Amante de las listas, periodista musical y de viajes
Guitarrista, informático y ensayista, amante de las listas, el autor jerezano Juan Carlos León (1970) debuta en la novela con Nada nos puede ir mal (West Indies, 2021), la historia del meteórico viaje del cielo al suelo de Romina, una artista convertida en juguete roto pese, a diferencia de casos similares, tener el control de su carrera. Este sábado 6 de noviembre, con música en directo, presenta la obra en Sala Tragaluz de lavozdelsur.es. Al otro lado del teléfono, con toda calma, sale un cuarto de hora de su rutina para profundizar en su faceta más creativa.
"Trabajo en casa, pero me voy al patio y es como si estuviera en un bar", dispara desde su retiro sevillano. Periodista musical y de viajes, colaborador de medios como Mondo Sonoro, Bad Music y Freek Magazine, en la actualidad escribe en Ruta 66 y Jot Down magazine. Como músico, guitarrista, algo que ahora confiesa que tiene en segundo plano, ha sido integrante de formaciones como Los Calambres, The Refoundations, Soul Mama, Maleso o The Smoggers. Además, ya publicó los ensayos ¿Quién cantará en tu entierro? (Jot Down Books, 2018) y Mujeres con nombre de canción (West Indies, 2019).
En una época tan distópica como la que estamos viviendo de un tiempo a esta parte este ‘Nada nos puede ir mal’, ¿no suena un poco a taza de Mr. Wonderful?
Sí, sí, la verdad que es un título muy buenrrollista para los tiempos en los que estamos, pero realmente, una vez te adentras en la novela, ves que no todo es lo que parece realmente.
Como casi todo hoy en día, ¿no?
Sí, sí, por desgracia. El culto a los gimnasios, resaltar lo que hay por fuera y ya luego lo que pueda haber en los cerebros es otro cantar. E igual que eso con casi todo lo que vemos. Se intenta que todo guste, atraiga, por la vista, pero lo bonito es rascar un poco y ver lo que hay en los interiores de las personas y las cosas.
Después de dos ensayos una novela. ¿Esto es que su carrera de escritor ya va en serio, ya ha acabado la pretemporada?
(Ríe) Está bien ese símil. La verdad que es un paso un poquito más serio. Con los ensayos siempre puedes escudarte, es difícil que te digan que eres un mal escritor. En mis dos libros anteriores había trabajo de documentalista y melómano, pero ahora he decidido dar el salto y si tiene que ocurrir, que me despellejen. Espero que no. Pero bueno, siempre tenía claro cuando empecé la novela que si la acababa y no la veía digna, o con un mínimo de calidad, no me atrevería a publicarla, pero el feedback inicial que he ido teniendo ha sido positivo y me ha convencido el trabajo. Ahí estamos.
Esta obra parte de un taller de escritura, pero de todos, creo que era Borges el que decía que para ser buen escritor hay que ser sobre todo buen lector, ¿lo eres?
El taller de escritura me ha servido más que nada para forzarme para empezar a escribir y continuar. Aparte de que siempre puedes adquirir unas nociones que no tienes, lo que más le agradezco al curso ha sido forzarme a crear la disciplina y confiar en el trabajo capítulo a capítulo, como Simeone con el partido a partido.
"Ahora tengo disciplina, confío en el trabajo capítulo a capítulo, como Simeone con el partido a partido"
¿Y qué espejo literario tiene?
Cuando uno es más joven se suele ver más impresionado, al menos en mi caso, con escritores con Allan Poe o Hess, pero ya de más mayor me gustan bastante Fitzgerald, García Márquez y Vonnegut. Voy a apuestas fáciles.
Romina, que pone voz a la novela, es el cliché del juguete roto. ¿Ha conocido a muchos que creían que llegaban pero no?
Personalmente, no. Así como juguetes rotos no, pero sí hay mucha gente que, quizás, en cierta etapa de la juventud sí pudiera pensarse que llegaría a algo en muchas facetas de la vida, en la artística sobre todo, pero ya luego la vida y la madurez nos van poniendo a cada en nuestro sitio.
