Uno de los principales objetivos de las instituciones dedicadas a la literatura debería consistir en dar cobijo a los nuevos escritores, explicó Josefa Parra. En este caso se trata de Abraham Guerrero y su poemario Los días perros, editado por La Isla de Siltolá en 2018, en la colección Tierra, “un libro muy pensado y trabajado, escrito con raíz y estructura, con una filosofía poética detrás”. Pepa Caro, poeta de Arcos de la Frontera, fue la encargada de presentar al joven escritor, también arcense. Abraham es licenciado en Filología Hispánica. Ha recibido el premio UCOpoética de la Universidad de Córdoba. Este año le han otorgado en Málaga el premio Crea Literatura 2019 por su narración breve El hombre. Su acercamiento a la poesía comienza con el rap (Flaco Dolce), y con las clases de Lengua y Literatura de Mª Jesús Ortega en el IES Alminares, en Arcos, un pueblo que cuenta con poetas como Julio Mariscal y Pedro Sevilla.
Pepa Caro nos definió la poesía como “un gesto adolescente, fácil e inerme, de quien apuesta y pierde lo poco que tiene”. Son palabras de Roberto Bolaño, uno de los escritores preferidos de Abraham. Los días perros es un diario poético. El autor nos cuenta sus vivencias en Alemania, Madrid y Arcos. En cuanto al estilo, “a este poeta no le interesa el preciosismo barroco del lenguaje. No habla de crepúsculos ni horizontes perdidos, sino del lodo de la metáfora, poniendo su pincelada de rebeldía para contarnos de una mudanza que rezuma tristeza…” Y cuando es necesario mira hacia atrás, hacia sus primeros años en Arcos. “A veces el poeta renuncia al presente y vuelve la mirada a la infancia, ese almacén que nutre gran parte de la poesía…” El loco Reyes y Tiempo de lagartijas son dos poemas que se sumergen en la nostalgia. Sus versos transitan tanto por los espacios rurales de Arcos, como por los urbanos de Hannover y Madrid. “Tampoco le falta a su poesía una mirada crítica e inconformista, sin hacer ningún alegato político”, explicó Pepa Caro. García Lorca decía que él no era político sino revolucionario, porque no hay verdaderos poetas que no sean revolucionarios…
Abraham Guerrero nos reconoció que, a pesar de lo que se dice en el poema Deja que te presente, la publicación de su primer libro no ha sido un camino difícil, lleno de rechazos, como esperaba. “Tuve la suerte de estar en el lugar y el momento exactos.” Además, contó con el asesoramiento de Pedro Sevilla. A las pocas horas de enviar el borrador a la Isla de Siltolá, le contestó Javier Sánchez Menéndez para decirle que lo publicaban. El libro lo terminó de escribir en marzo, y en abril ya tenía la primera maquetación en sus manos. Paralelamente recibió el premio UCOpoética, y presentó el libro en el festival Cosmopoética. Así que está contento de cómo le ha ido hasta ahora en el mundo de la poesía.
Abraham Guerrero junto a Pepa Caro en la presentación. Foto: Manu García.
El título, Los días perros, parece “drástico y dramático”, sin embargo para Abraham solo es un juego de palabras. El perro representa el tiempo. Sabía que estaba hablando de su vida ordinaria, pero no encontraba un título. Los días perros se le ocurrió al ver un cartel de Burger King… Respecto a la estructura de la obra, cada parte del libro está dedicada a un día de la semana, explicó Abraham. Cada día consta de dos o tres poemas. Salvo el viernes, que solo contiene uno, “Deja que te presente”, ya que es muy largo, con estilo narrativo, y quería que todos los días de la semana tuvieran el mismo número de versos. “El libro se divide en siete días, con siete citas diferentes, todas referidas al mundo cinematográfico. Me gusta ese juego entre la poesía y cine”. La cita que encabeza el poemario es de la película Carol: “Lo que realmente quiero hacer es escribir, por eso veo películas”. El tema principal del libro es la mudanza, la efímera estancia de los jóvenes en cada ciudad. Por motivos laborales, Abraham pasó por Alemania, Madrid y Arcos, “un vaivén para intentar ganar un sueldo digno, aunque nunca lo sea…”. El libro empieza con Doblar calcetines, la mudanza que tuvo que hacer para volverse de Hannover a su pueblo. A partir de ahí, intercala reflexiones sociales con vivencias cotidianas y recuerdos de la infancia.
7 Cajas
Siete cajas engalanan el hueco,
siete inocentes cajas de cartón
son un pueblo, una familia, una calle,
una forma de cocinar,
una geografía
una arboleda
una relación.
Siete cajas son precariedad laboral,
la nostalgia con olor a cerrado,
se convierten en emblemas
en raíces
en anclas.
Siete cajas siempre empiezan de nuevo.
Y ahí están, otra vez, nuestras siete cajas
con productos de Tiger,
los 150 kg que pesan nuestras vidas.
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