Rocío La Pequeña (Molina de Segura, 1991), ilustradora murciana y marciana, como ella se define, dibuja desde que era niña cuerpos desnudos, uno de los grandes temas de su obra, que aborda desde una perspectiva feminista en la búsqueda de la naturalidad y la desexualización. También se define como amante del flamenco, del mar y de la naturaleza. En su obra, teñida de un azul que evoca calma y sanación, hay también retratos de familias (en su más amplio sentido, incluyendo las familias de amigas o las que se forman con los animales), que transportan a una cierta sensación de hogar, por la ternura que desprenden.
Precisamente, esta idea de hogar se mezcla con la exploración de los cuerpos a lo largo de su trayectoria, y ambos temas convergen en la nueva exposición que inaugura el próximo 26 en la Sala Tragaluz de Jerez. La Casa reflexiona sobre el cuerpo como casa y la casa como refugio de creación y vida. Una exposición que cuenta con el patrocinio de Grupo Mojo, Williams & Humbert y Coca-Cola.
Cuéntanos por qué eres una ilustradora ‘marciana’, ¿te has sentido o te sientes así?
Eso viene porque soy de Murcia, una región muy pequeñica por la que nadie pasa. La gente me ha llegado a preguntar si en mi pueblo había carreteras y a sorprenderse porque siendo de Murcia bailara flamenco bien. Me puse ‘marciana’ por eso. La gente no da un duro por Murcia y luego viene y le encanta. No lo hago con tono de enfado pero me llama la atención y me parece gracioso muchas veces.
¿Y 'La Pequeña'?
Simplemente porque era cómo me llamaban en el pueblo para diferenciarme de otras ‘Rocíos’. Cuando tuve que pensar en un nombre artístico que me diferenciara de mis apellidos comunes, me di cuenta de que no tenía que elegirlo, que ya me llamaba así todo el mundo.
En tu obra destaca la creación del personaje de Amanda Manda, ¿cómo surge?
Estudié Bellas Artes y desde siempre me ha flipado dibujar el desnudo humano, desde muy pequeña. Mis maestras se lo decían a mi madre, que todo el tiempo estaba dibujando a “peña desnuda”. En el momento de estar creando mi propio estilo, hice una serie de microrelatos que fui publicando cada martes del año, así que fui creando una paleta de colores y un estilo, hasta que un día de casualidad salió Amanda. Fui a la playa con varias amigas y una de ellas me dijo que podía hacer una ilustración de ese momento, hice un cómic y el personaje me salió así, con moño, la piel gris y el pelo azul. Fue sin pensar que fuera a convertirse en un personaje clave para mi trabajo, aunque sí me gustaba la idea de representar mujeres diferentes y con diferentes cuerpos.
"Todas las personas somos auténticas pero a veces estamos coartadas por los cánones sociales"
¿Cómo piensas que es Amanda Manda?
Intento naturalizar muchas cosas que creo que están estigmatizadas, y siento que es mi responsabilidad en esta vida trabajar para que eso mejore. La gente dice mucho que Amanda es natural, cercana y auténtica. Todas las personas somos auténticas pero a veces estamos coartadas por los cánones sociales. Lo que quiero es la no sexualización del cuerpo desnudo y la naturalización del cuerpo de las mujeres. También he hecho algún hombre, pero en especial hago mujeres, es lo que yo soy y lo que me he llevado sufriendo toda mi vida. También me gusta naturalizar lo cotidiano, yo puedo tener las ideas muy claras y me puedo contradecir porque al final forma parte de un sistema. Parece que si tienes una opinión no puedes salirte, pero a veces me equivoco o a veces no tengo opinión hasta que alguien lo plantea.
¿Y los retratos cómo surgen?
Empezaron por hacer regalos a la gente, por tener un detalle con un ‘retratico’.
¿Hay en tus ilustraciones algo de flamenco?
Sí, seguro que está presente porque es uno de los amores de mi vida. El flamenco, además de la parte artística, es una manera de ser.
Has comentado que usas el azul porque te da tranquilidad y te evoca al agua del mar, ¿es muy importante la elección del color?
Cuando hablo de algún tema a través de Amana Manda no es para dar ninguna lección, muchas veces son aprendizajes que estoy digiriendo. Amanda tiene mucha parte de terapia, de sacar las cosas fuera, esto me ayuda a gestionarlo mejor. He sido muy controladora pero hubo una época en la que mi vida dio un vuelco total y todo lo que me hacía sentir estable se fue de alguna manera, entonces empecé a necesitar cosas azules. Cuando decidí crearme las redes sociales pensé en una paleta concreta y que fuera más reconocible. Por eso me decanté por el azul, aunque también he necesitado el rojo.
"Se nos sigue machacando mucho por el cuerpo y esto hace que a veces nos tratemos mal"
A Jerez llegas con La Casa, una nueva exposición. ¿En qué consiste?
En enero de 2020 participé en una exposición en Sevilla y se me ocurrió hacer algo con el bordado. Probé bordados con pinturas y telas, como si fuera un collage, sobre lienzo. Me costó mucho hacerlo pero también gustó muchísimo. Cuando surgió la oportunidad de ir a Jerez quise retomar esta idea. Son cuadrados bordados directamente sobre lienzo, con tela y pinturas.
¿Y por qué el concepto de casa?
Las mujeres hemos sido esclavas de nuestra casa, hemos estado ahí por ellas y para ellas. También me interesaba el tema del cuerpo, el tema que he trabajado toda mi vida, y me di cuenta de un símil con los caracoles: ellos llevan su casa encima y su casa es su cuerpo. Pensé que tenían suerte de sentir que su cuerpo es su casa, de sentir refugio ahí. A nivel social se nos sigue machacando mucho por el cuerpo, por nuestro físico, generando que no estemos a gusto con nosotras mismas y que muchas veces nos tratemos mal. Yo quiero expresar la idea de cuerpo como hogar, y cómo de alguna manera esto cada vez está más presente, hay muchos movimientos de aceptación y energía muy grande, de quitarnos mucho lastre de encima. Al final nuestro cuerpo es nuestra casa y gracias a él podemos hacer todas las cosas que hacemos durante toda nuestra vida.