El pasado jueves, la Fundación Caballero Bonald de Jerez acogió la presentación del último libro de José Jurado Morales. Josefa Parra abrió el acto en nombre de la Fundación. Recordó el trabajo conjunto de investigación que habían llevado a cabo Manuel Bernal, José Jurado y ella misma en los seminarios permanentes relacionados con la literatura, la universidad y la docencia. Subrayó también la importancia de la publicación en la editorial Renacimiento de este libro dedicado a Gonzalo Martínez Sadoc, un intelectual de Sanlúcar de Barrameda que sufrió el exilio y que es muy poco conocido por el gran público.
Manuel Bernal, profesor y escritor, nos ofreció en primer lugar unas pinceladas de la extensa labor investigadora de José Jurado. Nacido en Sanlúcar de Barrameda, es doctor en Filología Hispánica y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Cádiz. Ha impartido clases y conferencias en muchas de las universidades e instituciones españolas y europeas. Sus artículos han aparecido en revistas especializadas españolas, europeas y americanas. Una de sus líneas de investigación está centrada en la literatura española de posguerra. “Ha escrito sobre, prácticamente, toda la generación del 50. A lo que hay que sumar otros trabajos sobre Eduardo Mendicutti, Ana Rossetti, Felipe Benítez Reyes, etc.”. En 2021, ganó el premio Manuel Alvar, de la Fundación José Manuel Lara, con un ensayo sobre la memoria de la guerra civil en la poesía que tituló: Soldados y padres. De guerra, memoria y poesía.
Ahora nos trae República, exilio y poesía. La memoria rescatada de Gonzalo Martínez Sadoc. Estamos ante un “depurado trabajo, escrito con un lenguaje cordial, casi novelístico, aunque pretenda tener un valor ensayístico”. Manuel Bernal leyó un fragmento para demostrar cómo “el libro se desliza no solo sobre la vida y obra de Gonzalo Martínez Sadoc, que es sin duda el corazón del libro…, sino también sobre la memoria de Sanlúcar de Barrameda en un momento crucial de nuestra historia”. En el fondo, aunque nos habla de Martínez Sadoc, una vida concreta, el libro es la historia “de los hombres y mujeres que soñaron que la República representaría todo lo que esperaban, y después de los mismos hombres que vieron, con dolor y desesperación, que más allá del combate cuerpo a cuerpo, más allá de la guerra perdida, había una lucha incesante contra la derrota y el exilio”.
Además, en este libro aparece reflejada “la historia personal, el pensamiento, la sensación, la memoria de quien lo escribe”. A lo largo de libro brotan “preguntas que surgen de la rebeldía de quien no está dispuesto a aceptar que la solución de nuestro presente sea el olvido, el olvido de quienes lo dieron todo, hasta perderlo todo, para que algún día -a lo mejor un día que fue demasiado tarde: cuarenta años son muchos- pudiésemos contar lo que ahora contamos…”. José Jurado va narrando cómo descubre quién es Martínez Sadoc. Y queda patente que si investigar no siempre es fácil, la tarea se vuelve más complicada cuando se lleva a cabo sobre una persona corriente, “en esencia casi anónima, una de tantas, uno de nosotros, en este caso, una de las muchas que soportaron sobre sus espaldas, primero la guerra y después el triunfo de quienes se impusieron por la fuerza al legítimo gobierno de España y después tuvieron que cargar con la frustración y la crudeza del exilio o del destierro”, aclaró Manuel Bernal. La memoria y la reflexión de José Jurado se entrelazan con la del protagonista a través de la empatía más sincera, la que anhela verdadera comprensión.
