En el prólogo del acto, Josefa Parra nos aseguró que nada más abrir el libro de Alicia Domínguez el texto nos va a enganchar. Las palabras introductorias de María Alcantarilla y las bellas ilustraciones de Cari Soto nos invitan a sumergirnos en una lectura que nos va a proporcionar gran placer y conocimiento. Alicia Domínguez es doctora en Historia por la Universidad de Cádiz y máster en Gestión y Resolución de Conflictos por la Universitat Oberta de Catalunya.
Ha publicado El verano que trajo un largo invierno (Quorum Editores, 2005), Viaje al centro de mis mujeres (Editorial Proust, 2016) y Memorial a Ellas. Que su rastro no se borre (Editorial Proust, 2018). La culpa la tuvo Eva ha sido editado por Olé Libros. Además, es columnista en lavozdelsur.es.
Es mucho lo que se puede hablar de este libro, empezó diciendo Enrique Montiel, pero con su lectura “he aprendido sobre todo dos cosas: lo que es la literatura femenina y, después, lo que es un libro perturbador”. Y reconoció que muchos de los relatos le han producido una “conmoción bastante importante”. No se trata de una voluntad perversa o malsana de la autora, aclaró, “sino porque ha puesto en negro sobre blanco lo que hay”. El problema es que nosotros tenemos los ojos cerrados, mientras que la autora tiene los ojos y los oídos muy abiertos.
La autora nos ofrece una interpretación de un hecho milenario. Eva probó la manzana del jardín del Edén, pese a estar prohibido. La traducción que realiza Alicia Domínguez de este hecho cultural es que gracias a ese acto de desobediencia se creó la libertad, explicó Enrique Montiel. Este es un libro de literatura femenina, pero no en el sentido peyorativo que se utilizaba antes. Es un libro que cuenta la realidad compleja de la mujer de hoy. Son realidades insoportables.
Basta con observar la situación de la mujer en el mundo árabe. Este libro “reivindica la libertad a través de la denuncia de las injusticias que la mujer sufre”. Alicia lo desarrolla con una gran economía narrativa. Va al grano en estos relatos cortos, aunque de vez en cuando “se permite un fulgor”. Alicia quiere ir a la raíz. Según Montiel, la autora ha conseguido algo muy difícil. “Sin salirse de la literatura ha entrado en todos los terrenos, con lo que ha demostrado que la literatura también es un método de conocimiento. De este libro se sale conociendo mucho mejor lo que les pasa a muchas Evas y lo que hacen algunos Adanes”. Estamos ante un friso de historias, un corte sincrónico.
Alicia Domínguez reconoció que al principio le llamó la atención que Enrique Montiel calificase su libro como perturbador. Pero luego pensó que tenía razón si entendemos que perturbar es alterar el orden establecido. El libro comienza con cuatro relatos que cuentan la historia de cuatro personas que al mismo tiempo están tomando decisiones importantes en sus vidas, en diferentes países; ser o no ser madre en Chernóbil, denunciar o no a la empresa que está llevando a la quiebra a mucha gente, decidir sobre tu identidad sexual, y el caso de un granjero acorralado por la sequía. Son historias que versan sobre el libre albedrío, sobre la capacidad de elegir lo que deseamos ser, si es que eso es posible. “Cuando ves todo esto, dices: efectivamente, la vida es perturbación.”
Hay relatos que muestran cómo el patriarcado invade nuestras vidas, relatos que hablan de homosexualidad y del derecho a elegir nuestra vida, relatos que hablan de las víctimas de la guerra civil, de cómo arrastran ese dolor no manifestado, relatos que describen la vida de los inmigrantes… Todas estas historias perturban. “Aunque respeto los libros que solo ofrecen entretenimiento…, intento hacer una literatura que, si no que perturbe, al menos que te haga pensar.” Quiere una literatura que te cocee en el estómago. Y que cuando cierres el libro poseas una visión distinta de la realidad.
La etiqueta de literatura femenina “se ha utilizado para denostar lo que hacían las mujeres”, subrayó Alicia Domínguez. A la mujer se le asignaban "géneros menores"… Y a veces, para justificar la ausencia de mujeres, se dice que el arte no tiene sexo. Pero sí que existe literatura femenina, es la que ahonda más en lo íntimo, lo cotidiano y las relaciones personales. Hay muchas escritoras hoy que abordan esos temas con valentía, temas que ya empiezan a ser considerados universales. Hasta hora los temas que trataban los hombres eran universales, mientras que los que trataban las mujeres eran propios, privados. Esto ha cambiado.
Aunque en el asunto de la promoción en los medios todavía nos encontramos que la mayor parte de reseñas es sobre literatura de hombres, matizó Alicia. Enrique Montiel insistió en la importancia de la calidad frente a la cantidad. Y que el libro de Alicia es pura literatura, hecho para durar, para permanecer en la memoria. Precisamente por eso Alicia habló de recuperar la palabra, algo esencial para la mujer. Manuel Montero leyó varios relatos acompañado por la música (flauta) de Clara Martínez Lomas.