La recuperación del pasado es un ejercicio consciente del recuerdo al que solemos identificar con la memoria, el primero evoca y reconstruye nuestra vida y acaso la de los muy cercanos a nosotros. La segunda es un arca donde han ido a parar todos esos signos exteriores de la sentimentalidad colectiva, nuestros gustos, las modas, las canciones, los olores…, con ellos se entrevera nuestra otra memoria, la cultural, sesgada, contradictoria y a veces caprichosa.
Adentrarse en los recuerdos de los flamencos siempre es un viaje nostálgico hacia una arcadia feliz con ciertos ingredientes melodramáticos. El modelo literario de la biografía se ha ido convirtiendo en moneda común y quien tiene oportunidad procura amonedar esos recuerdos en palabras escritas. Reconozco que este tipo de literatura a veces me provoca cierto rechazo porque en muchos casos suelen ser una crónica de acontecimientos no muy bien redactada y redundante, ser transcriptor de la memoria tiene su compromiso con el biografiado pero también con los lectores.
Conversaciones flamencas con José Luis Luque Navajas de Ramón Soler Díaz y Rafael Ruíz García es un libro que nos acerca a la figura de un malagueño que vivió en persona los años en los que la flamencología hizo su aparición. Al mismo tiempo, recorremos a través de sus recuerdos el posicionamiento ideológico de las peñas flamencas, así como la puesta en escena del flamenco de los años sesenta y setenta.
Reedificar recuerdos, ordenarlos y dar sentido a una memoria prodigiosa como la de Luque Navajas, es siempre interesante ya que el discurrir de la misma corre paralelo a acontecimientos en otros puntos de la geografía flamenca.
El malagueño es de los que justifican lo vivencial desde la juerga, cree que hay diletantes que huyen de esa palabra, sin ella, esa manera de entender el flamenco sería toreo de salón.
A lo largo del relato va rememorando distintos actores que vivieron la construcción social del flamenco, cuyos perfiles se encontraban en distintos estratos de la sociedad malagueña de los años cincuenta. Su profesión de abogado le permitió conocer la ciudad de Granada en sus años de estudiante y después ejerciendo en su Málaga natal. Precisamente su contacto con flamencos que vivían en barrios marginales le provocó no pocos problemas con la sociedad burguesa de entonces por defender a raterillos y granujillas.
Salen a luz figuras como las de Diego El Perote, Juan Mojama, Fosforito, Mairena, Antonio Chacón y hasta Fernando Terremoto por citar algunos, amén de muchos cantaores de la escuela malagueña de entonces, muchos desconocidos en la flamencología oficialista pero importantes a la hora de transitar por el flamenco.
También afloran sus diferencias con coetáneos suyos: por la autoría de letras, por el posicionamiento de ideólogos como Antonio Mairena y su cohorte en los concursos que no tuvieran como eje articulador la ciudad de Sevilla y por la escasa flamencura de Caballero Bonald.
Participó en la creación de la Peña Juan Breva y del primer Congreso de Flamenco de Málaga lo que le posicionó desde un punto de vista hegemónico en ciertos procesos mediáticos, como el de la recuperación de la fiesta de los verdiales.
Probablemente algunas de estas aseveraciones estén lastradas por la subjetividad, solo conocemos la visión de uno pero carecemos de la del otro. No obstante estas conversaciones tienen la virtud de establecer conexiones con lo que se ha escrito de esa época, por ejemplo por el jerezano Juan de la Plata, con quien coincide en concursos y encuentros de estudios relacionados con el flamenco, y con Arcadio de Larrea, un musicólogo que hizo un gran esfuerzo por que el flamenco alcanzara categoría de estudio, como es el caso de la Semana de Estudios Flamencos celebrada en Madrid a finales de los años sesenta en la que participó tanto Luque Navajas como Juan de la Plata.
Estos recuerdos de Luque Navajas en forma de conversaciones tienen la virtud de situarnos en un momento en el que los estudios y el asociacionismo flamenco adquieren un papel protagonista, fruto de sus intereses políticos, culturales y sociales, que dieron lugar a una resemantización del flamenco y de sus geografías excluyentes.
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