Gonzalo Martínez Sadoc fue “un hombre de izquierdas que estuvo por la República, por el liberalismo social, por la defensa del estado laico y anticlerical a todas luces (más de un problema hubo de costarle este empecinamiento o esta utopía en España) y por el reformismo en temas agrarios, fiscales y militares”, resaltó Manuel Bernal. Desde Sanlúcar de Barrameda, pasando por Madrid y el sur de Francia, hasta México, el escritor José Jurado sigue los pasos de un hombre rebelde, ilusionado con cambiar la sociedad. En ese recorrido queda plasmada la historia de España, el siglo XX. Como tantos otros, Gonzalo vivió los momentos terribles del exilio, los campos de concentración, el viaje a América a bordo del Mexique. Fue comunista, afiliado a la UGT, un escritor combativo y provocador. Ese compromiso le va a costar la exclusión y el exilio. Su familia tuvo que abandonar Sanlúcar. Luego tuvo que abandonar España. Tras el alzamiento militar sufrieron la depuración y la represión.
Tras los agradecimientos pertinentes, José Jurado explicó cómo surgió la idea de escribir esta obra. Tenía 17 años cuando conoció a Sadoc. Jurado iba con un profesor de instituto paseando por Sanlúcar y se pararon a hablar con un anciano. “Este es el poeta que se exilió”, le dijo su profesor. El joven José Jurado se compró los dos o tres libros de poesía que Sadoc se había autoeditado. Esa escena quedó enterrada en su memoria durante muchos años. Hasta que un día algo despertó ese recuerdo. Estaba trabajando en un proyecto de la Universidad de Valencia sobre memoria y exilio. Le propusieron a José Jurado investigar sobre Max Aub. Sin embargo, José Jurado quería investigar algo “vinculado a sus raíces”. Y llegaron a un acuerdo. Entonces le vino a la memoria aquel anciano de su pueblo que había vivido en el exilio. Así que, además de cumplir con la investigación más académica, “me he dado el capricho de escribir este libro”. Lo ha escrito con calma. Lo ha revisado muchas veces. Al escribirlo ha querido ver “en qué medida una persona que vivió hace cincuenta o sesenta años en Sanlúcar ha influido en mí”. El proceso de escritura ha sido un viaje hacia las raíces.
“Mi objeto de estudio no podía centrarse solo en la figura de Martínez Sadoc, porque habría quedado en unas pocas líneas para la Wikipedia. No hay tanto documento sobre él…”, nos aclaró José Jurado. Tomó como modelo el trabajo del escritor Carlo Ginzburg, autor de El queso y los gusanos. A través de la figura de un molinero, Ginzburg reflexiona sobre la Italia del siglo XVI y la Inquisición. “Mi idea ha sido la misma, seguir los pasos de una persona común para reflexionar sobre el mundo que le toca vivir, la España del siglo XX”. Para seguir la trayectoria de Gonzalo, ha visitado más de quince archivos. Dese el archivo de Sanlúcar hasta los archivos de México relacionados con los exiliados. Una vez acumulados y ordenados los datos, vio que contarlo tal cual era demasiado frío. “Lo que hice fue contar, al modo de Javier Cercas, cómo he ido encontrando esos documentos”.
En ese camino ha habido momentos difíciles, a la hora de conseguir algún documento de México, pero también emocionantes, como cuando vio por primera vez la foto de Gonzalo de joven. Al escribir el libro, José Jurado no solo ha realizado una interpretación objetiva de los documentos. También ha llevado a cabo una “interpretación emocional del momento vital de este hombre, que se va al exilio con su mujer y un niño de cinco años…”. En la narración intenta comprender qué emociones pudo haber en la cabeza de “un hombre común ante un hecho extraordinario”. En el libro está José Jurado, como un personaje más. Eso le permite comparar dos contextos diferentes, dos situaciones vitales. “¿Qué hubiese hecho yo en la República, en la Guerra Civil, o en el exilio?”, se plantea Jurado. “No es una cuestión de ego, sino de empatía. He llevado mi vida a la suya”. El libro se cierra con una selección de poemas que hablan, por ejemplo, de su experiencia por los campos de concentración. Son poemas que reflejan muy bien su vida. Hay un capítulo dedicado analizar su poesía. Jurado reconoce honestamente que en general sus poemas no le gustan. Aunque sí hay que destacar los versos que hablan de su experiencia vital. “Lo mejor de su producción está en los poemas existenciales”, concluyó José Jurado.
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