor en 2016. Colabora en lavozdelsur.es con la columna Conversaciones con mi abuela.
Vive frente al mar pero reconoce que ya forma parte del paisaje y que a veces no lo valora como los amigos que pasan por su casa, "así somos los seres humanos". Atiende a lavozdelsur.es recuperándose de una "caída tonta" que acabó en fractura de vértebra lumbar. "Me he llevado 33 días de reposo absoluto, autoconfinada", después del largo confinamiento del primer estado de alarma. Un 2020, desde luego, de introspección, de fluir "con lo bueno y con lo malo". Y de escribir. Tras este La culpa la tuvo Eva (Olé Libros, 2020) vendrán más. "Esto engancha...", dice risueña.
Historiadora, empleada de un sindicato, empleada de banca y escritora. ¿A qué tiene claro que piensa seguir dedicándose el resto de su vida?
A la escritura, sin lugar a dudas.
No sé por qué pero sabía que me diría eso.
Pues mira, porque me he llevado muchos años que los quehaceres profesionales y familiares no me han permitido dedicarme a mi pasión. Y llega un momento cuando cumples 50, que de esto hace ya cuatro años, que dices: ya es mi momento. Y ya todo lo que tengo guardado en libreta tiene que ver la luz. Y también un poquito por el convencimiento de que las mujeres podemos hacerlo tan bien como un hombre. Y eso todavía, aun siendo una feminista convencida, cuesta trabajo.
¿Cuesta trabajo hasta el hecho de tomar las riendas de su propia pasión?
Sin duda, sin duda. Cuesta porque el día te lleva y son muchas obligaciones, y lógicamente atiendes primeramente de lo que te responsabilizas y lo que te da de comer. Lamentablemente en este país comer de la escritura solo está al alcance de unos cuantos. Pero en tu madurez llega un momento en el que dices que ya te va tocando, y ya me va tocando.
¿Y qué tiene la escritura que le impulsa a seguir escribiendo?
Escribo porque una vida me parece poco. Esto me parece muy corto y escribir me parece la oportunidad de vivir otras vidas, de convivir con otras personas que están en mi cabeza y que acaban siendo parte de mí, me permite idear… ser un poco Dios al crearle un destino a esos personajes. Y eso sin ninguna duda, engancha.
Dice que este libro es de obligada lectura para tantos de esos adanes como tenemos… viendo la política actual ¿no falta alguna Eva que ponga orden y concierto?
Sí, la verdad que creo que en la política actual hace falta un toque femenino y una revitalización imprescindible. Lamentablemente las mujeres seguimos sin estar ahí y, aunque es verdad que muchas mujeres hacen políticas, tengo la sensación de que hacemos política al estilo masculino y eso nos pierde. Nos hace perder nuestra identidad como mujeres y lo que de cambio pudiéramos aportar a esto. También es verdad que la presión social y cultura es muy importante… Ocurre en las empresas también. Conozco a mujeres que llegan a directivas y que, lamentablemente, como la presión es tan grande, acaban mimetizándose con las formas de hacer masculinas. Si lo hace a la manera en la que lo haría, se le echa encima la cultura corporativa que lleva años implantada. Y eso es triste, no podemos desarrollar la forma que crees que debes hacer.
¿Le han dado mucha lata los señoros en su carrera profesional y literaria?
Sí (ríe). Algunos, algunos sí han dado la lata y algunos sí han puesto zancadillas, sin lugar a dudas. Pero con el tiempo vas aprendiendo a autoafirmarte y si para algo sirve la vejez es para ir por la vida más relajada y decir: así soy yo y no voy a cambiar ni mis principios, ni mi forma de actuar porque consideres que hay que hacerlo de otra manera.
"Con el tiempo vas aprendiendo a autoafirmarte y si para algo sirve la vejez es para ir por la vida más relajada: así soy yo y no voy a cambiar ni mis principios, ni mi forma de actuar"
Entonces de autoestima entiendo que estupenda…
Bueno, no te creas, no, no, todavía no. Mucho mejor que cuando tenía 20 años, 30 y 40, pero todavía queda camino. Ya te digo que la presión social y los paradigmas culturales en los que todavía vivimos pesan mucho. Pero bueno, se van derribando mitos y apartando miedos y nos vamos poco a poco empoderando. Esto es una labora personal, pero también colectiva: el hecho de apoyarnos las mujeres y que también los hombres nos apoyen. Un mundo más igualitario permite vivir mejor a las mujeres, pero también a los hombres. Si se dieran la oportunidad de ser un poco más femeninos, de soltar esos corsés y corazas, vivirían mejor.
Con todo esto, ya en el fondo hablamos de ‘La culpa la tuvo Eva’. En su nuevo libro hay retratos de mujeres en situaciones complejas y en diversas latitudes. ¿Las reivindicaciones feministas son casi iguales, al menos de fondo, en todo el mundo, no?
Pues sí, porque lamentablemente los problemas que tenemos aún las mujeres son similares en todo el mundo, aunque en la cultura occidental hayamos avanzado más. Pero en todo el mundo se sigue sin alcanzar una igualdad efectiva, es común lamentablemente al género. Aunque en La culpa la tuvo Eva no son relatos solo de mujeres, porque hay relatos que protagonizan hombres también, sí que quería darle ese matiz de que tanto hombres como mujeres tenemos esa capacidad de decir gracias a ese sambenito que le colgaron a Eva de haber sido la culpable de haber llevado a Adán a cometer ese pecado contra Dios. Eso es lo que quería reflejar en este libro. Revalorizar ese supuesto pecado de Eva que nos dio la posibilidad de elegir.
