La Fundación Caballero Bonald presentó dos libros fundamentales para conocer la historia reciente de la literatura española. Al acto asistieron muchos jóvenes, alumnos de 2º de bachillerato del IES Seritium, algo que resaltó Josefa Parra en sus palabras iniciales, ya que uno de los objetivos de la fundación es acercar la literatura a los centros de enseñanza. Y recordó que existe una biblioteca pública a disposición de todos los ciudadanos.
La escritora Julia Bellido nos explicó en la introducción quién es Rocío Fernández Berrocal, pero sus primeras palabras fueron para recordar a Antonio Apresa, “porque sin él estas tardes no volverán a ser lo mismo”. Rocío es especialista en Juan Ramón Jiménez y la literatura del siglo XX. Pertenece a la asociación El legado de las mujeres, cuyo objetivo consiste en rescatar la memoria de las artistas, escritoras y científicas olvidadas. Es doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, con una tesis sobre las relaciones de J. R. Jiménez con Sevilla. Forma parte de las academias de San Fernando y de Écija. Su labor como investigadora, editora y divulgadora de la obra del poeta de Moguer ha recibido el Perejil de Plata en 2020. Es autora de tres ediciones de libros inéditos de Juan Ramón: Idilios, Historias y Pureza. Y la biografía ilustrada de Zenobia, “para mí un tesoro que debería ser lectura obligada en primaria y en la ESO”. Además, colabora con el Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla.
Rocío Fernández Berrocal nos explicó de forma rigurosa y apasionada todo lo que implica la publicación de los dos libros. Pureza, editado por Cátedra, es un libro que el poeta “siempre tuvo en la cabeza con la idea de publicarlo, pero escribió tanto que no tuvo tiempo en vida”. Los manuscritos están repartidos entre Madrid, Moguer y Puerto Rico. El trabajo de edición ha sido como “reconstruir un puzle”. Y todavía quedan más inéditos en Puerto Rico. Estos últimos libros pertenecen a la etapa de Moguer, “antesala de la madurez” del escritor.
“Juan Ramón es un manantial infinito para los que tenemos sed de poesía.” Si la filosofía es la pregunta, la poesía es la respuesta… Rocío reconoce formar parte de esa minoría que vive en la poesía y la busca en todo. Juan Ramón y Zenobia resumen la edad de plata de la literatura española, “pareja emblemática del siglo XX, según Octavio Paz”. A pesar de todas las adversidades, dedicaron sus vidas a la literatura, a las obras que hoy disfrutamos. Y el papel de Zenobia no fue secundario, sino imprescindible. Estamos ante una obra que ha dejado huella en todos los creadores posteriores. “De Juan Ramón decía Caballero Bonald que pocas obras ofrecen tanta libertad, tanta belleza y tanta ética… Y lo consideraba el mejor prosista del siglo XX.”
Rocío nos habló también de la relación de Juan Ramón y Zenobia con Jerez. Les gustaba el vino de esta tierra. Y el poeta habla de “los jaleos de Jerez” en una caricatura de Alberti. En Jerez realizó sus estudios. Su expediente se conserva en el IES P. L. Coloma. Cuando se va a casar, antes de embarcar hacia EEUU pasa por Jerez, así lo dejó escrito en su diario, era el 28 de enero de 1916. Otras referencias a Jerez están en la correspondencia con Pilar Paz Pasmar en los años 50. A la vuelta del exilio también tenía prevista una parada en la ciudad.
No hay libro menor en un poeta mayor. “Toda su obra estuvo al servicio de la belleza, la verdad y la pureza.” Renovó toda la prosa del siglo XX con Platero y modernizó la poesía. Para editar Pureza ha sido fundamental el papel de la sobrina-nieta de Juan Ramón a la hora de conservar, recuperar y “descifrar” todo el legado del poeta, subrayó Rocío Fernández. El libro pertenece a la etapa que él mismo llama “sensitiva”, de 1905 a 1912. En ese periodo de confinamiento, tras la muerte de su padre, escribió 23 obras, pero solo dio 11 a la imprenta. Escribe Pureza al final de esa estancia. Se va alejando de la etapa modernista, recargada, para acercarse a la poesía pura, sin ropajes innecesarios.
En estos libros de Moguer, “borradores silvestres”, presenciamos la evolución y depuración del poeta hacia la madurez que cuajará en Diario de un poeta recién casado. Los manuscritos de estos poemas los archivó en carpetas, con la intención de que no se perdieran, como dejó escrito. De los 46 poemas del libro, 19 son completamente inéditos. En el anexo del final se explica la procedencia de cada uno de ellos. La obra tiene tres partes, Amaneceres, Desvelo y Tardes. “Tres tiempos en un mismo espacio, Moguer, la luz con el tiempo dentro.” Aparecen ya los temas que irán cristalizando en sus obras posteriores, aclaró Rocío. Al ideal de pureza consagró toda su vida, para que los poemas fueran como la rosa.
Rocío nos contó que cuando estaba leyendo pequeñas biografías de grandes mujeres con su hija se dieron cuenta de que no estaba la de Zenobia. No existía un libro sobre la vida de Zenobia para un público joven. Así que, atendiendo a la sugerencia de su hija, se puso a escribirlo. Es una obra ilustrada que se lee en una hora. Se puede leer en clase, “a los alumnos les encanta”. Pero también gusta a los adultos, porque habla de temas como el derecho al voto, las “Sinsombrero”, del exilio… Las ilustraciones son de la artista leonesa Patricia Fidalgo Carbajo. Ha sido publicado por Okto Contenidos. Incluye una introducción de Carmen Herández-Pinzón, sobrina-nieta de Zenobia y Juan Ramón, y una guía de lectura con valores sociales y culturales de Teresa Suárez (escritora y máster en género).
Zenobia Camprubí fue una mujer independiente, inteligente, sensible, solidaria, trabajadora… Juan Ramón la describe como una mujer que reúne todas las perfecciones. Zenobia vivió circunstancias muy difíciles: una pandemia, la guerra y el exilio. “Fue colaboradora estrecha de Juan Ramón, pero desarrolló sus propias inquietudes.” Vivió como una mujer moderna hace cien años, con su propio coche, su negocio de ropa, sus actividades literarias y culturales, su compromiso con los necesitados… “Su vida siempre estuvo al servicio de los demás y las causas más nobles.” Zenobia conecta con todas aquellas intelectuales que lucharon por la dignidad de la mujer, por sus derechos, por la igualdad. Zenobia fue traductora de Tagore. Juan Ramón lo aprovecha como excusa para acercarse a ella… Hablaba cuatro idiomas, por eso pudo realizar traducciones que le pagaban. También decoraba pisos. Montó una asociación para coser ropa para los pobres. Al principio de la guerra cuidó a niños necesitados. Y desde el exilio siguió colaborando con los más débiles.
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