¿Qué director debería llevar al cine o a una serie esta historia?
No te voy a engañar, me gustaría que esto pudiese tener otro recorrido más allá del libro, pero es muy complicado. No es solo complejo el personaje de Frits Knipa, sino también los sitios tan diferentes en los que estuvo: Alemania, Holanda, Francia, Italia, Portugal, España, Marruecos, Estados Unidos, Argentina...
Una de las conclusiones del libro (y no hacemos spoiler) es que Doctor Pirata acabó huyendo de sí mismo.
Es una historia con muchísimos matices y uno de los principales es precisamente ese. Es un hombre que se pasó la vida huyendo, desde que era prácticamente adolescente y quería conocer mundo y correr aventuras. Le daba igual en qué barco, fue capaz de ir de Holanda a Italia a pie y en autostop para embarcarse. Se pasó toda la vida huyendo, de los nazis, de la CIA, de mafias internacionales, del Mossad… y siempre escondiéndose, y por eso mismo siempre interpretando a tantos personajes a través de, como mínimo, ocho personalidades.
Las mil caras de Frits Knipa. Demonio, héroe de guerra, espía, galán...
Este miércoles llega a las librerías Doctor Pirata. Un médico nazi en la España de Franco (Kailas, 2020), un alumbramiento que obsesiona al escritor y periodista Wayne Jamison (Rota, 1970) desde hace unos tres años. Un sudoku con sus días y sus noches para reconstruir, “partiendo casi desde cero”, la poliédrica y trepidante historia de Frits Knipa. El nombre auténtico, que no supo hasta mucho más tarde, de un escapista que empleó, como mínimo, ocho identidades diferentes a lo largo de una vida en la que acabó como falso médico al frente del sanatorio de Santa Clara en Chipiona, pero antes de eso, recibiendo la Cruz de Hierro, máxima distinción del III Reich, por su vinculación al nazismo a través de la Gestapo.
Knipa llega a Jamison, autor afincado en Jerez, a través de sus investigaciones sobre los nazis en el Sur de Europa, más concretamente en la provincia de Cádiz, y mediante una carta que lee en un rotativo local firmada por la octogenaria Liana Romero, hija de la llamada Mata Hari del Sur —la agente doble Larissa Swirski—, donde hablaba que "Frederiche von Freienfels pasó a ser el doctor Luis Gurruchaga Iturria cuando se refugió en Chipiona. El médico pronto se hizo popular entre los lugareños por su enorme carisma y su gran profesionalidad”. Eran los dos primeros nombres falsos, las dos primeras piezas de un rompecabezas casi imposible sobre un hombre que murió y resucitó dos veces, que luchó con la Resistencia y se pasó al otro bando, que se codeó con la jet madrileña de los 40 y con el franquismo —se veía mucho con Carrero Blanco en Chipiona—, pero que también ayudó a salvar vidas con la explosión de 1947 en el polvorín de Cádiz.
Ese fue el germen de esta historia en la que Jamison ha acabando poniendo en común a familiares del Doctor Pirata. Su propio hijo, Frederik Van Goor, llegó a viajar de Utah (en Estados Unidos) a El Puerto para conocer al autor de una obra en la que el periodista y escritor se ha sumergido de forma casi obsesiva, como él mismo reconoce. “Ha sido un parto muy largo, llevo más de 30 años ejerciendo el periodismo y sin duda esta ha sido la investigación más complicada que he abordado”. Tras La sombra del Führer, Esvásticas en el Sur y Doctor Pirata, Jamison, que tiene embargado un libro sobre los concursantes-juguetes rotos del programa OT y dirigió la cabecera jerezana de Vocento durante su corta vida, ya piensa en el siguiente reto.
¿Ha llegado a hartarle tanta impostura?
No me he quedado harto, pero sí con la necesidad de dejar de centrarme casi de lleno en esta persona. No había bibliografía, solo un artículo que no contaba cosas ciertas, solo en base al imaginario colectivo de Chipiona, una leyenda sustentada en lo que él quería que se contase. De esas dos identidades falsas me fui a callejones sin salida, intentando encajar piezas que eran imposible de encajar. Buscaba y rebuscaba, y la clave fue dar con la identidad auténtica de este hombre, y la persona que me ayuda a eso es Francisco Javier Sempere, que ha estado en buena parte del proceso de investigación. Encontró un anuncio del BOE, cuando no estaba digitalizado, y enumeraba una serie de identidades hasta incluir la auténtica.
En un personaje tan poliédrico y tan volcado al lado de la maldad humana, ¿hay algo salvable, se llega a empatizar con el personaje?
Sí, totalmente. Ya quizás esa fase la pasé. He tenido muchas dudas, me he dado cuenta de que no es posible ni justo calificar a una persona por algunas de sus acciones. Y lo que más me atrajo de todo es que expresa al máximo la dualidad del ser humano, cómo en una misma persona se puede concentrar tanto mal y tanto bien. Hizo cosas muy malas, fue un contrabandista, un agente de la Gestapo, ejerció la medicina sin titulación, fue un delincuente..., pero también fue capaz de hacer cosas muy buenas, como ayudar a mucha gente tras la explosión de Cádiz, o con la historia de un hijo biológico que tuvo en Amsterdam, que engendró con una amante casada con un judío al que él ayudó a que abandonara un campo de concentración. Mucha gente mayor lo recuerda en Chipiona como el doctor Milagro, cuidaba a desahuciados, a gente sin recursos, sin pedir nada a cambio… y además de todo eso, fue capaz de amar, y con mucha intensidad: a su madre, a Victoria, una de sus esposas en el Madrid de los 60… Esas correspondencias, esas cartas que he podido leer, enseñan otra persona que tenía también corazón, como todos al fin y al cabo.
