Winterreise (Viaje de invierno), de Franz Schubert, es una obra que está considerada el máximo exponente del ciclo de lied. Un grupo de canciones sobre la vida y el amor a las que Rafael R. Villalobos da una nueva visión escenificada a través del contratenor Xavier Sabata y el pianista Francisco Poyato, que protagonizan este "particular viaje interior" en el Teatro Villamarta el viernes 18 de marzo. Los versos de Wilhem Müller se convierten, en manos del compositor vienés, en el paradigma del sentimiento del idealizado hombre romántico. Rafael R. Villalobos llega al coliseo jerezano “contento y emocionado”, aquí hizo Orfeo hace tres años y guarda buenos recuerdos y buenos amigos.
¿Cómo es crear una nueva dramaturgia, reescribir una obra como Winterreise?
Era todo un reto llevarlo a escena porque en realidad no es una obra dramática, es un poemario de Müller. Desde el principio tuve claro que quería crear un personaje, ya que no podía contar una historia. Me centré más en quién es esa persona que inicia ese viaje, o que está en mitad de ese viaje. Creamos este personaje que es “un hombre un poco perdido en el invierno de su cabeza y de su alma”. Es un viaje hacia el interior, más que un viaje hacia el exterior. Es un personaje muy inspirado en el teatro de Samuel Beckett, en estos personajes de Esperando a Godot, que en realidad no esperan nada. Hemos trabajado mucho la retórica del texto y la música, teniendo en cuenta cómo Schubert compone la música muy específicamente pensando en ese texto. Es un trabajo muy artesanal, para nada espectacular. Es un trabajo muy minucioso de interpretación de la palabra y muy detallista. Un proyecto donde menos es más y se ve la esencia del poemario.
"Es un proyecto que habla del 'invierno de nuestra cabeza', de los rincones oscuros"
Trabaja mucho la parte social, la ópera como herramienta de transformación. En este caso, ¿cómo se ha plasmado?
Me interesa mucho la salud mental. Es un proyecto que habla mucho del “invierno de nuestra cabeza”, de los rincones oscuros. Por suerte, cada vez somos más conscientes de que hay que poner el foco en esto, tanto como lo ponemos en nuestro aspecto físico.
¿Y qué preguntas plantea?
Yo diría que la gran pregunta es qué es la espera y a quién esperamos, por qué vivimos muchas veces desde la espera. Estamos esperando a que algo ocurra o que alguien llegue, que algo pase. Este es un personaje que vive entre el pasado que recuerda y el futuro que no llega y anhela, y que está completamente desconectado del presente. El reto de todos es vivir en el presente. Yo siempre pienso que no tengo nada que contar, tengo unas intenciones y lo que me interesa es explorar la obra, encerrarme con los artistas, que me estimulen y descubrir.
La selección de un contratenor para esta obra resulta una propuesta diferente.
Esta obra se ha cantado con voces que se consideran tradicionalmente masculinas desde la hegemonía, como un barítono, un bajo barítono o incluso un tenor, pero en este caso una apuesta muy importante de Xavier era hacer un acercamiento desde una voz no considerada (bajo el prisma cis heteropatriarcal), masculina, como es la de un contratenor. Es muy interesante la dualidad entre lo que ves y el sonido que te llega.
¿Cómo ha construido el espacio escénico?
El espacio es vacío, no hay superposición de capas. Es una especie de ‘no lugar’, de desierto negro donde hay unas butacas de cine, para hacer referencia a la soledad. También es fundamental el uso de la luz, acompaña la arquitectura musical de Schubert. Lo que hace atractivo al proyecto es la desnudez, al final solo hay un intérprete en escena y yo creo que no se necesita nada más. Tiene una desnudez abrumadora. Vemos proyectos muy espectaculares, en una sociedad con un bombardeo tremendo de imágenes, pero aquí lo que tenemos son 75 minutos de una persona sola en escena.
¿Y cómo consigue esta estética?
Me gustan los proyectos bellos. Abogo por la defensa de la belleza, no desde un punto frívolo. Me interesa usar la belleza como herramienta que crea un canal perfecto para comunicarse con el público. El universo barroco de Caravaggio o José de Ribera lo demuestra, cuentan historias terroríficas desde la belleza de los cuadros. Aquí no hay historia en sentido clásico, lo que hay son sugerencias y estadíos de mundo.
"Me interesa explorar la obra, encerrarme con los artistas y descubrir"
¿Cuáles fueron sus primeros impulsos en el mundo de la lírica?
Fui a ver mi primera ópera con 10 años, en el 98, y esa noche super que iba a dedicarme a esto, para mí ha sido muy natural. Me atraían mucho las artes y cuando fui a la ópera descubrí lo que es la ópera, tantas disciplinas trabajando juntas en el escenario. Para mí ha sido la cosa más natural del mundo, convertirme en director de escena. Estudié canto, música, arquitectura, arte dramático… ha sido todo muy natural.
¿En qué momento considera se encuentra la lírica en la actualidad?
La ópera es y siempre será, de las artes vivas, de las más completas y las más modernas. Todas las grandes revoluciones de las artes escénicas han nacido en la ópera. La ópera contemporánea incluye tanto las nuevas versiones de los clásicos como las de nueva creación.