Una librería de Sevilla cierra este lunes 27 de febrero sus puertas para siempre. Una estampa tan sevillana como la que han formado tradicionalmente la iglesia de Santa Catalina, El Tremendo y la Librería Reguera y desaparecerá para siempre. El motivo no es otro que la jubilación de Julio Reguera, un librero que durante los últimos 50 años ha estado al frente de este negocio.
Ha sido una semana de despedidas, de ir asumiendo el adiós poco a poco. Vecinos y curiosos entran y salen de este pequeño local. Algunos muestran su sorpresa y le desean lo mejor, otros aprovechan para comprar algo de lo que queda en liquidación. Los huecos en las paredes tienen más protagonismo que los libros. No quedan demasiados. Quedan pocas horas para el cierre definitivo.
Por ello, Julio reconoce que no ha sido un despertar especialmente emotivo a pesar de que afrontaba su último paseo hacia la librería que ha regentado durante medio siglo. Ha acudido temprano para organizar la jornada final.
"Llevamos varios días asumiendo el momento y por ello no me he levantado especialmente distinto a otros días. Aunque sí consciente de que hoy es el último", explica a lavozdelsur.es en un almacén donde la mayoría de estanterías ya están vacías. Julio cuenta que están dando salida a libros descatalogados a través de las ofertas que han puesto para liquidar. Sobre los más recientes no tiene poder de decisión. El precio está fijado por ley y depende de las editoriales. Los que no se han vendido, ya se han devuelto.
Medio siglo dan para mucho. Julio ha sido testigo de todos los cambios sociales que ha sufrido Sevilla, Andalucía y España. Él mismo los recita de memoria. De hecho se define como "el reflejo de la sociedad sevillana en los últimos 50 años". La traducción de todo esto no es otra que "la ebullición de la Transición política, la ilusión de la de la llegada de las primeras elecciones, el proceso autonómico, la llegada de los socialistas..."
"Hemos tenido mucha suerte porque, para la librería, el mundo de la cultura y de la creación en general, fueron unos años preciosos. El estar cerca de tanta gente interesante nos resultó extraordinario", comenta Julio. También reconoce que ha habido circunstancias adversas, pero no se pueden quejar. "Ha llegado nuestro momento ya de jubilarnos. Del epílogo de la librería", afirma a este medio.
La amenaza de las grandes multinacionales ha sido uno de esos momentos que podría haber sido adversos, pero las librerías de barrio han aguantado. En gran parte gracias a la unión que se ha visto en la despedida de Reguera. Pero la clave, sin duda, para Julio está en haber trabajado mucho con mucha dedicación e implicación pero, sobre todo, en el sentido de pertenencia dentro del barrio de Santa Catalina.
"Una de las cosas que consideras más relevantes en cualquier negocio pequeño familiar es que te sientas dentro de lo que es tu barrio, de lo que es tu comunidad y formes parte de ella de una manera muy amable". Son palabras del librero, pero sobre todo del vecino que vive en Santa Catalina.
De estos 50 años, Julio tiene claro que se queda con los clientes y con el barrio. Son generaciones las que han ido comprando libros en este negocio. "Yo he visto llegar aquí a muchos niños bebé que ya vienen con sus hijos. Ha habido varias generaciones que han desfilado por aquí y eso es muy gratificante", señala sobre la trayectoria del negocio.
Aunque pudo haberse jubilado antes, curiosamente la pandemia del Covid-19 le dio un pequeño empujón para continuar. El retorno fue tan positivo por la respuesta de la gente, que se vio prácticamente obligado a alargar su etapa laboral.
Pero tras aplazarlo, el momento ha llegado. El desgaste físico unido a la necesidad de dedicarle tiempo a otras cuestiones han hecho que este 27 de febrero sea el último día de la Librería Reguera.
Cierra una librería... pero abre otra
Reguera cierra sus puertas, pero no por mucho tiempo. En el mismo mostrador lo explican a los clientes que se pasan a saludar en las últimas horas. En aproximadamente dos semanas, el local volverá a abrir. Y seguirá siendo una librería. La Botica — otra conocida librería de la ciudad — será la encargada de llevar este negocio.
Julio tuvo dudas a la hora de decidir el futuro del local. Por un lado existía la posibilidad de cambiar de ciclo completamente y dar paso a un nuevo comercio. La otra opción era mantener en los vecinos este punto de encuentro y de reunión como librería. "Al final pudo más esto último y lo antepuse al tema económico. Hubo varias posibilidades y terminó saliendo una de ellas que me parecía la más apropiada", explica sobre el difícil proceso.
En este sentido, el veterano librero se muestra "contento" pero "más que por mí, por la gente del barrio que va a seguir teniendo una librería abierta". Esto significa que cuando Julio pase por delante, seguirá viendo un negocio como el suyo, pero sin el rótulo de su apellido. "Al principio me dará un poco de nostalgia o tristeza y poco a poco iré normalizando el hecho de ver la librería. Creo que me adaptaré. Me toca adaptarme a los nuevos tiempos".
De momento está convencido de que la librería sobrevivirá y una de las causas que expone es la empatía que generó la pandemia hacia el negocio de cercanía y la importancia que le otorgó al trato humano.
Una pandemia que, según Julio, también ha pausado los tiempos y ha recuperado los hábitos de lectura, "el hecho de estar un cierto tiempo metidos en casa ha propiciado que hayamos reducido un poquito esa voracidad. Hay que ser optimista con respecto a la continuidad del libro y de las librerías".
Cuando a última hora de este lunes la baraja baje, lo hará definitivamente y Julio pasará de librero a vecino y lector. Porque a pesar de estar rodeado de libros durante 50 años, él mismo reconoce que todo lo que supone una librería no deja demasiado tiempo para leer tranquilamente. "Ahora pienso vivir de una manera amable y tranquila, leer mucho, viajar, disfrutar del barrio..."
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