Josefa Parra considera a Antonio Rodríguez Almodóvar un maestro, sobre todo de la literatura tradicional, del cuento. Ana María Matute le llamaba “el tercer hermano Grimm”. Además de su propio libro de poemas, Elegías, José Rodríguez Almodóvar ha presentado Espacio de tiempo, de su amigo ya fallecido Francisco Díaz Velázquez. Las dos obras aparecen en la editorial sevillana Libros de la Herida, dentro de la colección Poesía en resistencia. El poeta y editor José María Gómez Valero ha contado que este proyecto editorial, que dirige junto a David Eloy Rodríguez, arrancó en 2005 con la publicación de Todas las puertas abiertas, de Pedro del Pozo. Aunque publican diversos géneros, la colección de poesía es el eje de la editorial.
Que los dos títulos, Elegías y Espacio de tiempo, aparezcan a la vez tiene su explicación. Tras la muerte de Francisco Díaz en 2015, surgió idea de publicar los poemas inéditos recogidos en Espacio de tiempo, que reúne versos escritos entre los años 60 y 2012. “Al mismo tiempo Antonio Rodríguez tenía un libro que había compartido con Paco, porque les unía una gran amistad y una enorme complicidad literaria y vital.” Habían intercambiado sus libros, y los habían leído y comentado. “Eran libros hermanados, ya que los textos se habían ido fraguando al mismo tiempo”. Por todo esto, en Libros de la Herida pensaron que los libros no podían salir a la luz por separado, aclaró José María. El prólogo de Espacio de tiempo, que habla de la poesía de Paco, lo ha escrito Antonio Rodríguez. La ilustración de la portada es de la artista Alicia Díaz, hija de Francisco. La editorial también ha elaborado un juego de postales, con la colaboración del pintor Patricio Hidalgo. Se trata de una interpretación gráfica de algunas coplas de Paco.
Francisco Díaz escribió poesía, ensayo, teatro y letras de flamenco. En teatro, colaboró con Alfonso Jiménez Romero. En cuanto al flamenco, fue letrista, entre otros, de Camarón. “Fue un autor secreto, una de esas joyas que uno se encuentra”. Era una persona humilde y reservada. Según José María Gómez, “era una persona buena, en el sentido machadiano de la palabra”. A lo largo de su vida, primero en el franquismo y luego en la transición, coincidió con creadores, “luminosos y resistentes”, como Antonio Rodríguez Almodóvar, Agustín García Calvo, José María Valverde. Los dos últimos fueron filósofos, lo que dice mucho de las inquietudes intelectuales de Francisco. “Fue una persona muy activa y revolucionaria, un gran agitador social y político”, subrayó José María. Este es el tercer libro de Francisco Díaz. Antes publicó Mínimas y coplas (La Carbonería, 2006) y Coplas de nadie (Libros de la Herida, 2014).
Antonio Rodríguez Almodóvar y Josefa Parra. FOTO: MANU GARCÍA.
Gracias a Rodríguez Almodóvar podemos disfrutar de las mejores colecciones y antologías de cuentos tradicionales, como Cuentos al amor de la lumbre o Cuentos de la media lunita. Son obras, resaltó José María, con las que ya han crecido varias generaciones. Antonio es un escritor polifacético: novelas, ensayos, relatos, artículos, teatro, guías de lectura… Como poeta, antes de Elegías, ya publicó otros dos libros: A pesar de los dioses (Renacimiento, 1994) y Poemas del viajero (Renacimiento, 1999). “Elegías recoge en sus páginas la trayectoria poética más extensa de Antonio, porque son poemas escritos a lo largo de un gran espacio de tiempo”, señaló el editor. Nos recordó que Antonio ha recibido numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Y como investigador, destacó su trabajo sobre los manuscritos de los hermanos Machado, publicados en diez volúmenes.
