El palacio de los Ponce de León es uno de los edificios del Renacimiento más importantes de Jerez.
A finales de la Edad Media los Ponce de León constituían uno de los principales linajes nobiliarios asentados en Andalucía. Eran descendientes de la antigua nobleza leonesa y supieron aprovechar la oportunidad brindada en la frontera con el Reino de Granada para asentar un señorío repartido entre las actuales provincias de Sevilla, Cádiz y Málaga. Su palacio en Jerez es uno de los edificios del Renacimiento más importantes de nuestra ciudad, pero es también uno de los mayores desconocidos.
La arquitectura civil del Renacimiento andaluz comienza a desarrollarse durante la primera década del s. XVI y en Jerez, tal como ocurrió en la cercana Sevilla, encontraremos, en este incipiente estilo, una combinación de las nuevas tendencias entremezcladas con el pasado gótico y mudéjar de la región, por lo que esta obra debe ponerse en relación con el contexto de la renovación estética que estaba viviendo en Andalucía por aquellas fechas, en un momento en el que el arte medieval, con claras influencias mudéjares, comenzaba a dar paso al Renacimiento.
La autoría parece corresponder a Fernando Álvarez, de origen portugués, que fue uno de los maestros constructores más importantes del s. XVI en nuestra ciudad y al que algunos autores le conceden el diseño de la fachada del Palacio Riquelme y de parte de la parroquia de San Mateo.
Este palacio estuvo terminado en agosto de 1537, según una cartela ubicada en el balcón, y se organiza en torno a un patio de dos galerías porticadas en la planta baja. La planta del edificio muestra un aspecto irregular debido a que la obra existía con anterioridad a la construcción renacentista del s. XVI. En el exterior se puede distinguir la base de unas torres y según Manuel Romero Bejarano esto “prueba de que en su día estuvo fortificado, posiblemente a causa de las luchas de banderías que tuvieran lugar entre los siglos XIV y XV” y la autora Julia López Campuzano establece que el solar sobre el que se edificó esta casa palacio debió ser de propiedad real, ya que, en tiempos de Enrique IV, el mal estado en que se encontraba el Alcázar hizo que se procediera a construir en este espacio unas casas para el albergue del monarca.
Los dos principales elementos de este palacio son su patio interior y su ventana esquinada. Sobre el patio interior debemos decir que se encuentra rodeado por una serie de arcos de medio punto peraltados, seis en cada banda, enmarcados por un alfiz. Los arcos no descansan sobre las columnas directamente, sino que cada uno está apoyado sobre un cimacio, cada cimacio está decorado con motivos vegetales o elementos derivados de los bestiarios de tradición medieval tales como máscaras, sirenas, querubines, peces y lobos, pero también escudos heráldicos del linaje familiar. Lo cual puede parecer sorprendente en un edificio de estilo renacentista, pero debemos recordar que recoge la transición del orden medieval al nuevo estilo.
Su jardín anteriormente era de mayor tamaño, pero una reforma del siglo XIX lo redujo para ampliar el edificio. Elementos tales como un amplio zaguán implican que el autor de la obra quiso recoger conceptos de raíz mudéjar en la casa.
Frente al apego a la tradición gótica del patio, el ventanal esquinado es una obra totalmente renacentista, sin ningún tipo de concesión a la arquitectura jerezana anterior. Este ventanal debió suponer una gran novedad en el ámbito artístico de la ciudad, de hecho, se trata de uno de los primeros elementos plenamente renacentistas y ello nos habla de la habilidad de Fernando Álvarez que, según Bejarano, supo trabajar tanto en el lenguaje gótico del patio como en el nuevo lenguaje, ya renacentista, de la ventana. Debido a que según este autor tanto el patio como el ventanal esquinado fueron levantados al mismo tiempo, según la documentación consultada al respecto.
Esta ventana está situada en una esquina y su distribución es simétrica a ambos lados. Ubicada sobre un entablamento cuyo arquitrabe presenta en el extremo izquierdo una ménsula formada por dos seres fantásticos enfrentados que sostiene una cartela en la que está escrita la fecha de 1537. Sobre el arquitrabe encontramos una banda de gotas y sobre este un friso en cuyo centro se alternan dos ángeles y tres blasones que corresponderían a la casa de Villavicencio-Zurita, Ponce de León y de la Cueva. Los extremos de este friso vemos dos cuadros que enmarcan unas columnas formadas por querubines. El vano doble de la ventana está enmarcado por un arco de medio punto sostenido por columnillas corintias y el conjunto de la ventana está flanqueado por columnas.
Un aspecto muy interesante de esta obra es que Fernando Álvarez, siendo un autor de tradición gótica, pudiera adoptar el nuevo lenguaje del Renacimiento proveniente del norte de Italia. Este tipo de obras tuvo mucha popularidad durante el s. XVI en Castilla y Extremadura e, incluso, dio el salto hacia América. No obstante, las ventanas esquinadas fueron un elemento muy extraño en la Baja Andalucía y de hecho debemos remarcar que esta es el caso de mayor distinción de nuestra zona.
Por otro lado, queda sin resolver de quien fue el autor tras la traza de la ventana, pero es posible que tanto un arquitecto le proporcionara la traza al propio Álvarez como que este mismo la hiciera para diseñar el palacio.
Bibliografía
Carriazo Rubio, Juan Luis. (2002). Dos siglos de estudios sobre los Ponce de León: historiografía de un linaje medieval. En Historia, Instituciones y Documentos. Nº 29. 9-30.
López Campuzano, Julia. (1992). La casa-palacio de los Ponce de León en Jerez de la Frontera. En Anales de Historia del Arte. Nº 3. 39-52.
Romero Bejarano, Manuel. (2016). Notas sobre la construcción del palacio Ponce de León. En F. Pérez Mulet (Director), Nuevas aportaciones a la Historia del Arte en Jerez de la Frontera y su entorno. Comunicación llevada a cabo en Jerez.
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