El proyecto de Capitalidad Cultural, impulsado por el Parlamento europeo, cumplirá en 2025 sus primeras cuatro décadas activo. Un revulsivo para muchas urbes europeas (algunas fuera de la UE) que exhiben al mundo su riqueza cultura, a nivel artístico o monumental, o incluso otros valores vinculados al territorio que refuerzan su apuesta por la cultura como transformadora de la sociedad. De unos años a esta parte se amplío la designación de una a tres ciudades, como ha ocurrido en este 2024.
De hecho, como recoge el portal dedicado a la Capital del Ministerio de Asuntos Exteriores, "ser Capital Cultural Europea no es solo un escaparate cultural a Europa, sino que sirve también a las ciudades como catalizador de una transformación cultural que puede cambiar su percepción a nivel interno y su proyección internacional".
Ciudades andaluzas como Granada y Jerez llevan, la primera más que la segunda, camino recorrido para erigirse en aspirantes y, posteriormente, ser elegidas como Capital Europea de la Cultura en 2031. Un reto que tendría tremendo impacto en Andalucía si finalmente una de las dos ciudades resultara elegida.
En este 2024, las ciudades designadas son Bad Ischl, Bodø y Tartu. La primera de las tres se encuentra en Austria y es el nombre de 23 municipios de la región alpina rural de Salzkammergut que han unido fuerzas bajo el lema La cultura es la nueva sal, en referencia a la sal, que trajo riqueza a toda la región.
El programa incluye 178 proyectos principales y más de 100 proyectos asociados. Se trata de intervenciones artísticas históricas y más contemporáneas, así como nuevos formatos que abordan desafíos como el desarrollo de un modelo sostenible de turismo cultural para la región.
Bodø, en Noruega, es la Capital Europea de la Cultura más septentrional de la historia, colocando el título en el Ártico por primera vez. Toda la región de Nordland participa en el proyecto Capitales Europeas de la Cultura, bajo el título Arcticulación. El programa acogerá más de 1000 eventos durante todo el año relacionados con la naturaleza ártica, la importancia del norte en el patrimonio europeo y el futuro desarrollo internacional de la región.
El lema de Tartu, en Estonia, como Capital Europea de la Cultura es Artes de Supervivencia y el programa se centra en la creación de una ciudad cultural respetuosa con la naturaleza que también tiene como objetivo restaurar la confianza en la cercanía humana y mostrar el poder de las ciudades más pequeñas de Europa. A lo largo de 2024, están previstos más de 1.000 proyectos que se dirigirán a personas de todas las edades.
Desde la instauración del proyecto Capital Cultural Europea, cuatro ciudades españolas han obtenido esta distinción: Madrid, Santiago de Compostela, Salamanca y San Sebastián.
Uno de los pilares fundamentales de la Unión Europea es la celebración de la riqueza de las culturas que la integran, con la promoción del conocimiento de la diversidad y el diálogo intercultural para incrementar el sentimiento de pertenencia a una misma comunidad europea.