Cuando el afligido contempla el bello rostro de la tierra de Sidueña, olvida su pena.
Parece que la mano de la lluvia hubiera cubierto de verdes brocados sus valles y majadas.
Como un aladar por las mejillas del hermoso, discurren los arroyos por sus marjales.
Tal y como y nos relata el poeta jerezano Ibn Lubbal al-Sharishi en este poema, las fértiles tierras de Sidueña seguían siendo un atractivo de nuestro entorno bien entrados ya en el siglo XII. Sin embargo, según tenemos constancia, la época de mayor actividad de este núcleo andalusí –que no de la cora del mismo nombre, a la que también puede referirse este u otros textos- tiene lugar entre comienzos del siglo VIII y mediados del siglo IX cuando ocurren las incursiones vikingas de las que ya hemos hablado en Crónicas con Solera. Parece ser que la ciudad que diera nombre a la cora, Sidueña, sucumbió o fue destruida tras estos ataques, aproximadamente en el año 844. Aún habiéndo referencias de dicho núcleo, a partir de ese momento y en adelante Sidueña parece que declina definitivamente ante sus vecinas Calsena y Jerez. De vuelta al debate sobre si Sidueña es el emplazamiento de época andalusí que tomaría el testigo de los restos fenicios y romanos en torno a Doña Blanca y no es Medina-Sidonia, el profesor Borrego Soto hace hincapié en la configuración natural de este enclave. De esta manera cree que las descripciones que se hace de esta localidad no coinciden en absoluto con las de Medina-Sidonia y sí con las del citado lugar al que nos referimos. Una de las referencias utilizadas viene del cronista andalusí Al-Razi que habla de Sidueña en sus famosas crónicas como una ciudad grande con muchas fuentes y mucha agua, precisamente ubicada “frente a la isla de Cádiz”, detalles que a simple vista hace pensar en el entorno de Doña Blanca, por ubicación y aparente descripción paisajística y geográfica. Por otra parte, el sobrenombre asociado a Jerez en época califal, Xerez Saduña, nos vuelve a hablar de relación de este núcleo con nuestro primitiva ciudad urbano andalusí, que parece tener origen prealmohade y no almohade, tal y como se venía diciendo y ahora, sin embargo, señalan otros investigadores como el arqueólogo Laureano Aguilar o el filólogo Francisco Antonio García Romero. Lo cierto es que, a ciencia cierta, no podemos dar por seguro qué fue o no fue Sidonia o Sidueña si bien este sano debate y las líneas sintetizadas en este artículo nos abren una serie de posibilidades nada desdeñables. Aún con ello, de lo que sí tenemos constancia es de la notable producción comercial, intelectual y espiritual de dicho núcleo poblacional andalusí y de la relevante influencia de toda la cora en Al-Andalus. De vuelta a lo concreto y con respecto al Pago de Sidueña, sí que queremos poner de relieve su importancia. La Bahía de Cádiz, el río Guadalete y el Ager Ceretanus –la Campiña de Jerez- actúan como sujetos activos en la configuración del emplazamiento arqueológico sito en el Castillo de Doña Blanca. Del hecho que este enclave deba su importancia a su privilegiada situación geográfica y la relación con su entorno natural no nos cabe ninguna duda. Bibliografía Caro Cancela, Diego (Coord.) (1999). De los orígenes a la época medieval. Cádiz: Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cádiz. Borrego Soto, Miguel Ángel (2013). La Capital Itinerante. La Presea de Papel. Borrego Soto, Miguel Ángel (2014). Epigrafía Andalusí. La Presea de Papel. Borrego Soto, Miguel Ángel (2012). Gala del mundo y adorno de los almímbares. EH Editores.
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