Rocío Márquez y Bronquio: el flamenco del futuro está aquí

El músico jerezano Santiago Gonzalo 'Bronquio' y la artista onubense Rocío Márquez han llevado a escena el disco 'Tercer cielo', en el marco del 20 Festival de Música Española de Cádiz 'Manuel de Falla'

Rocío Márquez y Bronquio: el flamenco del futuro está aquí. FOTO: ANTONIO BELIZÓN

"El duende exprime limones de madrugada". Con este verso lorquiano de su conferencia Teoría y juego del duende comenzaba el viaje a las profundidades del flamenco y la electrónica guiado por Rocío Márquez y Bronquio, dos artistas que han cruzado dos lenguajes artísticos aparentemente lejanos para acceder a un universo telúrico y vibrante. Tercer cielo llevado a escena ofrece una propuesta espectacular, con sonido de Manu Meñaca y diseño de luces de Benito Jiménez. 

Por suerte nos encontramos en un momento histórico donde la conexión entre disciplinas se reivindica como una de las mayores manifestaciones culturales. Para los que aún precisan de etiquetas, a este espectáculo se le podría aplicar aquello de "experimental"; sin embargo, la propuesta es tan consciente y firme, fluye tan segura y bien compuesta en cada parte, que nada resuena a experimento, por mucho que sea novedoso y rompedor lo que llevaron a las tablas del Falla. Bronquio y Rocío Márquez empastan a la perfección su Tercer cielo y muestran un camino absolutamente generoso el uno con el otro. Hay dos artistas juntos en escena en el sentido más amplio del término, dos artistas que se funden y abrazan en un viaje en el que ambos brillan por igual. El compás del acompañamiento electrónico a la voz flamenca de Rocío sucede con la misma conexión que las mejores parejas de guitarristas y cantaores, solo que esta vez los sintetizadores y sonidos digitales cogen el relevo a la guitarra. 

Si Enrique Morente, Camarón o Paco de Lucía fueron los precursores en conectar el flamenco con otros estilos y allanar el camino de tantos artistas que han seguido el juego; este Tercer cielo está llamado a ser un nuevo Omega, un hito que marcará un antes y un después en la escena flamenca, este arte que vive a base de conservar y avanzar. Rocío demostró que "canta por derecho" cuando quiere, pero de manera muy acertada prefirió explorar otros lugares y llevar su voz y su cuerpo por terrenos más contenidos. La materia del espectáculo no necesita grandes ademanes ni excesos, su propio lenguaje alcanza estas cotas. 

Rocío Márquez y Bronquio durante su actuación en el Teatro Falla de Cádiz.   ANTONIO BELIZÓN

Un telar blanco acompaña la escenografía y su vértice conforma dos espacios, quizás las dos aproximaciones musicales de la propuesta. Sin embargo, este vértice se rompe y ambos artistas se interconectan entre ambos campos, metiéndose el uno en el terreno del otro, saliendo y entrando de esta casa electro-flamenca y jugando con sus propias sombras. Incluso hay un tiempo en el que Bronquio "ocupa" el lugar de Rocío Márquez y convierte la escena —contra todo pronóstico—, en un lugar que derrocha una especie de ternura, más cuando la bulería culmina con un "Viva Jerez".

Rocío Márquez se convierte a ratos en un animal —quizás un pez— que explora y reconoce sus propios bronquios. De Luis García Montero canta el poema Por recoger tus huellas, y nunca el sonido de la letra r fue tan expansivo. Rrrrrrrrrrrrrrrr. Va y vuelve cientos de veces en lo que dura el cante, recorriendo las profundidades de esa huella que parece infinita. El pez parece reencarnarse en un colibrí. 

Hay gritos subterráneos de Rocío y ruidos de motores motomamis. Hay mucha poesía, con letras en las que Carmen Camacho ha colaborado. A ratos parece un OFNI, una suerte de objeto flamenco no identificado venido de un tercer cielo. Pero no, el espectáculo de Bronquio y Rocío Márquez va y viene de las profundidades y es suave a la vez, parte de un idioma común que la música electrónica eleva. 

Como canta Rocío al final del espectáculo evocando a Antonio de Mairena: "Qué grande es la libertad". Rocío y Bronquio exprimieron hasta la última gota del limón. 

 

Archivado en: