A pesar de tener ya una larga trayectoria, Antonio Estrada es la primera vez que presenta un libro en la Fundación Caballero Bonald. Con esta novela ha despertado mucha curiosidad, porque el protagonista es el joven Luis Coloma, antes de ser Padre. “Queremos saber qué es lo que Antonio ha inventado, qué ha sacado de la historia, y cómo ha trazado ese personaje…”, subrayó Josefa Parra en la apertura del acto.
Si leemos el currículum de Antonio Estrada, veremos que su labor literaria se ha centrado en el teatro, aclaró José López Romero. Es actor, director y autor teatral. La calidad de su trabajo ha quedado reflejada en los numerosos premios que ha recibido. Ahora presenta la novela Las aguas del olvido, publicada por Ediciones La Lucerna. Se trata de una novela histórica, ambientada en el siglo XIX, por lo tanto el autor ha tenido que documentarse sobre el ambiente en el que va a introducir a sus personajes. En este sentido, “la novela tiene un poso histórico impecable”, subrayó José López.
En cuanto a la estructura del libro, la obra se puede dividir en dos partes, siguió José López. La primera estaría ambientada en Sevilla y la segunda en Madrid. En la primera nos encontramos con el joven Luis Coloma recién llegado de Jerez para estudiar derecho. Entabla una estrecha relación de amistad con Cecilia Böhl de Faber, escritora que firmaba como Fernán Caballero. Asistimos a las conversaciones que Luis mantiene con Cecilia sobre la literatura y la vida. En esta primera parte, el protagonismo recae sobre Cecilia, que cuenta aspectos importantes de su vida: recuerdos de sus tres matrimonios, las relaciones con su familia, especialmente con su madre y su abuela, las tertulias de su madre, Frasquita Larrea, en Cádiz…
En la segunda parte, Luis Coloma alcanza el protagonismo total en la novela. Luis se asienta en Madrid. “Es quizás la parte más ficticia, donde Antonio tira más de la imaginación y le hace pasar por una serie de vicisitudes que desembocan en una crisis de carácter existencial.” La novela comienza con el disparo que Luis Coloma se pega en el pecho, un hecho histórico. Por lo visto, estaba limpiando el arma y se le dispara. Este misterioso pistoletazo volverá a aparecer a lo largo de la narración. La crisis existencial lo conducirá a ingresar en la Compañía de Jesús. Los perfiles de los personajes están perfectamente diseñados, subrayó José López. Cecilia Böhl de Faber aparece ya en su ocaso, maltratada por la vida, especialmente por dos de sus matrimonios. Cecilia vive de la protección del duque de Montpensier y de Isabel II. “Luis Coloma es un escritor que intenta hacerse a sí mismo. Para lograrlo tiene que renunciar a una serie de principios y valores personales, lo que le llevan a esa crisis personal.”
Antonio Estrada mostró su satisfacción por presentar la novela en la fundación Caballero Bonald. Y es que los escenarios de Las aguas del olvido son Cádiz, Jerez, Sevilla y Madrid, remarcó. En el origen de esta novela hay varios hilos que poco a poco fueron entrelazándose. Frasquita Larrea, conocida por las tertulias, vivió en Chiclana, localidad natal del autor. En el XIX la burguesía de Cádiz veraneaba en las grandes casas que tenía en El Puerto y Chiclana. Con el fin de recuperar personajes importantes de su tierra, Antonio Estrada escribió una obra dramática titulada Frasquita Larrea. Las gaviotas, un drama histórico con tres actos donde aparecen las relaciones entre madre e hija y otros conflictos personales de Cecilia Böhl de Faber. Y también realizó dos sainetes sobre las tertulias gaditanas. Así que, con estos textos, Antonio ya se había sumergido en el siglo XIX. En estas obras quedó bien perfilado el personaje de Frasquita Larrea, mujer culta, feminista, defensora de sus derechos,... y con sus contradicciones.
Llegó un momento en que Antonio se dio cuenta de que ya era necesario “experimentar por otro camino, la narrativa”. Y vio que allí había una novela. Se puso manos a la obra y escribió el primer capítulo, donde se narra la visita de Luis Coloma al Duque de Montpensier, en Sevilla. “Y me quedó redondo... Pero pensé: ¿ahora qué?”. Entonces estuvo dos años investigando sobre el siglo XIX antes de seguir. El recorrido vital de los tres personajes, Frasquita, Cecilia y Luis, abarca todo el siglo. Por lo tanto, había que documentarse en profundidad acerca del marco social y político.
Según Antonio Estrada, la novela tiene tres bloques. En el primero, nos encontramos con Luis Coloma en Sevilla estudiando derecho, por eso aparecen sus experiencias de estudiante. Pero los jueves se reúne con Cecilia, para merendar y charlar. En esas charlas, Luis Coloma aprende de Cecilia, una escritora que conoce las claves del romanticismo español y europeo. Su familia paterna procede de Alemania. Y de allí llega el romanticismo, que entra por Cádiz. Luis Coloma le lleva a Cecilia sus primeros escritos, para que se los corrija y dé su opinión. En este primer bloque, sobresale el personaje romántico de Cecilia, aunque su literatura sea realista… A lo largo de esta parte, el lector “se hará muchas preguntas sobre qué va a pasar con Luis Coloma”.
Luego Coloma vuelve a Jerez, y se establece entre los dos amigos una relación epistolar, diecinueve cartas. Sería el segundo bloque. Luis va contando lo que le pasa en Jerez, con su familia. Y cuando acaba el verano se va a Madrid. Es la tercera parte de la novela, aclaró Antonio Estrada. “El relato recobra acción. Ya no hay personajes que recuerdan, ya es el aquí y el ahora.”. Luis va a Madrid para entrar a trabajar en un gabinete de abogados, de amigos de su padre, pero lo que realmente quiere es ingresar en el mundo del periodismo y escribir. Consigue trabajar en un periódico, con el seudónimo de Brumel, y sus artículos tienen mucho éxito, sobre todo críticas teatrales. Las experiencias que tiene en ese mundo le hacen “perder los remos”. Prueba las mieles del éxito, pero debido a ciertas circunstancias vuelve “hecho polvo a Jerez”. En su ciudad se va recuperando, y la novela termina con un viaje a Francia para acudir a unos ejercicios espirituales de los jesuitas.