En los ochenta se decía que, o declarabas a tu banda heavy abiertamente satánica, o se volvería sospechosa de satanismo para los grupos de presión evangélicos. De ahí que ninguna otra divinidad, ser feérico o ente sobrenatural de cualquier especie haya recibido más tributos rockeros que Satanás, aunque casi siempre por parte de profanos.
Hubo una época, en torno al cambio de década de los sesenta a los setenta, en que dicha estética explotó: Black Sabbath, Dr. John, El Ritual, Salem Mass, Bedemon, Lucifer’s Friend, Satan and Disciples, Death SS… Incluso aquellas bandas “ocultistas” de las que no ha quedado un gran registro histórico (como pueden ser Dies Irae, Bulbous Creation, Necromandus, The Shiver, Writing on the Wall…), no nos dejan claro su grado de iniciación detrás de una afición por la estética oscura que, sin duda, encaja demasiado a la perfección con los gustos del adolescente y con los disgustos de sus sufridos padres.
Si con los que loaban a Dios tuvimos que ser selectivos, no caben concesiones hacia los de su Némesis.
Este es un grupo satanista que grabó el primer disco ocultista de la historia del rock. Introdujeron el signo de los cuernos en la música popular, su debut empezaba con una canción llamada "Black Sabbath" y tenían como miembro a Oz Osborne.
-Los Black Sabbath, ¿no?
-Pues no: es Coven, y su disco Witchcraft Destroys Minds & Reaps Souls (1969) culmina con la grabación de una misa negra de 13 minutos.
Sacrificio en directo de Black Widow.
Black Widow grabó en su debut (Sacrifice, 1970) uno de los primeros discos satanistas de la historia, y uno de los más auténticos. Lejos de los faroles ocultistas de Black Sabbath o Led Zeppelin, los ingleses oficiaban en el escenario auténticas misas negras, que solían culminar con el sacrificio (fingido) de una mujer desnuda. Su consejero mágico era el Rey de los Brujos Alex Sanders, quien llegado el momento les advirtió públicamente de que si seguían por esa vía acabarían invocando al demonio Astaroth (nombre, por cierto, de otra banda satanista contemporánea).
La espiral de drogas, paranoia y satanismo llegó al culmen cuando el batería Clive Box empezó a notar que todo le iba mal: perdía cosas importantes, se le estropeaba el coche... Aterrorizado, presionó a sus compañeros para abandonar las temáticas mágicas. Los siguientes intentos fueron, tanto en lo musical como en lo lírico, bastante más mediocres.
Un disco de nombre Misa Negra (Black Mass, 1971) compuesto por un tal “Lucifer” no pinta nada mal. Detrás se escondían los experimentos al sintetizador moog de Mort Garson, que ya había firmado, en The Zodiac: Cosmic Sounds (1967), una suite en honor a los símbolos del zodíaco.
Bajo el pseudónimo Ataraxia, lanzará en 1975 The Unexplained, instrumental destinado a acompañar ejercicios de meditación, y, un año después, en Mother Earth's Plantasia, su último lanzamiento conocido, se pondrá como objetivo componer música para ayudar a crecer a las plantas.
Al otro lado de los sintetizadores, el temido fundador de la Iglesia de Satán, Anton LaVey. Su primera prueba auditiva, The Satanic Mass (1968) era la grabación de una misa negra conducida por él mismo, que incluía el bautismo de su hija Zeena (el primer bautismo satánico registrado). Por aquel entonces, un remedo de la liturgia cristiana ya había inspirado a The Electric Prunes y Plus, y no tardarían otros brujos, como Alex Sanders (A Witch Is Born, 1970), en grabar para la historia sus respectivos ritos de iniciación.
Tras casi treinta años años de silencio discográfico, el Papa satánico prorrumpió con un álbum y un EP inexplicables. El nombre de éste les hace justicia: Strange Music. ¿El contenido? Covers de clásicos, terroríficos como cachondos, con alguna composición propia rescatada de un memorable documental sobre sus actividades, Satanis (1970).
Robert Johnson, el rey del blues del Delta, falleció en 1938 a la tierna edad de 27 años.
La leyenda dice que así pagó su deuda con el Diablo, a quien había vendido su alma en un cruce de caminos del Mississippi rural. Algo le indicó que fuera al encuentro de un gran hombre negro que le aguardaba en la noche cerrada. Éste afinó su guitarra, la tocó un rato y se la dio, concediéndole de súbito la maestría en el blues que le hizo inmortal. Algunos ven en el diablo de la leyenda a Papa Legba, divinidad vudú que frecuenta los cruces de caminos.
Si 27 años fue la edad máxima que el Maligno le permitió sobrevivir, ¿hemos de inferir el mismo pacto satánico para los miembros del famoso “club de los 27” (Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse...)? Aunque, a diferencia de estas luminarias, Johnson no disfrutó de gran fama en su corta carrera, sí que parece haber homenajeado a su mentor en algunos de sus temas (fruto, o quizá origen, de la leyenda), como “Crossroad Blues”, “Hellhound on my Trail” o el que hoy les traemos:
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