La poesía sigue alumbrando poetas. Esta semana, en Jerez, donde los versos se cantan y se bailan, ha vuelto a sonar una voz nueva, la de Macarena Márquez Bueno (1991). Esta jerezana es profesora y licenciada en Bellas Artes, quizás por eso su poesía es sencilla, como pensando en que todos la comprendan, y sensorial, como buscando unas notas de color en el lector (u oyente). Se explica así, además, que en el poemario se incluyan 9 ilustraciones, que acompañan a los poemas “Jerez” (página 25), "La niña que soñaba el mar" (página 31), "Caballo de la marisma" (página 35), "Pez y clavel" (página 39), "Sherry" (página 42), "Amargura y jerezana" (página 45), "Premonición" (página 51), "Con ojos de marqués" (página 57), "Hontoria" (página 61) y "Naranjas" (página 67).
Las presentaciones de libros no suelen reunir a gran cantidad de gente; habría una veintena de personas. Solo estos tuvimos la suerte de la emoción. Es tan corriente que la belleza esté a dos calles de distancia y que nos pase de largo... Y, mejorando lo presente, las miradas emocionadas de una abuela que asiente y una madre orgullosa entre silencios.
Un ramillete de jaramagos son 32 poemas escritos desde el desamparo y la amargura de la pérdida, desde una tierra poco apetecible, como la que nutre la flor que le da nombre, la que su abuelo le proponía ir a cortar juntos. A pesar de ser un primer poemario, hay versos como estos de “El grito y la muerte”: “en esta historia que no acabó / como manda la esperanza", donde encontramos un bello encabalgamiento y un uso poco habitual, pero acertado, para con la esperanza. En “Lola”, vibran con fuerza estos versos: “tú, que pides pasión, en las palabras, / tú, que quieres verdad en el recuerdo,”. En “Buenas intenciones” le dice a una persona que la ilusiona: “Leeré poemas que no escribí, / por y para acariciarte”. Y en "Anónima", tras este buen verso: “sin frenos, sin pausas, calzada de amor”, continúa diciendo: “cómo no ofrecerte, cómo no regalarme, / en tiempo y en modo, por verte expandir/ tus alas serenas en forma de risa”.
A Macarena la inspiran sus vivencias, su realidad cotidiana, sus esperanzas, sus miedos y también sus orígenes, sus raíces, por eso hay poemas melancólicos, como “Hontoria”; suplicantes, como “Luz del mundo” y de corazón que sueña, como “Naranjas”, en el que la poeta no necesita mucho para crear una imagen con lo simbólico y donde podemos leer estos versos: “como naranja la tarde, / como tu boca naranja, / como de ti mis ganas”.
El poema de mayor temblor es "Premonición", que es un poema de una tristeza bella y honda. Al inicio leemos: “murió tu casa, tu calle, tu barrio”; luego, se nos ofrece la imagen de un recuerdo niño: “el balonazo en el muro alto / de tu pequeña ventana.”; continúa trayendo la cotidianidad perdida con: “murió la escalera, la frente, el beso, / el racheo de tus plantas, / y la puertecita del zapatero”; y concluye con la amargura que expresa este cierre: “murieron mis suspiros por verte / y mi risa por tenerte”.
Al recitar, Macarena parece que declama, como si la suya fuese una voz de sonidos negros que subiese las paredes cóncavas en el corazón del Sacromonte. Algo debe de haber influido el Máster en Investigación y Análisis del Flamenco que tiene. La lectura de la mayoría de los poemas estuvo acompañada de los acordes de una guitarra amiga, que puso una polifonía de fondo para los paladares atentos. Fue algo así como una intención de belleza calmada, sin afanes de protagonismo ni estridencias, sino una meliodiosa sintonía entre poeta e intérprete, como si de un tocaor y una cantaora lírica se tratase.
El orden de recitación y música fue el siguiente: 1. “El grito y la muerte” - soleá (qué acertada para un poema sobre la ausencia). 2. “Buenas intenciones” - vidalita. 3. “Anónima” - guajira 4. “Naranjas” – sin guitarra. 5. “Premonición” - taranto 6. “Luz del mundo” - guitarra sorda y, luego, bamberas 7. “Lola” - tangos. El presentador acabó pidiendo también la lactura de un último poema “Sherry”, tras el que concluyó el acto entre afectuosos aplausos y felicitaciones.