La tarde del pasado lunes la Fundación Caballero Bonald acogió un diálogo sobre el futuro del mundo rural. Fue una conversación entre dos personas “que aman las letras y la tierra, algo que les une radicalmente a Caballero Bonald”, subrayó Josefa Parra en la introducción. Alejandro López Aranda estudió Ciencias de la Educación y ha trabajado como técnico de cultura en la mancomunidad de municipios de Los Pedroches. Es miembro de la Real Academia de Letras de Córdoba.
Su pueblo natal, Villanueva del Duque, sigue siendo su fuente de inspiración. Cuenta con una larga trayectoria literaria. Escribe poesía, novela y artículos periodísticos. Muchos de sus libros de poesía han sido premiados. En novelas, Josefa parra destacó su trilogía rural, compuesta por El viento derruido, Los años de la niebla y El óxido del cielo. Se centran en el campo, la ganadería y la minería. También ha publicado un diario, Entre zarzas y asfalto. Y un libro de memorias, Los árboles que huyeron.
Ezequiel Martínez Jiménez se licenció en periodismo y ha realizado un máster en educación ambiental. Durante 21 años presentó y dirigió Tierra y Mar, en Canal Sur, dedicado a la agricultura, la ganadería y el medio ambiente. Ha dirigido cursos de verano sobre temas medioambientales. Y ha recibido numerosos premios por su labor periodística en defensa de la naturaleza. Además ha publicado libros sobre los cartujos en Andalucía, sobe Doñana, y varios poemarios. El último se titula Efusión de las almas, en Karima Editora.
Alejandro López comenzó su intervención leyendo varios textos significativos de Ezequiel Martínez. De la introducción de Tierra y Mar destacó unas líneas en las que habla de esas personas sencillas, que nos han dado lecciones de humildad y dignidad a través de su trabajo bien hecho. Esas personas, cuyos testimonios aparecían en el programa, han reflejado el cambio que han sufrido nuestros pueblos y ciudades en todo lo que se refiere al campo andaluz, al sector primario y la sostenibilidad.
También leyó un fragmento de un artículo sobre el cambio climático. En él Ezequiel repasa las evidencias científicas y las medidas que deberían tomarse para desarrollar un nuevo modelo energético. Muestra su preocupación ante la desidia de los gobernantes. Si no actuamos ya, peligra la supervivencia de muchos pueblos y ciudades. En otros artículos Ezequiel también ha abordado el problema de los incendios forestales. El fuego y el cambio climático están acabando con el modo de vida de muchos trabajadores del campo, y con muchas tradiciones que hasta ahora se habían desarrollado en equilibro con el entorno. La dejadez de los gobernantes ante estas situaciones ha provocado el despoblamiento de varias zonas del interior de Andalucía.
Ezequiel Martínez empezó su intervención recordando que una de las novelas de Alejandro, El libro de las aguas (2007), ha sido adaptada al cine por Antonio Jiménez Rico. Nos leyó un poema de Alejandro, La vereda, incluido en la antología Neorrurales. También leyó Domingo húmedo, unos versos en los que se refleja ese mundo rural que se va perdiendo, con sus tradiciones, su vocabulario, sus emociones…
Para Alejandro López, el término “España vaciada” es equívoco. Prefiere hablar de España olvidada o desdeñada. Cuanto más se desarrolla la economía capitalista, más decrece la vida en los pueblos. A las grandes multinacionales les importa muy poco el medio rural. Todo se centra en las megaurbes. No es pesimista, sino realista. La España rural ha sido abandonada y se pudre en el olvido. El turismo rural, por ejemplo, es pan para hoy y hambre para mañana. El mundo rural está muerto y a los políticos no les interesa nada. Cuando la gente mayor muere, no solo mueren la cultura y las palabras. Los jóvenes se van a las ciudades. En los pueblos no se les ofrece ninguna alternativa para su trabajo. En veinte años desaparecerán muchos pueblos, quedarán deshabitados. Este éxodo rural comenzó cuando las autoridades franquistas decidieron concentrar la industria en las grandes ciudades. El mundo rural no está vacío. Tiene un contenido moral y antropológico, el modo de vida de sus gentes. Es la España pisoteada y olvidada. Ha habido un desdén infinito.
