El grupo jerezano publicó Coplas marcianas en 2017 y tuvo un éxito (casi) interplanetario. Estaban en un momento álgido de sus carreras cuando terminaron su segundo y último disco, que vino justo antes de la pandemia. Llegaron malos tiempos para la música y la espera se ha hecho larga. Han decidido aguardar pacientes la vuelta a la normalidad absoluta para poder presentar el disco lo más tranquilos posible y haciendo lo que más disfrutan: tocar en directo, conectar con el público en vivo y ofrecer "conciertos enérgicos en los que la gente pueda bailar y pasárselo bien", como explica Fede Collado 'Divino Fino', uno de los integrantes.
Desde El Pasaje, templo de los tabancos jerezanos, el grupo (a falta de Kiko Tiburón) asegura sentirse contento con el "veranito" que se viene y esperan con ansias volver a la rutina de bolos por todo el país. "Somos un grupo de directos", asegura José Crespo 'El Grillo de Cuartillo' (apodo que le viene por su lugar de residencia en un campo de Cuartillos). Esta vez la producción ha sido con gente cercana al grupo y sobre todo están felices con sus últimas colaboraciones, con Kiko Veneno o La Pegatina.
¿Qué tenéis de marcianos?
Jose: (Risas) Yo me he vuelto más marciano pero porque me he vuelto más pa'dentro. Parece que ser marciano es estar en todos lados, pero ahora tengo una vida más recogida en el campo.
Fede: El primer disco estaba muy relacionado con Marte y lo marciano, de ahí el logotipo que nos hizo Daniel Diosdado. El marcianismo hablaba más de los sonidos futuristas y electrónicos porque nosotros mezclamos la idiosincrasia andaluza con la electrónica futurista.
Jose: Hace 10 años era muy novedoso, ahora ya por suerte está más establecido.
Y si estáis menos marcianos… ¿cómo vais de lo jondo?
Fede: Es más folclore, porque nosotros "flamenco flamenco" no somos, tiramos de las cosas típicas andaluzas. Intentamos mezclarlo con músicas del mundo que tengan una similitud. Hemos sacado una soleá y tiene reminiscencias latinas.
José: Cantes de ida y vuelta, como se dice. Hemos metido música balcánica, cumbia…
La música parece que cada vez tiene menos filtros y más transversalidad.
Jose: Todo lo que sea abrirse es positivo, en la música y en la cultura.
Fede: El flamenco ha sido intocable hasta hace poco, pero ya no todo es flamenco jondo y profundo. Esta es una buena forma de llegar a gente que no escucha flamenco, hacerlo de una forma más moderna. Quizás esa es la manera para que los chavales de ahora escuchen una soleá.
La gente más purista podría ver aquí una vía perfecta de difusión
Jose: Para nosotros ha sido todo un juego. No es algo pensado conceptual, cada uno con nuestras formaciones musicales ha generado el electrojondo, pero no es premeditado.
Fede: Nuestra forma de trabajar es esa, llevar una idea y desarrollarla mezclando cosas.
¿Habéis tenido a detractores en vuestra carrera?
Fede: ¡Alguna persona nos ha pedido una sevillana! (Risas). No, nunca lo hemos hecho por faltar el respeto, tampoco destrozamos el flamenco.
Jose: Y en el fondo te da un poco igual. Que hablen aunque sea mal.
¿Falta que la tradición sea aún más subvertida?
José: Los cuartos cerrados y oscuros son malos. Los cuartos aireados, con solecito y que entre el aire siempre es bueno.
Fede: Tampoco somos nosotros un peligro para la música, no estamos rompiendo nada. Hacemos lo que nos da la gana, es una forma de expresión que sale.
¿Vivís de la música?
Ambos: Malvivimos.
José: En 2018 y 2019 hicimos 150 conciertos.
"En vez de poner ladrillos ponemos canciones, pero es un trabajo obrero"
Suena a mucho…
Fede: Mucho, pero poco. No somos un grupo estable en la industria pero sobrevivimos y nos dedicamos a esto plenamente. Con la edad que tenemos, o te dedicas a lo que te gusta o vas a tener una vida de mierda, aunque sea una profesión difícil. Nosotros movemos la maquinaria de todo. En vez de poner ladrillos ponemos canciones, pero es un trabajo obrero gordo. Te vas un lunes por la mañana y no vuelves hasta el martes por la tarde, y te traes lo justo para llenar la nevera.
Es curioso: la sociedad acepta poner ladrillos, pero eso de poner canciones lo lleva peor
Fede: Desgraciadamente la cultura está aún muy relacionada con la ley de vagos y maleantes, de hecho estos dos años no hemos recibido ningún tipo de ayuda. A la cultura es España no se la cuida como en otros países.
¿Cuesta mucho pagar por cultura?
Fede: Aquí por el sur lo de pagar por entradas todavía cuesta. La pandemia ha hecho que la gente tenga ganas de moverse y pasarlo bien, en ese sentido parace que ha ayudado un poco.
Jose: Antes no hacíamos conciertos por entradas y este año está funcionando, para nosotros es una sorpresa. Ahora hemos hecho algún sold out y todo.
¿Me podéis decir alguno de los mejores momentos de vuestra carrera?
Jose: Hemos estado en sitios muy chulos, festivales que antes íbamos de público y ahora vamos tocando.
Fede: Bueno, y las colaboraciones que hemos tenido. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a cantar con Kiko Veneno? La Pegatina también, Antílopez, Andres Lutz de O'Funk'illo… es lo más positivo, trabajar con los que han sido tus estrellas.
¿Hay más compañerismo en la música ahora?
Jose: Eso va con la persona, el que colabora con un músico más chico seguro que ayuda a la vecina bajando la escalera, y el que no lo hace seguro que es un cabrón siendo un vecino.
Fede: Sí es verdad que artistas como Kiko Veneno, que siempre han tenido su círculos, ahora colaboran con gente como Bronquio, gente que está en un punto más emergente.
¿Os sentís a gusto con el circuito cultural de Jerez?
Fede: La verdad es que se mueven cosas, no nos vamos a quejar, pero hay pocas salas. Lo bueno es que poco a poco la gente apuesta por negocios dedicados a la música o la cultura.
Jose: Menos mal que no somos escultores (risas). En otras profesiones artísticas lo pasan muy mal. La cultura menos asociada a la diversión es muy difícil, se tienen que ir de aquí.