La Lola es un espacio de puertas abiertas: abiertas al feminismo, a la inclusión, a la comunidad LGTBIQ+, a la diversidad funcional, a los nuevos discursos, al intercambio de ideas, a repensar la libertad escrita, cantada o bailada desde el flamenco. La primera peña que nace en el mundo con esta vocación. “Las peñas ya son inclusivas” o “Este problema ya no existe” es lo que opina cierto sector para intentar desacreditar que surjan este tipo de proyectos. En 'La Lola' tienen muy claro su argumentario y defienden con pasión (que no con enfado) la importante labor de divulgación y pensamiento que vienen a completar con este posicionamiento: “El flamenco es patrimonio de la humanidad y no puede ser el reducto de unos cuantos”, afirman desde la peña.
Es cierto que el flamenco ha estado impregnado del discurso dominante, por lo que muchas mujeres tenían que dejar el escenario en cuanto se casaban o los artistas homosexuales tenían que reprimir o ocultar su sexualidad ante el público. Si el flamenco es patrimonio universal, hay que echar la vista atrás para investigar aquellas disidencias que han ido apareciendo a lo largo de su historia; y por supuesto hay ofrecer un lugar abierto y seguro para acoger y apoyar las prácticas que se plantean en la actualidad pensadas desde el feminismo o el colectivo LGTBIQ+.
"El flamenco siempre ha sido diverso y feminista, el problema es no saberlo"
La Lola abrió sus puertas a finales de 2020 y pese a la pandemia no han parado de trabajar. Ahora ultiman los preparativos para una nueva temporada que viene llena de talleres, proyecciones, foros y el primer congreso de flamenco diverso. En palabras de Sonia Arnáiz, su vicepresidenta, “La Lola es una peña abierta al diálogo y al intercambio, un espacio de producción y de pensamiento”. Pero, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a la diversidad en el flamenco? “Diversidad en su más amplio sentido. Diversidad feminista y sexual, pero siempre estamos abiertas a otras diversidades y necesidades de inclusión, un espacio flamenco para todas las corporalidades”, añade Begoña Sánchez, miembro de la junta directiva.
“El flamenco siempre ha sido diverso y feminista, el problema es no saberlo. Hay mujeres guitarristas desde hace 200 años, pero no han sido visibles. Hay necesidad de poner el foco”, completa Sonia. “Las mujeres son las madres del flamenco. Las abuelas han sido las transmisoras desde la cuna o los patios de vecinos, pero la educación machista ha quitado a las mujeres del flamenco. Era un matriarcado y hay que recuperar su sitio”, añade Carlos Cabra, socio de la peña.
El flamenco es una de esas artes —un modo de vida, piensan por La Lola— que rápidamente puede ser objeto de polémica. No es extraño escuchar las palabras ortodoxo y purista vinculadas a él, y desde un tiempo a esta parte, con la irrupción de artistas que se aproximan al flamenco desde múltiples perspectivas, tenemos el debate asegurado: voces que desde la crítica pretenden marcar líneas rojas para decir lo que es y lo que no es flamenco; otras que plantan cara y celebran la libertad con la que el flamenco se cuela en nuevos formatos, creando experiencias híbridas que cada vez huyen más de las etiquetas.
Una de las figuras incontestables del flamenco y de la identidad andaluza es Lola Flores, que parece estar viviendo un nuevo boom mediático desde que sus icónicas frases se cuelan sin cesar por las redes o los anuncios de cerveza recrean discursos con una simulación de su voz (que por cierto, ni el texto ni la voz pertenecen a ella, que aun hay rezagados que así lo piensan). En mitad de esa “fiebre de Lola”, ¿desde qué perspectiva la rescatan en la peña? “Lola es un personaje inmenso, una mujer rompedora con una personalidad muy potente. Era brillante por sí misma y además se lo creía, cuando todavía muchas mujeres tenemos miedo a creer en nuestras posibilidades, porque socialmente estamos educadas para ser generosas y permitir el brillo ajeno”, comenta Sonia.
"Desde el feminismo andaluz ahora retomamos y resignificamos iconos como el de Lola Flores, Rocío Jurado o La Paquera"
“La identidad andaluza ha sido denostada y deslegitimada. Nuestros iconos y el andalucismo han sido utilizados como el españolismo de la época franquista, y por desgracia otro tipo de nacionalismos han atacado nuestra identidad. Desde el feminismo andaluz ahora retomamos y resignificamos iconos como el de Lola Flores, Rocío Jurado o La Paquera, que fueron mujeres que legitimaron por ellas mismas la identidad andaluz”, añade Begoña. “Lola hacía una ruptura en los márgenes muy dignos de valorar. No se plantó ante el Régimen pero jugaba a su manera. Carmen Amaya o Miguel de Molina se plantaron y tuvieron que exiliarse”.
¿Es el flamenco un arte que potencia más esta diversidad? “Todas las artes pueden mostrar esta diversidad, pero el flamenco es el nuestro”, afirma Carlos. “No quiero hacer un parangón comparativo, pero es cierto que en el flamenco es muy complicada la ruptura con la masculinidad imperante y de todos los discursos de diversidad. El flamenco ha sido siempre un espacio de hombres, es más, de determinados hombres. Hay una doble resistencia”, añade Carmen.
"Ningún discurso heteronormativo purista puede deslegitimar el nuestro"
En La Lola se habla de la búsqueda de nuevas miradas y de recuperar la memoria invisible, pero también se meten en la piel de aquellos artistas que tuvieron que vivir el flamenco desde el ocultamiento de su orientación sexual: “La diversidad sexual está presente en el flamenco desde siempre pero se ha invisibilizado. No te expresas igual cuando lo haces doliente por algo que no puedes decir que cuando eres feliz y lo puede mostrar”, explica Sonia. “El flamenco es patrimonio de la humanidad y no puede ser el reducto de unos cuantos. Ningún discurso heteronormativo purista puede deslegitimar nuestro discurso”, prosigue Begoña. “El flamenco vive de la apertura que tiene, es un arte vivo”, concluye Carlos.
Si Lola Flores dio muestras de todas las mujeres que llevaba dentro, con las que fue jugando a lo largo de su vida, la peña recoge el testigo y pretende ser un lugar donde quepan todas las “Lolas” del mundo. Es la peña donde ir para poder expresarse sin miedo o donde enviar una propuesta con la libertad de saber que no hay que explicar nada. Desde La Lola lanzan un llamamiento a la ciudadanía para que forme parte de ella: “Las peñas se hacen con las personas”.