Dos momentitos de gloria: el baile de Ángel Muñoz y el cante de Miguel Ortega salvan un espectáculo anodino y cargante.
Claroscuro es un intento fallido de contaminar el flamenco con la música electrónica. El inicio es tétrico, sólo se escuchan sonidos inaudibles con un fondo sonoro que va in crescendo e invade los sentidos. Ángel aparece sentado sobre una silla y mueve los brazos. Sale Diego Villegas y da un concierto con la flauta travesera. Miguel Ortega canta granaínas, malagueñas al estilo de Chacón, rondeña al estilo de Enrique Morente, fandango de Lucena y jabegote —fandango al estilo de Paquillo el del gas, le llaman en Granada—, para que Ángel baile dejando muestras de su valía. De nuevo el silencio se apodera del proscenio. De nuevo suena la música, como si de una caja de ritmos se tratara, para que el artista cordobés le baile a los sintetizadores y al saxo que toca Villegas. Miguel Ortega canta liviana, toná liviana y el macho de remate. La música se calla y él baila.
Otra vez, la música de Artomático se adueña del espectáculo —en realidad es el hilo conductor de toda la obra—. ¿Qué tiene que ver la música electrónica con el flamenco? Que alguien me lo explique porque no lo entiendo. Tras un tiempo largo, la armónica de Diego Villegas empieza a sonar por tangos. Y entonces llega uno de los poquitos momentos destacables de la función.
Otro fue cuando Miguel Ortega se nos descubre como guitarrista y se acompaña cantando por soleá apolá para que Ángel Muñoz baile en maestro –como lo recordábamos de cuando en 2014, en este mismo escenario, presentó la magnífica obra Ángel, del blanco al negro en la que da una lección inolvidable de cómo se debiera bailar en hombre. Sin aspavientos estrambóticos, sin alardes innecesarios, sin gestos a la galería, sin imposturas prestadas. Con formas clásicas aprendidas de los grandes, con entrega y belleza natural, con la verdad de su corazón flamenco.
El saxo le “canta por soleá”. Miguel le canta por bulerías, El tío de las castañas. Baila Ángel en lo que parece la fiesta final de despedida. Pero no, todo acaba como empezó. De nuevo el bailaor se planta sobre la silla entre la tristeza, los grises oscuros y la música electrónica. Preguntas: ¿Qué aporta al flamenco la música electrónica? ¿Le añade riqueza musical? ¿Sirve para evolucionar? ¿Es una provocación gratuita? ¿Será mejor bailaor Ángel Muñoz después de la malograda experiencia?
Ni claro ni oscuro. El baile flamenco no tiene color, pero tiene sabor y pasión y emoción y belleza. Todo lo que le falta a este espectáculo que no entendió nadie. Si acaso, la humilde grandeza de Ángel Muñoz, al que han metido en un berenjenal innecesario e incomprensible del que no sabe salir. Entre otras razones, porque cuando se experimenta se debe tener cuidado en no caer por el abismo.
Título del espectáculo: Claroscuro. Lugar, fecha y hora: Teatro Villamarta, 6 de marzo, 21:00 horas. Aforo: casi lleno. Baile: Ángel Muñoz. Cante y guitarra: Miguel Ortega. Saxo, clarinete, flauta y armónica: Diego Villegas. Música electrónica en vivo, samplers y secuenciadores: Artomático. Coreografía: Ángel Muñoz. Dirección artística: Daniel Muñoz. Composición musical y arreglos: Artomático, Diego Villegas y Miguel Ortega. Iluminación: Antonio Valiente. Sonido: Chipi Cacheda. Producción: Ángel Muñoz y Daniel Muñoz.