El Delegado de Cultura del Ayuntamiento de Jerez, Francisco Camas, fue el encargado de abrir el pasado lunes la primera sesión literaria tras el verano. Resaltó en sus palabras iniciales el esfuerzo de la Fundación Caballero Bonald por mantener la actividad y la comunicación, tanto presencial como online. Y también reconoció la gran labor cultural que realiza José Mateos con su editorial Libros Canto y Cuento, donde aparece el primer poemario de Manuel Luis, prolífico creativo jerezano afincado en Madrid.
José Mateos mostró su satisfacción por presentar por fin Bajo el cielo, un libro que salió en marzo y que no pudo ver la luz entonces, debido al confinamiento. Recordó lo que decía Bécquer en el prólogo a un libro de soleares de Augusto Ferrán, La soledad. Dividía la poesía en dos tipos: una magnífica y sonora, y otra breve y sencilla que brota del alma. Juan Ramón Jiménez realiza una clasificación similar y llega a decir que a la poesía hay que quitarle toda la ganga de la literatura. Porque hay mucha literatura escrita en verso… “Y él distinguía entre literatura, que es un estado de cultura, y poesía, que es un estado de gracia.” Los verdaderos poetas serían San Juan de la Cruz, Jorge Manrique, Machado... Y luego estarían los literatos, los arquitectos, Guillén, Gerardo Diego…
El libro de Manuel Luis es una rara avis, ya que, aunque se trata de un primer poemario, presenta una poesía breve, sencilla y que brota del alma, subrayó José Mateos. Porque los poetas en sus primeros libros suelen intentar demostrar todo lo que saben y ponen en juego todos los recursos disponibles, “y se pierden en toda esa ganga”. A esa poesía pura y sencilla llegan los poetas después de varios libros, “por eso el caso del libro de Manuel es sorprendente: es un primer libro de mucha madurez. Ver nacer a un verdadero poeta es un acontecimiento digno de celebración, remarcó José Mateos.
Aspecto de la sala de actos de la Fundación Caballero Bonald, un lunes de pandemia. FOTO: MANU GARCÍA
Para el escritor Raúl Pizarro, la vida polifacética de Manuel Luis es una búsqueda, una forma de generosidad y un encuentro con el acto puro, insistencia del corazón en la potencia creadora que fluye. Y es que estamos ante un actor, locutor, director, guionista de cine y radio, camarero y aficionado al cante flamenco, practicante de bailes chamánicos y danzas expresivas… Manuel Luis se vuelca en la poesía con humildad, una de las formas más perfectas en las que se manifiesta el Amor. En estos versos leves, donde se acepta el tiempo y sus recortes, encontramos “una voz adulta que sigue estremeciéndose y asombrándose como cuando siendo joven e impulsivo se quería comer el mundo haciendo películas y teatro”, explicó Raúl. El punto de partida del poeta es “el alma hecha carne”, sin teologías ni políticas. “Manuel sabe que el dolor y la esperanza son semillas.”
Hay en el libro “una forma de escribir amable y clara, que no es simplicidad, sino la sencillez que queda al irnos despojando de lo que no importa, para llegar con lo mínimo a lo máximo”, aclaró Raúl Pizarro. Hay infancia, paseos, encuentros y desencuentros, viajes… “Hay un aire en sus poemas de estar y no estar en ninguna parte, de ser un exiliado y estar conforme, sin embargo, con el lugar elegido…” Los poemas son breves, de esencia, de un “mal llamado arte menor”. “Versos que recogen la levedad y lo grave con precisión de artesano.” En Bajo el cielo, continuó Raúl, se ha condensado una mirada, gota a gota, reposando en una barrica hecha de contradicciones y amor, como un buen brandy, una condensación de vida, de literatura encarnada…
El escritor junto a José Mateos. FOTO: MANU GARCÍA
“Una cosa es la poesía y otra los poemas… La poesía está en todas partes, en la vida… Hay poemas que tienen poesía y poemas que no”. Manuel Luis comenzó leyendo una cita de Emily Dickinson, una referencia indirecta a Juan Ramón Jiménez, que tradujo varios poemas de esta escritora y los introdujo dentro de Diario de un poeta recién casado. Manuel nos recitó varios poemas y desveló su intrahistoria, la tradición poética en la que discurren y los recursos técnicos utilizados.
En el libro hay versos sobre experiencias que arrancan de instantes cotidianos y familiares. Así, el patio y el canario reflejan la soledad; la tierra arada es la imagen del trabajo del abuelo; la plazoleta de juegos infantiles fija el tiempo; el misterio y la belleza de una gota de lluvia; el mundo que se desnuda, escondido…
Juan Ramón, Machado, Jorge Manrique, Cernuda, Julio Mariscal, Ramón Gaya… Esa es su tradición, aunque con algunos de ellos no coincida en la forma de expresarse, sí los considera hermanos, por su afinidad poética. Otro de los hilos que sostienen su poesía es el amor al cante, al flamenco. El último poema que nos leyó fue una soleá… Manuel Luis explicó también cómo José Mateos le hizo sugerencias técnicas en algunos poemas. Y resaltó el papel tan importante que tiene un editor a la hora de dar forma a un libro y de hacer crecer al escritor.
EL CHOPO
¡Y QUÉ hermoso y blanco
está aquí este chopo
en mitad del parque
un día de otoño!
¡Qué bien veo ahora
el alma del parque
y qué bien la entiendo
con sólo mirarle!
Entonces es fácil,
corazón, calmarte,
volverte de pronto
árbol entre árboles…
¡Uno más del parque!
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