Paco de la Rosa y nuestros lazos flamencos con París

Al hilo de la noche internacional de la Fiesta de la Bulería dedicada a la capital francesa, que se celebra este próximo viernes en los jardines de La Atalaya

Paco de la Rosa, tras un encuentro con este medio en 2020.
Paco de la Rosa, tras un encuentro con este medio en 2020. MANU GARCÍA

Llega una nueva Fiesta de la Bulería con su noche dedicada a otros territorios, que, desde hace unos años, adquirió rango internacional: Japón, California y, ahora, París. Y qué tiene que ver la Ciudad de la Luz con Jerez y con sus flamencos, se preguntarán algunos. Pues mucho más de lo que imaginamos. En sucesivas visitas, he podido comprobar el aprecio y valoración que —como en tantos otros lugares, dicho sea de paso— se tiene allí por el flamenco en general y por el nuestro en particular.

Este hecho, bastante extendido, cobra en la capital francesa una especial relevancia cuando uno repasa la nómina de artistas jerezanos que pasaron por ella. Para efectuar esta revisión, me baso mayormente en el relato que hace el jerezano Paco de la Rosa en el último número de la Revista de flamencología de la Cátedra del mismo nombre. Recomiendo vivamente su lectura, porque, además del balance que supone, su texto está lleno de jugosas y vívidas situaciones y anécdotas, a veces hilarantes, compartidas con muchos de nuestros artistas, la mayoría ya en el recuerdo, desgraciadamente.

La presencia de tantos flamencos jerezanos como les vamos a relatar en la capital del Sena tiene su razón en un nombre, el de Paco de la Rosa, que ha ejercido durante decenios de oficioso embajador nuestro en París. Más allá de su trabajo de asesor cultural en la propia Embajada española y del de profesor en la Sorbona, hay que destacar, sobre todo, su trabajo por el flamenco en general y por el de Jerez muy en particular. De la Rosa, junto con Frédéric Deval y otros compañeros, fundaron en la década de los setenta del siglo pasado la asociación Flamenco en France, que sería de una importancia trascendental para que nuestros artistas viajaran hasta allí.

Porque Paco, a la primera oportunidad, se llevó para Francia una buena representación de sus amigos de Santiago y San Miguel: El Torta, Luis de la Pica, Capullo, una muy joven Macanita y La Marchena, con las palmas de Chicharito y las guitarras de Moraíto y Periquín fueron los primeros, pero luego, y en sucesivas tandas, fueron viajando más y más en una relación difícil de contabilizar. Manuel Agujetas protagonizó un ciclo y Diego Rubichi otro como saetero. No faltaron los Sordera, los Moneo, Fernando de la Morena y Mateo Soleá con Antonio Jero, entre otros muchos.

Con los años, la asociación Flamenco en France cambió de orientación y el rastro jerezano hay que buscarlo a través de la Fundación Meridiano o la de Royamont, residente en la abadía del mismo nombre, que visitaron artistas más jóvenes como Gerardo Núñez, Jesús Méndez, Manuel Valencia o Pepe del Morao, entre otros. Más allá de estas presencias, no se puede olvidar la excelente relación de grabaciones de flamenco de Jerez que Frédéric Deval, como productor — y Paco, supongo que como asesor de artistas— nos dejaron dentro del sello Auvidis Ethnic.

Se trata de ocho grabaciones, todas imprescindibles, y algunas de una importancia fundamental. Porque, qué sería de nosotros sin el Morao y Oro de Moraíto (1992), sin los Colores morenos de El Torta (1994) o sin Con el alma de La Macanita (1995). El primero de la serie había sido Jerez, fiesta & cante jondo (1991), con Manuel y Juan Moneo al cante con ilustres invitados para una memorable fiesta por bulerías de media hora de duración. Luego vendrían Fernando de la Morena (De Santiago a Triana, 1994), Barullo (Plazuela, 1995), Diego Rubichi (Luna de calabozo, 1996) y Fernando Terremoto (Cosa natural, 1997). De la importancia de estos discos saben los conocedores: todos o casi todos son imposibles de encontrar, pero ahí quedaron y muy agradecidos que les estamos al recordado Frédéric y, por supuesto, a Paco.

La noche del viernes, en los jardines de La Atalaya, dentro de una Fiesta de la Bulería este año más extendida, De la Rosa dirige un espectáculo que tratará de captar la magia de aquellas presencias jerezanas. Estarán algunos supervivientes, como Mateo Soleá o Juana la del Pipa, que llegaría a París con la Compañía de Manuel Morao. No podía faltar la maestra Ana María López, para dirigir un baile que trae, 40 años después, a jóvenes bailaoras como las que llevó Morao con el espectáculo Esa forma de vivir. Jerez y París unidas de nuevo en el flamenco.

Sobre el autor:

Fermín Lobatón.

Fermín Lobatón

Periodista y experto en flamenco.

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