“Mi hija tiene 14 años y quería traerla hoy aquí para que un día pueda decir que conoció a Lidia Falcón”, dijo a viva voz la activista feminista Teresa Domínguez, una de las asistentes al acto, este pasado sábado por la tarde, en la Sala Tragaluz de lavozdelsur.es, con la prestigiosa abogada, escritora y defensora de los derechos de la mujer, especialmente en el tardofranquismo.
Historia viva de la lucha de las mujeres en nuestro país, precursora y pionera de las nuevas olas que han seguido derribando muros, rompiendo techos de cristal, o cuando menos, intentándolo denodadamente, la activista, presidenta del Partido Feminista de España, Lidia Falcón (Madrid, 1935), encontró un cálido recibimiento en Jerez, después del mal trago de tener que trasladar su acto de hace unos días en el Pay-Pay de Cádiz ante las amenazas y actos vandálicos de la intransigencia de los extremos y el pensamiento único.
Lejos de eso, como dijo la responsable de la sala, Ana Fernández de Cosa, al inicio del encuentro, Tragaluz tiene la perspectiva de la cultura como motor transversal de transformación social y económica, abierta al juicio crítico y contra los inmovilismos y el pensamiento único. “En el año 21 del siglo 21, en una sociedad democrática, siguen pasando estas cosas”, lamentó Falcón, que rápidamente conectó con las asistentes, mayoritariamente mujeres entre algún que otro hombre, con una disertación de más de una hora con la que no quiso dibujar un horizonte excesivamente pesimista, pero que sí trató de reactivar al movimiento feminista “más allá de contar muertas cada 25 de noviembre (Día Internacional contra la Violencia de Género), no podemos seguir haciendo solo eso”.
“Tenemos las mismas pancartas todos los años y nada cambia, hay que reaccionar”, vino a decir Falcón, que también, con una energía fuera de serie a sus 86 años, se mostró abiertamente crítica contra la llamada gestación subrogada, otra forma de esclavizar a mujeres pobres por parte de los que más tienen, y la ley trans (con cuatro propuestas de proyectos de ley que siguen discutiéndose), que encendió un debate final en el que, como dijo Marina López, representante del partido en Jerez y organizadora del evento, “lo fundamental antes que nada es leerse la ley, para tener toda la información”.
"La ley de 2007 contempla la posibilidad de cambiar de aspecto físico, pero esto no es la nueva ley que se plantea, es que no hará falta ninguna transformación física, ningún tratamiento psicológico, ningún tratamiento hormonal que se suponía que duraba dos años, que es un tiempo de reflexión, sino que en el instante en que cualquier persona diga que es del sexo contrario, podrá ir al registro civil a cambiarse el sexo. Entonces participa del colectivo del sexo contrario. Esto perjudica fundamentalmente a las mujeres, ya sea en el deporte de competición, en las cuotas femeninas en política, con lo que costó conseguirlas, o en las estadísticas de los casos de violencia machista", ha abundado.
Más allá de las posturas confrontadas o de la valoración que cada cual haga de esta controvertida ley, es evidente que en muchos países del mundo que ya contaban con este desarrollo normativo “están produciéndose marchas atrás” porque hay importantes lagunas y casos muy severos de situaciones irreversibles, por no hablar de excentricidades más vinculadas a problemas mentales que a otra cosa.
Lo esencial, como traslució en el encuentro, donde también presentó su último libro, La filosofía del engaño, no es legislar a la carta, sino, en este caso, acabar con los roles y estereotipos de género, y las imposiciones normativas. El Primero de Mayo de 1983, Falcón titulaba una columna en El País: ¿Qué queda del feminismo?. “Algunos años después de la democracia en libertad, la lucha feminista en España está, por lo menos, desorientada. Las diversas corrientes que la impulsaron a atravesar los canales de las manifestaciones prohibidas, de las asambleas paralegales, de las asociaciones sin permiso, de las reuniones interminables para discutir si feminismo puro o impuro -léase política-, si lesbianismo o heterosexualidad permitida, si partido o asamblea, si doble o única militancia, se han disuelto en el maloliente pantano de todos los tópicos, de todos los desencantos, de todos los aburrimientos”. Nadie diría escuchándola este pasado sábado que no se ha vuelto a aquel punto de reinicio del camino. Un camino siempre, a la postre, manejado por el capital salvaje y el patriarcado, los enemigos comunes de esta gran causa de la mitad de la población mundial.