Las melodías resuenan en los recovecos de El Rincón de la Luna, un escondite con encanto que desde hace un año despierta la curiosidad de aquellos que merodean por el centro de El Puerto. Repleto de guitarras, claves de sol y alusiones al cielo nocturno, este local casi subterráneo al que se accede por una pequeña puerta seguida de unas escaleras, irrumpe como alternativa de ocio nocturno.
La cultura se cuela en “el local más antiguo de El Puerto que abrió hace más de 50 años como club antes incluso de que existiera la palabra discoteca”, explica Juan Antonio Rivera, músico desde la cuna y encargado de este rincón con aires de asociación cultural.
“Por aquí han pasado todo tipo de ambientes, pero todos, desde peñas rocieras y cofrades hasta ambiente gay, este sitio tiene mucho que contar”, recuerda al que todos llaman Rivera o Riverita, que ya intentó establecer este bar musical hace doce años. Por aquel entonces “se estaba creando un ambiente como el que ahora tenemos, pero duró nueve meses”.
En este rincón portuense donde se crea una atmósfera singular bajo una lámpara con forma de luna hay hueco para todas las artes. El espacio ofrece además de conciertos, obras teatrales, exposiciones y presentaciones de libros. Rivera comenta que el teatro “se está acogiendo con mucha alegría porque el local parece como un corral de comedias antiguo” al presentar una planta superior donde el público suele acomodarse para disfrutar de los espectáculos desde otra perspectiva.
Aunque la música es la protagonista del bar, a Rivera le han llegado peticiones de monologuistas, magos e incluso bailarinas de ballet, además de los músicos que acuden para expresar sus temas. “Buscamos crear un sitio cultural para todos los públicos, nos adaptamos porque queremos abrirlo a muchos campos, aquí están las puertas abiertas”, añade Rivera que retomó este proyecto con la intención de impulsar “un bar donde los músicos tuvieran realmente su rincón”.
La Luna se consolida como elemento clave de este lugar que exalta al único satélite natural de la Tierra. Pero su nombre no solo rinde homenaje a este astro sino también hace referencia a su ubicación. “Tiene un poco de trampa, porque es el rincón de la calle Luna, cuando estábamos montándolo para orientar a la gente le decía, estamos en la calle Luna, en el rincón”, comenta el encargado que se decantó por este nombre porque es “cáncer y un buen lunático” y siempre le “ha gustado mucho la noche”.
Una luna redonda cuelga del techo de este local acompañada de estrellas. Una decoración muy diferente a las paredes forradas de papel de leopardo con las que se topó Rivera al iniciar la preparación del espacio. Para él, la atmósfera en las actuaciones es fundamental, por ello, no duda en optar por una iluminación más oscura cuando “hay conciertos donde se busca más intimidad”.
Además, pretende reflejar en los muros cada espectáculo que escribe la historia de este rincón. “Hemos vivido muchos momentos muy interesantes y mágicos, y vamos a poner fotografías de todos ellos y de los artistas en las paredes”, sostiene Rivera que cuenta a viva voz la experiencia que brinda descubrir este local.
Con ilusión, el encargado recuerda la magia que fluye cada noche. “Los músicos suelen parar aquí, y aunque no haya concierto establecido, llega uno coge la guitarra, el piano o el cajón y expresa su música, a veces nos encontramos a una pianista de jazz tocando aquí o a otro tocando flamenco”, dice Rivera sentado en uno de los sillones perfectamente desinfectado antes de la entrevista.
El también músico, que siempre ha vivido en este entorno, agradece que todo el público presente en estos momentos musicales improvisados siempre respeta a los artistas, que a veces no se conocen entre ellos. “Si un cantante se arranca en la misma barra a cantar con la guitarra, se crea un silencio de catedral”, asegura el que no reproduce discos porque son los propios músicos los que dan la nota.
A lado de la barra de El Rincón de la Luna se halla una guitarra acústica, una flamenca, un piano y un cajón para todo aquel que se sienta inspirado y desee regalar sus letras a los presentes. Rivera los puso allí “humildemente” para fomentar la música en directo y aunque “no son grandes instrumentos, nos sirven para grandes noches”.
El local se configura como escaparate para los músicos emergentes, y, sobre todo, para los más jóvenes. Según comenta Rivera en sus mesas se pueden mezclar “chavales de 18 y 20 años que vienen con sus padres, matrimonios de 40 o 50 años, aquí hay edades diferentes y estilos de forma de vestir y forma de pensar totalmente distintos”.
A su vez, este espacio ha servido para que muchos jóvenes que no se animaban a cantar en público lo experimenten por primera vez en un tipo de propuesta acogedora que escasea en la provincia de Cádiz. “Aquí hay mucho arte y eso es indiscutible, pero hay pocos locales para esto”, opina Rivera que apuesta por la creación de más lugares como este.
Los curiosos pueden escuchar las voces y los acordes de artistas como Sergio Chaves, "que forma parte como de la decoración del local", bromea Rivera, mientras degustan el famoso ron Verita. Este preparado está elaborado por el propio encargado aficionado a la coctelería, que en un principio traía en su barrica para él y que acabó incorporándose a la carta. Aunque sus ingredientes “no se pueden decir porque entonces perdemos el misterio, la gente lo prueba y lo pide como si fuera una marca convencional pero no deja de ser un cóctel de la casa”, expresa.
La crisis sanitaria ha obligado a la cancelación de los eventos que este rincón tenía previstos. Rivera lamenta las dificultades a las que se enfrenta tras las nuevas restricciones del Gobierno y está dispuesto incluso a ofrecer servicio de comida porque “no sabemos si realmente seremos capaces de soportar este golpe”. Mientras tanto, su mente anda ocupada maquinando nuevos proyectos “si nos dejan..., como dice la canción”.
Entre ellos, destaca la presentación y proyección de cortometrajes o la creación de una web para encuentros de pareja de todas las edades “gente que se quiera conocer en un sitio seguro sin que experimenten una cita a ciegas sin saber dónde va ni con quien va”, concluye Rivera con la esperanza de poder revivir pronto los momentos que se creaban en este local.