Al final todos somos presos de nuestras contradicciones.
Es eso. Exactamente. Empecé a investigar a este hombre esperando encontrarme a un monstruo, por aquello de que nos gusta asomarnos al abismo. Y esperaba encontrarme lo que se había contado: que si era un médico de la SS; que gaseó un vagón de judíos; que experimentaba con mujeres… y que encima estuvo muy cerca, aquí en la provincia de Cádiz. Pero fui descubriendo cosas y veía cada vez más matices, y veía que a la vez era un pícaro, poco convencional, pero siempre capaz de acercarse a quien no le convenía en cada momento.
Hizo cosas muy malas, fue un contrabandista, un agente de la Gestapo, ejerció la medicina sin titulación, fue un delincuente..., pero también fue capaz de hacer cosas muy buenas
Una de las grandes heridas que deja abierta esta historia es la de Irmgard Lundberg y su pequeño Fred, al que se cree que pudo raptar el Doctor Pirata… La señora falleció sin hallar pista alguna de su hijo, desaparecido en Chipiona.
Para mí es la gran espina de esta historia. Una mujer que tenía 95 años, la madre de Fred Lundberg, el hijo pequeño que se lo arrebatan. Después de dos años y pico en contacto con ella, de muchas entrevistas, videoconferencias... ella tenía muchas esperanzas en que alguien pudiese leer este libro y se atreviese o cayese para aportar algo sobre el paradero de su hijo. Siempre me repetía que no quería morirse sin saber qué pasó con su hijo. Cuando ya en diciembre pasado estuvo a punto de morir, no podía esperar más a contar la historia, esta parte de la historia, por si alguien podía aportar algo. Me sigo emocionando cada vez que hablo de esta historia. Se llegaron a hacer pruebas de ADN de gente que apareció, pero no eran su hijo.
Es un trabajo que reflexiona también sobre la identidad, y la falsa identidad, algo muy actual…
En el fondo hay muchos doctores Pirata hoy en día. Historias de gente que suplanta identidades y vive otras vidas siguen existiendo. En parte empecé a sentir atracción por este personaje a raíz de un caso de corrupción política en Cataluña, el caso Turismo, que me cogió cuando trabajaba en el Diario de Tarragona, y ese tema lo llevaba yo. El director general de Turismo, que fue el principal cargo implicado, acabó huyendo a Latinoamérica y trabajando en un hotel, se suicidó en extrañas circunstancias… No sé, hay muchos vínculos con muchas historias de hoy. Hoy, que es mucho más fácil, está casi socialmente aceptado tener perfiles falsos, también para hacer daño y contar mentiras.
¿Ha tenido que autocensurarse?
A medida que me fui picando y me di cuenta de que podía completar toda su vida, y me pareció tan increíble, huí de la idea inicial de una novela documental, y me volqué en plasmar todo lo que pude demostrar y todo sobre lo que tenía pruebas. Lo que no he podido demostrar, como parte de su vinculación con Franco o el poema de Celaya que se refiere a Luis Gurruchaga, no va en el cuerpo principal del libro. Y luego sí he tenido mucha duda sobre cómo tratar el tema de su hermano y, especialmente, la hija de éste, que sufrió mucho en su momento, y tuvo mucho miedo a revisitar todo esto en Holanda.
¿Con esta obra cierra una especie de trilogía del nazismo en el Sur de Europa, o quedan ganas de seguir escarbando en estas historias?
Todo esto empieza con una especie de novela documental, La sombra del Führer, pero empiezan a llegarme historias, y de ahí Esvásticas en el Sur, y de ahí Doctor Pirata. Sin quererlo, me han visto como la persona que puede transmitir historias de este tipo. No paran de llegarme historias sobre el nazismo, y tengo una segunda entrega de Esvásticas en el Sur ya acabada. No era mi voluntad centrarme solo en estas historias, pero creo que los próximos libros seguirán hablando de esto.
Al final, tenemos lo que acabamos consumiendo: información a golpe de tuit y solo importa que el mensaje llegue sin reflexión en una frase. En eso Trump —o sus asesores— es un maestro
Otra falsedad de hoy en día, ¿le preocupa que los premios literarios vayan a parar a manos de quienes tienen más seguidores en redes, no al nivel de las obras?
Pero esto es como todo. Es como si a Belén Esteban le da por hacer de reportera en la calle o escribir un libro... y puede hacer ambas cosas. Con el periodismo lleva tiempo pasando esto, que no es lo que era desde hace mucho tiempo. Hoy casi cualquiera puede ejercer de periodista, y de eso tienen mucha culpa las redes sociales. Al final, en el tema editorial pasa algo parecido: prima el interés comercial y eso hoy lo dan los seguidores. No lo entiendo, pero no me sorprende. Todos somos mayorcitos y deberíamos saber qué consumir. Jode mucho, pero bueno… tampoco aspiro a eso. Solo intento contar historias, y antes lo hacía en periódicos y ahora en los libros. Solo varía el formato. Ya luego, que me lea quien quiera.
¿Qué le dice su familia norteamericana sobre el futuro de Trump y las elecciones de noviembre…? ¿No le ha olido a montaje tipo Doctor Pirata el numerito del covid?
Me he quedado alucinado al verle en el telediario. Pero también te digo: a Trump le han votado, ¿de quién es culpa que esté ahí? Me preocupa muchísimo, ya me preocupó cuando ganó en su día, y ahora… bueno, todo esto se ha convertido en política espectáculo. Al final, tenemos lo que acabamos consumiendo: información a golpe de tuit y solo importa que el mensaje llegue sin reflexión en una frase. En eso Trump —o sus asesores— es un maestro. Se le da bien hacer el payaso.
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