"Seguimos dividido por la tragedia que padecimos con la Guerra Civil y el franquismo, y como no se ha hecho una transición suficientemente sana, justa y transparente, pues de aquellos barros estos lodos"
El otro día decía Martirio en una entrevista en El País que son tiempos de libertad con ira… Los mismos negacionistas de la pandemia son los que hablan de chiringuitos de feminazis. Usted que tiene un máster en mediación de conflictos, ¿qué les diría?
Que abrieran la mente un poquito, que leyeran... sobre todo, que salieran de la burbuja en la que lamentablemente hoy en día los algoritmos nos tienen metidos. Las redes sociales hacen una labor importante de información y conexión, pero también una labor de polarización política muy importante. Entonces, parece que solo leemos aquello que confirma la idea que tenemos, y eso es lo que nos llega también por las redes sociales, en función de las interacciones que hacemos. Eso significa meterte en la burbuja y radicalizar los planteamientos. A nivel social, este país debería aprender a escuchar y eso lamentablemente no lo hemos hecho, porque seguimos dividido por la tragedia que padecimos con la Guerra Civil y el franquismo, y como no se ha hecho una transición suficientemente sana, justa y transparente, pues de aquellos barros estos lodos. Seguimos aquí con los negacionistas, los que dicen que somos feminazis, con los que quieren volver a esa España oscura, triste y excluyente de desafectos y afectos... así estamos. Pero bueno, en España ocurre por una cosa y en Estados Unidos ocurre por otra. La polarización solo puede combatirse aprendiendo a escuchar al otro, sin prejuicios y dispuestos a aprender sin canallizar a nadie. Es el principio fundamental para resolver un conflicto. Es una tragedia que este país esté tan sordo.
¿Qué gran valor diría que aporta este nuevo trabajo?
Creo que aporta la posibilidad de ver desde otro punto de vista historias comunes. Este libro empieza con una historia a cuatro voces que, en un momento dado de sus vidas y en cuatro ciudades distintas del mundo, están decidiendo a la vez. ¿Qué estaría pensando Eva si pudiera ver las tesituras de estas cuatro personas teniendo que decidir algo importante en sus vidas? Como estas personas, todos tenemos que tomar decisiones día tras día. Durante 21 capítulos, mujeres y hombres toman decisiones sobre sus vidas que les conducirán al punto que se relata o a otro lado donde se desarrolla la historia. Y al final de esas historias esta la conversación de Adán y Eva donde llegan a la conclusión de que, gracias a ese pecado original, sufrimos, renunciamos, pero a cambio podemos decidir nuestra vida. Ese es el hilo conductor de estas historias.
¿Qué historia considera más especial de todas las que encierra?
Hay de todo tipo: una historia de amor en Nueva York muy hermosa entre dos personas, en la que ella padece cáncer y, de alguna manera, está viviendo los últimos momentos de su vida y quiere bebérsela a tragos largos. Es una historia entrañable cuya figura central está inspirada en una amiga mía que falleció de cáncer y era así: vitalista, que no se quejaba, positiva... Otra historia muy significativa es una que le dedico a Juana Monge, una víctima de violencia de género a la que asesinó su marido cuando fue a pedirle que se sometiera a un tratamiento de quimioterapia porque estaba enfermo de cáncer... fue para mí muy impactante. Otro relato con mucho significado es la historia de una madre y una hija cuyas vidas sufren un antes y un después porque la hija descubre un secreto de familia relacionado con la muerte del padre durante la Guerra Civil. Son las tres quizás las más sentidas.
¿Usted se permite pecados aunque se sienta culpable?
Cada vez más (ríe). Ya te he dicho que a partir de los 50 una va por la vida mucho más relajada... te permites más transgresiones que antes no te permitías. Eres más piadosa y compasiva contigo misma. Y sobre todo, no sé si me quedará mucho, poco o regular, pero sin duda lo que tenga que venir quiero que sea más consciente, más elegido. Entonces, me permito más pecados que antes y cuando los cometo, me culpabilizo mucho menos.
Cómo marcó eso de la educación nacional-católica a muchas generaciones de este país y lo del 'por mi culpa, por mi gran culpa...'
Fíjate que hay pocas oraciones, aparte del padrenuestro, que recuerdo, pero eso de por mi gran culpa... Dios mío, qué peso más grande. En esta cultura judeocristiana la culpa está muy presente, pero también la transgresión de los preceptos morales que deberíamos preservar también está muy presente. Yéndonos a la política, todas esas corruptelas de nuestro país deberían hacer sentir culpable a más de uno. O ser xenófobo y católico. Vivimos en una contradicción permanente. Y yo, no solo soy respetuosa con las personas creyentes, sino que las envidio porque tienen algo a lo que agarrarse. Enfrentarte a la existencia a pecho descubierto y creer que si te mueres no hay nada... me dan envidia, pero que no me intenten imponerse sus creencias.
¿Piensa salir mejor de esta pandemia?
Como humanidad no tenemos arreglo, pero sí creo en las buenas personas. A título individual sí hay un grupo de personas en mi entorno que ha aprendido algo de todo esto, sí he visto un crecimiento individual importante a pesar de los dramas y la desesperanza que esto está trayendo. Muchos estamos aprendiendo del valor de los abrazos, de la solidaridad, de dedicar tiempo... y yo me quedo con eso. Día a día, hay personas que están haciendo lo indecible para ayudar a los demás. Mi felicitación navideña de este año se resume en: Feliz fluir con la vida. Si algo me ha enseñado la pandemia es la necesidad de fluir con lo bueno y lo malo. No podemos aferrarnos solo a lo bueno, es autoengañarnos.
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