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El sol como medicina: la mujer que ha puesto patas arriba la salud moderna

Con el lanzamiento de Dieta Solar (HarperCollins), la nutricionista y divulgadora granadina María del Mar Molina (@lanutricionadora) señala los errores estructurales del sistema de salud

María del Mar Molina
María del Mar Molina
27 de abril de 2025 a las 19:44h

En Va de Libros  traemos hoy divulgación científica con acento andaluz. María del Mar Molina (Granada, 1991), conocida en redes como @lanutricionadora, acaba de publicar su primer libro, Dieta Solar,  en la poderosa editorial HarperCollins. Graduada en Nutrición Humana y Dietética, experta en salud hormonal femenina y creadora del movimiento Ancestro-Moderno, una filosofía de vida que combina ciencia, biología evolutiva y sabiduría tradicional. Además de su licenciatura, posee un triple máster en Geriatría, Pediatría y Nutrición Deportiva y en los últimos diez años ha acompañado a miles de personas a recuperar su salud desde un enfoque integral. Antes que terapeuta fue paciente. Su historia personal de enfermedad y transformación es el origen de una propuesta radical que hoy cuestiona muchos de los pilares de la salud moderna. Pero es, sobre todo, una mente despierta. Nada de sumisión.

Una adolescencia en penumbras

“Vivía encerrada, a oscuras, con migrañas, Síndrome de Ovario Poliquístico, acné, dolor crónico…". Así recuerda Mar su adolescencia. El desajuste hormonal la llevó a ganar 36 kilos en un año. Los médicos le recetaron anticonceptivos, pero aquello no resolvió el problema: lo agravó. “Empecé a cuestionarlo todo. Estudiaba nutrición por mi cuenta, buscaba respuestas que nadie me daba”.

Fue entonces cuando llegó el descubrimiento de los ritmos circadianos. “Comprendí que la luz del sol regula las hormonas. Que el cuerpo necesita dormir de noche, comer con hambre, moverse con sentido. Que la salud no empieza en la comida, sino en la luz que vemos y en el aire que respiramos”. Desde entonces, su vida cambió. Su cuerpo dejó de pelear consigo mismo y su mente encontró claridad. Aquel proceso personal sería el germen de todo lo que vendría después.

El miedo como enfermedad, la biología como verdad

En Dieta Solar, Mar es tajante a la hora de hablar de los efectos del miedo como principal agente patógeno del siglo XXI. “Nos han metido miedo al sol, miedo al ayuno, miedo a la fiebre. Nos desconectan de lo que somos para vendernos soluciones que no necesitamos”, asevera.

A quienes tachan su discurso de pseudocientífico, les responde con calma: “No he venido a despertar a los que están dormidos, sino a acompañar a quienes intuyen que hay otra forma de vivir”. Su propuesta combina la ciencia contemporánea, la biología evolutiva, la antropología y el sentido común.

Para Mar, el problema no es la falta de información, sino el exceso ya que “vivimos en la era de la sobreinformación, que desinforma. Hay que desaprender lo aprendido para volver a escuchar al cuerpo. La salud empieza cuando dejamos de tener miedo”. El miedo, incide, es el mayor disruptor hormonal y energético. “Y no hay suplemento que lo contrarreste si no cambias tu forma de estar en el mundo”.

Mar señala el exceso de información como uno de los problemas de la sociedad actual.
Mar señala el exceso de información como uno de los problemas de la sociedad actual.

Lo que no se puede patentar

La naturaleza no se puede patentar, por eso no interesa”, afirma. “El sol no da dinero. La tierra no da dinero. Y por eso nos alejan de ellas”. Crítica con la big pharma y con buena parte de la medicina institucionalizada, Mar no rechaza la ciencia, pero exige una mirada crítica: “Hay medicamentos que cronifican más que curan. Hay suplementos que no hacen falta. Y hay personas que necesitan recuperar el sentido biológico de la vida”.

En sus consultas trabaja con pacientes que han sufrido abortos tempranos, fatiga crónica, infertilidad o alteraciones tiroideas. Muchos llegan tras años de tratamientos médicos convencionales sin resultados. “No se trata de pastillas. Se trata de descanso, de alimentación real, de luz natural y de movimiento”. Para ella, la revolución está en volver a lo que funciona desde hace milenios. “Cuando se restablece el ritmo circadiano, todo lo demás empieza a ordenarse”. Por eso habla desde su propia vivencia. En su primer embarazo, sufrió una pérdida a las ocho semanas de gestación. “No lo comprendí entonces, pero hoy sé que mis hábitos influyeron. No tenía suficiente progesterona, mi tiroides estaba alterada, y mi cuerpo no estaba preparado”. Explica que muchas mujeres no llegan al tercer mes no por azar, sino por un desequilibrio hormonal no detectado. “Sin luz solar, sin descanso real, sin ritmos estables, alejados del estrés, el cuerpo no puede sostener la vida. Y eso, que me marcó profundamente, es lo que me hizo estudiar aún más la salud femenina desde su raíz”.

