No hay forma de acabar con los libros. Lo han intentado, pero sin éxito. Ahí siguen, con sus lomos y sus páginas. Incluso abren nuevas librerías. Empezamos a leer por obligación, como si fuese una tortura, y acabamos leyendo por necesidad, como si fuese algo esencial para ser felices. Claro que podemos vivir sin libros... Y sin ojos, sin cerebro, sin corazón... Solo contienen historias, ideas y cualquier cosa que se nos pase por la cabeza. Así son los libros. Si todos leyésemos más, seríamos mejores personas. Falso, absolutamente falso. Leer no nos convierte en seres mejores. De hecho, leer no nos convierte en nada. Ahí radica su atractivo. Leer es una forma de perderse. Ya sea un relato o una argumentación filosófica, leer implica abandonar este mundo. Y el mundo no es tan malo. Si quitamos las enfermedades, la guerra y la muerte, lo demás es llevadero. Pero los libros... Parece que nos invitan a dejar de vivir. Nos ofrecen muchos mundos, al menos distintos.
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