Antonio Rodríguez ha recordado que José Manuel Caballero Bonald realizó el prólogo de Cuentos al amor de la lumbre, y que se lo presentó en la Biblioteca Nacional. Así que su amistad viene de lejos… Respecto a Elegías, Antonio ha reconocido “que no tenía la menor intención de publicar este libro, ni Paco pensaba publicar el suyo”. La complicidad se inició con el intercambio de los textos. Ninguno de los dos estaba contento con su propio escrito. “Los que menos saben de su obra son los poetas”, decían los formalistas rusos. Así que uno animaba al otro a publicar los poemas. “La poesía está por encima del autor”. Fue cuando murió Paco cuando Antonio se decidió a publicar los dos libros. Y se decantó por Libros de la Herida. “Lo que me sedujo fue el extraordinario amor que ponen en la edición… Parece que esta uno con editores de la época del 27.” El libro de Paco lleva un prólogo de Antonio, y el de Antonio un prólogo de Paco. Esos prólogos son cartas que intercambiaron cuando comentaban los poemarios.
Los dos libros presentados por Antonio Rodríguez y José María Gómez. FOTO: MANU GARCÍA
José María ha dialogado con Antonio sobre Elegías. En el prólogo, Francisco Díaz ha dicho que el libro Elegías trata de “la añoranza de lo que nunca se tendrá”. Y ha aplaudido el atrevimiento de “escribir filosofía en verso o poesía filosófica al estilo de Parménides”. José María le ha preguntado sobre “ese pensamiento sentido o ese sentimiento pensado” y su relación con el título. “Fuimos muy lectores de la poesía clásica, gracias a García Calvo… Y entre Parménides y Heráclito nos movemos todos los que escribimos poesía…”, ha aclarado Antonio. “Tuvimos la suerte de leer a Parménides y Heráclito en griego, con la solvencia de García Calvo”.
Un momento de la presentación. FOTO: MANU GARCÍA
Por eso concibe la poesía como una reflexión trascendental sobre el Ser mismo. “Pienso, como mi serpiente, que el ser es un defecto en la pureza del No-ser”, dice la cita de Paul Valéry incluida en el libro. Un pensador importante para Antonio Rodríguez y Francisco Díaz es Antonio Machado. “Descubrimos a Juan de Mairena en los seminarios de García Calvo”. Y el círculo se cierra con el profesor José María Valverde, filósofo, gran poeta y traductor de Rilke, ese “poeta del ser, de lo incognoscible, que quiere arañar con palabras lo que no se puede conocer…” El libro Elegías en principio se iba a llamar Diez poemas metafísicos… “Cualquier lamento por la existencia que se va es también un canto a la vida”, sintetizó Antonio. “Es una evocación de lo inalcanzable, más que de lo perdido”.
ELEGÍA DÉCIMA
ver quisiera para siempre el fulgor de estos árboles
en su otoño y recordar
la brisa de aquel mar enredada en tu pelo
mientras te alejas definitiva inalcanzable
ver quisiera para siempre
quietas ya las pasiones
en perfecta armonía con la música del tiempo
sin temer al dolor ni al amor
a la suerte ni a la muerte
sólo vivir contemplar respirar
ver quisiera para siempre la estela de un velero
entre las verdes islas
los peces cálidos
la mirada turquesa del mar coralino
blancas las playas del deseo
y el aroma del bosque en mi alegría
ver quisiera para siempre la onda azul de los juegos
los niños en la plaza sus voces
la tarde inagotable el horizonte encendido
y el caracol en su noche
ver quisiera para siempre esta luz derramándose
en el alzado vaivén de tantas cosas
este iris cifrando bosque y mar
la vida como dulce es la costumbre
y la rosa escalando tu sonrisa
entre jazmines la amistosa charla
y a lo lejos lo cerca y los pájaros cantando
dormir dormir y despertar al trino
algarabía recordando
primavera en tu lecho cual si fuera siempre
ver quisiera la excelente vida de tus senos
contra mis labios la fuerza celestial que nos amaba
el sexo sin dolor esa osadía
la ternura total de aquellos días
mas ya sólo el rumor y el eco necesito
el amable sabor de los recuerdos
aquella melodía aquellas voces
los niños el crepúsculo
y el dorado fulgor de este infinito.
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