La salud, afirma, es imposible sin bienestar emocional y espiritual. “Puedes comer bien y dormir ocho horas, pero si no estás en paz contigo, si actúas desde el ego y no desde tu presencia, las células no responden”. Esa dimensión, dice, es clave. “Somos cuerpo, pero también somos alma. Y se nos ha olvidado”.

La infancia, el aula y el sistema que enferma

Y hablando de vida, surge el tema de nuestros pequeños. Mar denuncia cómo la escuela, lejos de ser un espacio saludable, es a menudo el primer entorno tóxico. “Clases sin ventilación, luces LED desde las ocho de la mañana, pantallas, recreos con bollos industriales y comedores llenos de arroz, pasta y pan blanco”. Todo lo que, según ella, aleja al niño de su biología: “Los niños necesitan sol, tierra, silencio, nutrientes y presencias adultas que sepan acompañar. No necesitan cereales azucarados ni pantallas. Necesitan ventanas abiertas, libros de papel y tiempo al aire libre”. Cree que la transformación real debe empezar ahí: en las escuelas. “Si no reeducamos a los adultos, no hay futuro para los pequeños. La longevidad comienza en el aula”.

También los adolescentes, dice, están siendo víctimas de un modelo que les roba referentes. “Los chavales no diferencian entre amor y sexo, entre vínculo y consumo. Se relacionan desde el vacío porque nadie les ha hablado del alma”. La solución, insiste, pasa por devolver el protagonismo a los vínculos reales y al contacto con la vida. Menudo mensaje.

 "Si no reeducamos a los adultos, no hay futuro para los pequeños", afirma.
"Si no reeducamos a los adultos, no hay futuro para los pequeños", afirma.

De lo ancestral a lo posible

Pero lo que se desprende de la charla con la autora es que no vende milagros. Ni siquiera productos. Propone acciones realistas, aunque revolucionarias. Y, ante la dificultad que tienen los urbanitas por estar tan alejados de la naturaleza, es resolutiva: “Coge una maceta, planta césped y pon tus pies todos los días sobre ella. Desayuna mirando al sol. Apaga el wifi por la noche. Cena pronto. Quita la pantalla y pon un cuaderno”. Habla desde la experiencia: vive como predica. Y no está sola.

En su comunidad online, miles de personas se han unido a este movimiento de regreso a lo esencial. Desde mujeres con SOP hasta familias que educan sin pantallas, pasando por profesionales de la salud que buscan otra forma de ejercer. Su propuesta se ha convertido en un lugar para quienes buscan recuperar la soberanía sobre su salud.

Sobre la alimentación, Mar es clara: “El gluten actual no tiene nada que ver con el de hace siglos. El trigo está modificado, y el cuerpo lo reconoce como agresor”. Propone harinas alternativas —sarraceno, algarroba, coco, almendra— y alimentos vivos, expuestos al sol, con agua estructurada y densidad nutricional. También habla de los suplementos, de su moda y su abuso: “Antes de suplementar, pregunta si tu cuerpo puede absorber eso. El exceso también enferma”. Y lanza una crítica directa a los hospitales, que no a sus profesionales, a los que admira y respeta: “Muchos edificios sanitarios son edificios enfermos. Sin luz solar, llenos de radiación y comida basura. ¿Cómo vamos a sanar así?”.

El mundo que inspira

Aunque su enfoque se basa en la recuperación de lo ancestral, Mar reconoce que existen comunidades y países donde ciertas prácticas aún se conservan hoy en día. Cita las zonas rurales de Noruega, Suecia y Finlandia como ejemplos de respeto a los ritmos circadianos y al uso consciente de la luz. “Allí se vive más en sintonía con el día. En las escuelas y oficinas no se abusa de la luz artificial y se promueve la exposición solar cuando es posible”.

También destaca países como Argentina, Uruguay o Mongolia, donde la alimentación basada en animales, huevos y productos no procesados sigue siendo una tradición familiar. “En Argentina el asado en comunidad no es solo una costumbre, es una forma de vida saludable”, dice. Y en Japón, recuerda, se practica el shinrin-yoku —baños de bosque— para reforzar el sistema inmune. “La conexión con la naturaleza aún se honra allí como medicina preventiva”.

En paralelo, movimientos como el biohacking o el ancestral health en Estados Unidos empiezan a recuperar parte de estos principios desde la ciencia aplicada. “No son modas. Son respuestas a una sociedad que se ha desconectado de su origen biológico”.

Nos tiene que dejar para seguir cuidando a su pequeño Ares, que la demanda, pero deja un último mensaje. “Nos estamos escondiendo del sol y eso nos está enfermando”. La solución no está en un suplemento ni en una píldora milagrosa. “Está en el suelo, en el fuego, en el viento y en la luz. Está en volver a lo que siempre fuimos”. Más, en Dieta Solar.

Sobre el autor

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Ezequiel García Barreda

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