¿De dónde sale el personaje?
Realmente estaba buscando a alguien relacionado con el mundo de la música o del cine que hubiesen tenido una carrera meteórica, y me vienen siempre a la cabeza Marisol y Ana Belén, aunque Romina no es tan niña prodigio como ellas. Quería reflejar el auge y la caída de una persona joven a la que le llega el éxito pronto.
El éxito debe ser difícil de gestionar…
Totalmente. Y en el caso de Romina el personaje sí controla su vida, nadie la dirige o maneja su carrera. Es una persona adelantada a su época en el plano femenino, una mujer bastante inteligente que intenta llevar su carrera adelante, pero el destino o la vida te pone obstáculos que a veces son insalvables.
Parte del relato transcurre en Zahora. Uno de los últimos reductos vírgenes de la costa de Cádiz puede ser devorado por el ladrillo y la masa, ¿sigue pensando que nada nos puede ir mal?
La verdad que habría que cambiar el título viendo los proyectos inmobiliarios de macrohoteles que espero que no lleguen a buen puerto por el bien de que Barbate no se convierta en otro Puerto Banús. Habría que darle una vuelta al título del libro, pero esperemos que no.
Esa zona sí es el punto autobiográfico del libro.
Sí, sí, totalmente, porque es una zona que conozco bien, como Jerez o Sevilla, y la veo adecuada al personaje de Marisa, el otro protagonista de la novela, que tiene allí su retiro físico y espiritual. Una de las zonas que yo más he vivido así.
Aparte de la música y la escritura, eres informático de profesión, ¿cómo es capaz de pulsar tantas cosas?
El trabajo, digamos, me ocupa ocho horas de lunes a viernes, y después empieza la vida. Y en esa vida, pues hay tiempo para la música, aunque es cierto que la tengo más en segundo plano, y la escritura, que ya la considero como menos hobby, aunque no digo con eso que vaya a hacerme rico.
"No digo que me vaya a hacer rico con la escritura, pero ya la considero menos hobby"
Usted escribe en 'Jot Down', publicación que se caracteriza por el glorioso blanco y negro, ¿eres más de blanco y negro que de escala de grises?
(Piensa) Es buena pregunta ésta, mamón. Realmente, soy de escala de grises, pero en ciertos aspectos, no sé si por la edad, sí puedo ser más de blancos y negros. A veces me descubro a mí mismo como un talibán musical: no, hombre, no esto cómo te puede gustar, si esto es una mierda, lo que hay que escuchar es esto… Bueno, lo que importa en la vida es que hay que tender a abarcar cuanta más amalgama, mejor.
¿A cierta edad qué hay más, sexo, drogas o rock and roll?
(Risas) Drogas no hay, que esto lo va a leer mi madre. Y rock and roll y sexo… hay que intentar mantenerlo en paralelo hasta que la vida nos ponga en nuestro sitio.
Usted ha escrito sobre los funerales de grandes de la música, vamos a ponernos lúgubres, ¿ha pensado ya en quién quiere que toque en su entierro?
Para que toque alguien de los que a mí me gusta en mi entierro quiere decir que tengo que morirme a corto plazo. La mayoría son de mi edad o mayores. Siempre digo, en todo caso, que se reúnan mis amigos músicos y toquen las canciones que me hayan gustado en vida o que ellos piensen que me podrían representar en el último viaje.
¿Dónde le llevarán las teclas a partir de ahora?
No sé, creo que no puedo parar de escribir ahora mismo. Tengo en proceso otra novela, más autobiográfica, que va a beber más en mi infancia y en mis raíces, y a la vez sigo con el tema de los ensayos porque me surgen ideas. Soy muy de hacer listas y los dos libros anteriores salieron de conatos de listas. Se me ocurren ideas y algunas que veo que pueden ser más extensas las voy documentando y les voy dando forma. Llevo en paralelo ambos géneros y no sé si acabarán en final feliz o se quedarán en el disco duro. Pero espero que no, mi público no me lo permitiría (ríe).