En las palabras de apertura, Francisco Camas, Delegado de Cultura del Ayuntamiento de Jerez, resaltó la gran labor que está llevando a cabo la Fundación Caballero Bonald. Hay dos presentaciones literarias casi todas las semanas, además de los congresos, talleres y jornadas temáticas. La Fundación es un centro de referencia para toda la provincia con 150 actividades al año. Comentó que algunos ciudadanos se quejan porque no les llega la información. Así que insistió en la importancia de transmitir a todos los jerezanos la agenda cultural y literaria.
José Pallarés Moreno es sanluqueño-granadino, nos explicó Josefa Parra. Ha impartido clases de Lengua y Literatura españolas en varios institutos andaluces y en los Centros Asociados de la UNED de Algeciras y Cádiz, y ha publicado diversos trabajos de investigación literaria. Su obra poética está conformada por cuatro libros: Cuadernos de arena (Colección Genil de Literatura, 2008), Cuaderno del cerco de Lisboa (Dauro, 2015), Claro del tiempo (Esdrújula, 2017), y el que ahora presenta, Y apenas un deseo, publicado por Ediciones en Huida a finales de 2021.
A la hora de hablar del libro, Josefa Parra empezó por el final. En la nota con la que cierra el poemario se nos desvela la esencia de los poemas, “que la realidad está muy presente en ellos”. El poeta aparece como un testigo que “ve y cuenta, ve y muestra, ve y denuncia”. Además, subrayó Josefa, el poeta “se siente parte de lo percibido”. En el libro hay muchas citas, y muy bien elegidas. Al final del libro nos encontramos con unas notas en las que el autor habla de lo que hay detrás de los poemas: esas fotografías, por ejemplo, que le conmovieron hasta desembocar en unos versos. El lector puede ir de las notas a los poemas, o de los poemas a las notas… Ese camino de ida y vuelta enriquecerá la lectura. “No entiendo la poesía sin compromiso estético ni ético, y Juan Pallarés tampoco”, aclaró Josefa. En el libro se habla de la vida, de la muerte, “pero desde un amor muy profundo, desde la compasión”.
Y apenas un deseo, frente a los tres libros anteriores, es menos intimista, comenzó diciendo José Pallarés. No significa que el yo poético esté ausente, algo imposible, sino que en lugar de mirar hacia dentro lo hace hacia fuera. Sin embargo, no es una mirada fría, objetiva. En poesía no puede faltar la tensión emocional, porque “si transmitimos ideas sin emociones lo que hacemos es construir panfletos”. Es cierto que en estos poemas está la realidad, con toda su crueldad, pero a José Pallarés no le gusta el calificativo de poesía social. De hecho, toda la buena poesía es social. “Hay buena y mala poesía, no hay poesía de un tipo u otro”.
En principio el libro se iba a titular Yo lo vi, el lema que Goya coloca en uno de sus grabados, nos aclaró el autor. Y es que el poeta siente gran admiración por el pintor y su forma descarnada de acercarse a la realidad en los caprichos y los disparates. Es esta actitud la que impregna los poemas del libro, “una mirada dolorida y al mismo tiempo conmovida, una mirada que nunca es ajena a la esperanza”. Por muy dura que sea la situación, siempre hay una posibilidad de salir adelante. Este tono viene reforzado por las citas de otros autores que acompañan a los poemas. “Mi amigo Domingo Arroyo cuando leyó estos poemas me dijo que eran una respuesta estética y moral. Y ese es el hilo conductor. Quizás la expresión poesía cívica o poesía moral, sin moralina, sea la que mejor describe el contenido de este libro".
José Pallarés analizó la estructura del poemario. La nota explicativa que hay el final del libro es sobre todo una nota de agradecimiento, ya que muchos poemas están basados en una fotografía, una crónica de un periódico, etc. En algunos poemas las referencias literarias o culturales son explícitas, pero en otros es preciso aclarar el origen. Por ejemplo, puede ser una fotografía aparecida en prensa la que conmovió al poeta. La mirada del fotógrafo es también parte esencial del poema.
El libro consta de 25 poemas, ordenados en cinco partes. Bueno, cuatro partes más un poema final. En lugar de un poema que sirva de prólogo, como tienen sus otros libros, en este hay un poema a modo de epílogo, que es el que da nombre al poemario. Es el último que escribió, y el único escrito en y sobre el confinamiento. Hay poemas escritos en el confinamiento pero que tratan de otros temas. Y hay otros escritos durante los años de la última crisis económica, cuando se puso de moda hablar de la prima de riesgo. Nos leyó poemas que hablan de la mirada del otro, del mito de Ícaro y el fracaso ignorado, de los muertos que solo son un número, de los inmigrantes, de la soledad, de la verdadera bondad, la desolación y la ruina de la guerra…
ILEGAL
¿Cómo olvidar un nombre
que jamás aprendimos?
Nadie te conocía
hasta que fuiste un héroe,
alguien que salvó a un niño de los nuestros,
que ayudó a una mujer cuando gritaba.
Tu nombre venía escrito en el periódico,
pero importaba poco:
eras el ilegal que salvó a un niño
de los nuestros,
que ayudó a una mujer cuando gritaba,
la excepción de la regla.
Tu nombre no importaba. Podrías llamarte Omar,
Mamoudou, Mohamed, Sami, Abdel o Saad,
cualquier nombre de esos que suena indiferente.
No olvidamos tu nombre porque no lo aprendimos.
Honra nuestras cabezas un halo de vergüenza.