La propuesta expositiva Habitar, habitarse nace del proyecto común de varios artistas emergentes licenciados en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Celeste Moncada, Iván Suazo, Miguel Ángel Márquez, Francisca Martín y Laura Rastrollo se han atrevido a parar el tiempo y a tratar de examinar esta búsqueda a través del arte.
El objetivo de esta muestra es "ofrecer una colección de obras únicas que invitan a la reflexión sobre la fugacidad y el ritmo frenético de la sociedad contemporánea y la necesidad de detenerse y valorar cada momento". Para ello, a través del dibujo y la pintura, persiguen "tratar el instante en el que se crea una conexión entre individuos, las fracciones de segundo en las que se forman nuevas memorias".
La reflexión que plantean estos jóvenes artistas se sitúa en un contexto plenamente globalizado, "donde todo ha de ser inmediato y donde cada vez es menos frecuente vivir con la consciencia situada en el presente". Según este grupo artístico generado en la Universidad de Sevilla, "obviamos con frecuencia algunos factores de vital importancia, como los momentos de conexión con las personas del entorno y con nosotros mismos".
Miguel Ángel Márquez pretende que los espectadores "paren y se evadan, que mantengan una conversación con los cuadros", mientras que para Iván Suazo, esta muestra supone "un momento de pausa e introspección". Para Francisca Martín, la obra termina con la mirada del espectador: "Quiero que cada uno termine de construir la obra según su imaginación y según su esencia".
Celeste Moncada (Jerez, 1996), es una de las precursoras de esta propuesta. Sobre el surgimiento de esta idea, explica que fue un proceso espontáneo de compartir aquellas cosas que les preocupaban y tenían en común: "Nos ha sobrepasado el tema de las redes sociales y los medios, estamos muy expuestos a un exceso de información tremenda que no nos hace vivir la vida bien, a parte de las vidas agobiantes y aceleradas que llevamos". En la práctica, "cada uno tiene una forma de contar, pero todas las propuestas tienen una gran narrativa visual detrás, no hay mensaje evidente como para dejarla pasar rápido".
Para expresar esta narrativa, Iván Suazo (Cádiz, 1998) ha acudido al archivo fotográfico de su abuela y de su familia: "Me lo tomo como terapia, casi siempre que dibujo estoy fuera de mi casa y lejos, es como pasar tiempo con mi familia o de volver a conectar con personas que ya no están con nosotros. Es una lucha contra ese miedo que tenemos los seres humanos del olvido y perder la memoria, es un rescate y una lucha por los momentos pasados", explica el joven autor. Para su obra, confía en la experimentación con grafito, técnica que le ofrece mucho margen para conseguir versatilidad y libertad. "En el pasado hay cosas bellas, en las fotos antiguas que también se están perdiendo", asegura.
Miguel Ángel Márquez (Alcalá de Guadaíra, 1997) se considera una persona muy nerviosa y activa que tiene que pintar lo que es y ve: “Mi discurso es que hay que parar, ser consciente de dónde estamos”. A nivel plástico, explica que “está inmerso en una búsqueda compositiva de forma, color y textura sin llegar a perder elementos o figuras humanas en la que se vea el movimiento”. Su obra persigue la continua confrontación entre lo figurativo y lo abstracto. “No intento contar historias, solo recuerdos o sensaciones, temas cotidianos”, explica el artista.
Francisca Martín (Los Palacios y Villafranca, 1974) trabaja con la temática de la mujer y lo trata desde el punto de vista de la identidad: “Lo que expreso a través de mis obras son mis vivencias, emociones y preocupaciones. Para expresarlo busco imágenes fotografiando películas, y luego con esa fotografía selecciono un primer plano, de manera que con lo mínimo pueda expresar lo máximo”.
Laura Rastrollo (Badajoz, 1998), se centra principalmente en la representación de las sillas y sillones como una vía de comunicación, de expresión y conexión con nosotros mismos. “Creando escenarios a través de imágenes o fotografías de sillones que encuentro en la calle para contar historias inimaginables”. Para ello, fotografía escenarios desastrosos para “transformar visualmente la realidad”.
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