La Sala Tragaluz de lavozdelsur.es acogió en la tarde del pasado jueves la presentación de libro San Toral. Vidas de Santos para uso de los fieles e infieles. En la introducción, Antonio Alonso resaltó tanto la dimensión docente de Pettenghi (ha sido profesor y director del Instituto Columela de Cádiz) como su dimensión literaria. Además de este San Toral (QBook 2021), riguroso y lleno de ironía, ha publicado La escuela derrotada. Depuración y represión del Magisterio en la provincia de Cádiz (1936-1945), un libro muy comprometido y con una gran labor de investigación previa.
Otro libro con mucha ironía es No estés eternamente enojado, que refleja la educación religiosa que recibió su generación. También ha publicado Detrás del silencio, un recorrido histórico por los acontecimientos políticos, económicos y sociales ocurridos en la provincia de Cádiz durante el periodo de la II República, y El Instituto Columela (1863-1988), sobre el centro donde impartió clases.
Según Antonio Alonso, “San Toral es un libro lleno de datos fidedignos y adornado con mucha ironía y sentido del humor”. Habla de los santos, historias que nos han contado a la largo del tiempo y que mucha gente se ha creído… Pero ha llegado un momento en el que ya no son creíbles. Hay gente atea, agnóstica, apóstata, sin embargo “los santos están presentes en la vida de todos ellos”. Queramos o no queramos “están en nuestra vida cotidiana, en nuestro vocabulario y en nuestras conversaciones”. Nos recordó expresiones como: “A quien dios se la dé San Pedro se la Bendiga”, “De dinero y santidad la mitad de la mitad”. Y por muy ateo que se sea hay frases que se siguen usando como “Santa Rita Rita lo que se da no se quita”.
Antonio Alonso provocó carcajadas entre los asistentes al hablar de varios santos, de sus nombres y sus hazañas, verídicas o inventadas… Así, mencionó al santo más fuerte, Sandokán, el tigre de Malasia; al santo de la salud, San Macola; a los que consagraban el vino varias veces en la misa, Sandemán, San Asensio y San Patricio; a los santos con premio, como San Sadurní de Noya…; al goleador San Mamés, que levitaba en el aire y marcaba con la cabeza por la escuadra…; al que mejor cantaba, San Remo; al que convirtió el agua fría en caliente, San Telmo…
“Esto del San Toral surge porque en mi muro de Facebook me dio por poner un santo todos los días, o alternos, con una ilustración. Debido a esas limitaciones, ponía un par de párrafos, tres como mucho, y un pie de foto.” A la gente le gustó y comenzó a poner comentarios, que era lo más divertido, explicó Pepe Pettenghi. Entonces, “Juan José Sandoval, responsable de QBook, me dijo vamos hacer un volumen…Yo no lo veía, pero ha tenido un exitazo”. El libro tiene formato de libreta, para que sea de sobremesa, “de tal manera que hay un santo para cada día y un día para cada santo”.
En papel también han querido respetar la brevedad, un par de párrafos, la imagen y un pie de foto, y todo bajo el prisma del humor de Cádiz. Lo primero que hacemos es reírnos de nosotros mismos, aclaró Pepe Pettenghi. Es un humor “zumbón, crítico y disparatado”. Pero no solo se trata de hacer reír, sino que con este San Toral se quiere hacer pensar. "Estas historias descabelladas, con su truculencia, se utilizaban en nuestra infancia para meter miedo y educar… Santos decapitados, desollados, que de repente se levantaban por la mañana con cara de perro… Te costaba conciliar el sueño." Había un libro de un franciscano en las casas que se llamaba La leyenda de oro, de historias de santos, contadas en serio. “Lo que yo he hecho con este libro es La leyenda de oro, pero no tomada en serio. He cogido las vidas de los santos y les he dado una vuelta de tuerca hacia la ironía. He utilizado cuatro o cinco frases recurrentes para dar una idea de los mimbres con los que construíamos nuestro mundo.”
En sus 3.000 años de historia, la ciudad de Cádiz "no ha dado ni un santo, ni uno… Ni siquiera los santos patronos eran de Cádiz". Eso sí, está el beato Diego de Cádiz, “un santo de segunda B”, y un forofo de la Inquisición, remarcó Pepe Pettenghi. Se le atribuye un milagro al beato, haber frenado con la mirada la caída de un albañil desde su andamio, depositándolo suavemente en el suelo y evitando la muerte segura del hombre.
Como el libro ya circula por ahí, la gente aborda por la calle a Pepe Pettenghi, que también colabora como columnista en lavozdelsur.es, para preguntarle sobre la vida de algún santo, como si fuese un experto. Pero él insiste que es un libro de humor, en el que ha incluido las vidas más exageradas y disparatadas. Son vidas que en sí mimas tienen un gran potencial literario, llenas de mentiras y exageraciones sin límite, con impresionantes anacronismos… Y confiesa Pepe Pettenghi que se ha reído mucho al escribir este libro. San Roque era tan devoto que se negaba a mamar de la madre los viernes, el día de ayuno. Santa Margarita Alacoque intercambió su corazón con el de Jesucristo, dos días o tres.
Son historias que te hacen pensar, dijo Pettenghi. ¿Cómo actuarían esos santos si supiesen que el paraíso no existe? “Uno no sabe dónde acaba la santidad y dónde empieza la locura.” Y te hace reflexionar sobre “cómo se ha utilizado la truculencia para educar”. Los santos pueden ser clasificados. Los más recientes ya no abusan de la exageración, pero con el tiempo las historias se deforman y se convierten en leyendas. Los santos del Antiguo Testamento, lleno de violencia, de venganzas y de sangre…, son los santos de los grandes milagros. San Eliseo iba por la calle y unos niños le llamaron calvo, sin maldad. Hizo un milagro, aparecieron dos osos y se comieron a 42 niños… La segunda fase es cuando se produjo la persecución de los cristianos por los romanos. “Son los mártires inmatables, no se morían nunca…” Las flechas cambiaban de dirección, las fieras no les atacaban, les freían y no morían…
Cuando el cristianismo se convierte en religión oficial, y “la fe se transforma en oro, el gran milagro”, surgen otro tipo de santos, monjes tétricos, obispos sádicos, ermitaños masoquistas, y “los niños santitos”, los preferidos de Pepe Pettenghi. Son muy chivatos, resabiados y redichos. Y, por último, los santos más recientes, más recatados… Devuelven la vista a un paralítico o hacen que escuchen los ciegos. También aparecen los grandes negocios con los santos, con sus grandes santuarios. “Pero lo que más me ha llamado la atención es que la Iglesia no sabe cuántos santos tiene.” El tono del libro se basa en la ironía, en ningún momento pretende ser irrespetuoso. Con una pequeña vuelta de tuerca esas historias pasan de lo exagerado a lo ridículo.