Ezequiel Martínez subrayó que se trata de un error lexicográfico: España no está vacía, está llena, hay muchos habitantes, lo que sí es verdad es que existen zonas rurales del interior que se van despoblando. Es un concepto que se ha puesto de moda y ya nadie reflexiona sobre lo que está diciendo. Se está deteriorando el lenguaje. Alejandro López piensa que una de las claves es el abandono de la cultura. Internet está asfixiando la cultura presencial. La cercanía de los escritores se está perdiendo. Y los poetas que triunfan son los que generan las redes, con versos mediocres. A los gobernantes no les interesa la cultura. No se fomenta la cultura en los grandes medios, y mucho menos la cultura tradicional de nuestros pueblos.
Ezequiel Martínez matizó que sí hay algunos programas en la televisión pública dedicados a los libros y las artes. Para que la gente no se vaya de los pueblos es necesario que exista una buena conexión a internet. Así pueden quedarse y seguir trabajando. Debe haber centros de salud, colegios, cajeros automáticos… Los ayuntamientos tienen que mantener estos servicios. Y los consumidores debemos comprar a los productores cercanos, agricultores, ganaderos, comerciantes y artesanos pequeños. Las grandes superficies también han generado puestos de trabajo y beneficios en el campo, aunque sin dar la continuidad y estabilidad que el sector necesita. No se puede invertir a largo plazo si luego no se pagan los precios previstos. Las autoridades deben incentivar económicamente a las familias que decidan quedarse. Hay que recordar que las grandes ciudades no producen ni alimentos ni energía, todo viene del medio rural. Si el medio rural se apaga, cada vez dependeremos más del exterior. La alimentación tiene que estar asegurada por la producción propia.
Josefa Parra preguntó si esa vuelta al campo de los artistas, como consecuencia del confinamiento, había sido un espejismo, algo pasajero. Esos artistas pintan y escriben sobre el medio rural. Su percepción de esa realidad quizás aporte algo… Para Alejandro López, se trata de una pose. Queda muy bien… Es como el ecologista de salón. Que un artista se vaya al pueblo a trabajar o que alguien vaya a trabajar telemáticamente es algo que no cambia nada. Es algo anecdótico. El problema es más profundo. Los jóvenes no quieren quedarse en los pueblos. Quieren otros modos de vida. Antes la gente sabia era la del pueblo, la que conocía las tradiciones y la naturaleza. Ahora los modelos de referencia son los famosos, muchas veces zafios e ignorantes. Esa es la realidad. Para que se queden hay que realizar cambios económicos profundos, como crear cooperativas con los productos de la tierra. Ezequiel Martínez cree que con la pandemia muchos jóvenes se han dado cuenta de que vivir en ciudades acarrea muchos inconvenientes, como el estrés, el ruido y la contaminación. Y han decidido volver al pueblo para recuperar lo esencial y ofrecer a sus hijos un modo de vida más sano. Quizás sean pocos, pero tiene la vocación de quedarse. Hay que devolver la dignidad a las gentes de los pueblos.
Alejandro nos leyó algunos poemas de Efusión de las almas, libro en el que Ezequiel Martínez hace un homenaje a San Juan de la Cruz y a Fray Luis de León, dos grandes de la mística española. El alma se posa en los paisajes rurales y urbanos para contemplar tanto la sencillez y la belleza de la naturaleza como las nuevas formas de vida. Es la mirada de un poeta que ha recorrido los campos y ha conocido a sus gentes. Nos invita a compartir la experiencia de sentir el mundo, con una intención reflexiva y crítica.
Cántico pastoril
Pastores que trabajáis
de sol a sol, de la majada al prado,
con las ovejas andáis
sufrís con el ganado
por mísero jornal que os han pagado.
Por bosques, espesuras,
pastoreáis cabezas y balidos.
¿Oh, pequeñas criaturas
huis ante los ladridos
cabras, ovejas y perros queridos!
La noche descansada
tras el intenso trabajo del pastor,
la cena sosegada
el vino que da calor
el merecido dormir reparador.