Como si el balón, Mágico —firmado para uno de los pequeños de la pandilla por el astro salvadoreño—, fuese el hilo conductor de la historia, que va rodando suave y punzante a la vez, El sueño de Oliver es un entrañable relato de amistad, superstición y redes comunitarias con el telón de fondo de la marginalidad, los sueños rotos y la exclusión social histórica que sufre la provincia de Cádiz. Situación muy acusada desde hace décadas en puntos como la comarca del Campo de Gibraltar, donde se desarrolla la trama.
El debú en un largometraje de ficción del cineasta de Algeciras Alexis Morante, que ya puede disfrutarse en Filmin, demuestra su buena estrella, su talento y su habilidad para que se haya producido la feliz conjunción astral de haber sabido mover la coctelera sin que se note agitado el resultado final. Sin caer en lo excesivamente naíf, en la lágrima fácil o, directamente, en lo panfletario.
El espíritu fantástico de las pelis de pandillas de amigos de los 80, ese puntito sci-fi de esas películas de aventuras que nos entusiasmaban en los viejos cines de invierno —muy al estilo de la reciente serie Stranger things, pero volviéndonos la mirada a E.T., Cuenta conmigo, Regreso al futuro…—, se superpone a un retrato social más profundo donde, por ejemplo, la precariedad y sus derivadas (inestabilidad, pobreza, desahucios…), la xenofobia y el narcotráfico son lacras, causas y consecuencias de una realidad social quebrada.
La convincente María León, “una siesa manía”, y el siempre solvente Salva Reina, el padre que debe “tropezar cien veces” para dejar de cavar el hoyo, son los progenitores de Oliver (Rubén Fulgencio), un niño con una imaginación desbordante que conecta con su abuelo en sus sueños de avistar el Cometa Halley, eso que pasa cada 75 años, casi como una metáfora de cómo van llegando de lentas las oportunidades a su tierra.
El punto melodramático siempre está bien combinando con la catarsis humorística. Los tópicos están bien enterrados y hasta la banda sonora, fiel escogida por el jerezano Julio de la Rosa, contribuyen a engrandecer una pequeña historia que se hace muy grande. La suerte se busca.