Vicente Soto: El hidalgo de la dinastía Sordera y jonda flamencura.
Al igual que aquel hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flamenco y galgo corredor que inmortalizara Miguel de Cervantes y Saavedra (Alcalá de Henares, 1547 - Madrid, 1616) en una de las obras más importantes de la literatura de todos los tiempos, Vicente Soto Barea Vicente Sordera (Jerez, 1954) es un Quijote que lleva más de medio siglo luchando por engrandecer y enaltecer el arte de lo jondo con su cante.
Lejos queda ya aquel Sotito de Jerez que guitarra en mano comenzaba su andadura profesional junto a José Manuel Ortega Heredia Manzanita (Madrid, 1956 - Alhaurín de la Torre, 2004) en el tablao Los Canasteros de Manuel Ortega Juárez Manolo Caracol (Sevilla, 1909 - Madrid, 1973) — al que considera como uno de los genios del flamenco del siglo XX— o le daba compás con la bajañí a su padre Manuel Soto Monje Sordera de Jerez (Jerez, 1927–2001) en las bulerías por soleá Confiésate compañerita, las bulerías En esta esquina me paro o los tangos Las fatigas del querer en el disco que editara el sello Clave al cantaor jerezano en el año 1972, con motivo del galardón Copa Jerez de Cante Flamenco que le concedía la Cátedra de Flamencología de Jerez y Estudios Folklóricos Andaluces.
Más de medio siglo ha pasado — 55 años concretamente— de sus inicios artísticos, pero a día de hoy sigue con la misma vitalidad e ilusión de quien está recorriendo los primeros metros del difícil sendero del cante flamenco. Reconoce que "todavía tengo para rato", bajo una mirada veterana, pero lamenta con tristeza que en el género musical que actualmente se la referencia cultural más importante que tenga la Marca España en el mundo "los artistas ganan hoy lo mismo que se pagaba hace 30 ó 40 años".
Con 13 discos en solitario, más un sinfín de colaboraciones, Vicente Soto Sordera es uno de los artistas flamencos más importantes del panorama actual del género jondo en su vertiente cantaora. Y más si cabe, en tanto en cuanto su inquietud por la poesía y la literatura le ha llevado a musicalizar a grandes de la generación del 98, a uno y otro lado del charco, o incluso a dedicar una trilogía en la que recoge con sabiduría y savoir faire una recopilación de Jerez, Cádiz y Sevilla como territorios cantaores.
En esta ocasión, conversamos con artista jerezano con motivo de la revisión y reestreno de uno de sus proyectos más importantes y que considera como "la reválida de lo que ha hecho intelectual y literariamente": cantar al Quijote de Miguel de Cervantes. El sábado 22 de junio, dentro del Festival Iberoamericano del Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid, el patio de Santo Tomás de Villanueva de la Universidad Cisneriana de Alcalá de Henares será el espacio escénico donde se presente como un auténtico Quijote Flamenco, que hoy tenemos la oportunidad de conocer en profundidad.

Este proyecto es una reválida de lo que yo he hecho intelectual y literariamente. Esta propuesta se hizo en el 2005-2006 y después de su estreno en Viena recorrimos casi media Europa, aunque no se enteraran en la mayoría de los medios. Eso quiero que lo sepas porque la mayoría están a por uvas y no se han enterado, sobre todo, de esta parte de mi carrera. Ya puedo contarlo porque tengo 70 años y vengo de vuelta de todo. Esto lleva muchísimos años hecho. Hablamos de casi 20 años que lo pusimos en marcha y ahora rescatamos aquel Cervantes, Cantante y Sonante. En España se hizo en el Corral de Comedia de Alcalá de Henares, que es el más importante junto con el de Almagro —datan del Siglo XV y XVI— y ahora rescatamos el espectáculo, pero como estamos en la época que estamos a punto de entrar en el verano, se va a hacer en la Universidad Cisneriana de Alcalá y en vez de hacerlo en un espacio cerrado —el teatro es una bombonera con una acústica magnífica— vamos a hacerlo en un espacio abierto.
Claro. Se vuelve a retomar después de 20 años, además creo que es un espectáculo que es una pena que no se haga.
"Yo no he sacado nunca del flamenco todas las cosas que tengo grabadas de literatura"
Cervantes es la revalida de todo lo que yo he grabado. He grabado a Pessoa y, a partir de ahí, a Valle Inclán, Unamuno, Rubén Darío, Asunción da Silva,... poetas de la otra orilla y poetas españoles de diferentes generaciones.
Siempre he sido una persona inquieta. Como tú sabes, toco la guitarra y siempre he tenido ese sentido de la música que hace falta para dedicarte a esto, pero en el año 81 u 82 se cruza en mi camino un amigo mío y me pone por delante ese mundo, justo en el momento en que dejo de cantar para el baile. Me pasaba cosas, me preguntaba qué me sugerían y yo iba viendo los textos y, poco a poco, entré en este mundo que yo creo que lo único que hace es aportar grandeza al flamenco.
"Si tienes sentido del ritmo y además te sale además de forma natural tienes gran parte del trabajo hecho"
Creo que puedo ser uno de los que más ha cantado literariamente. Lo que pasa que eso no resuena tanto. Por ejemplo, he grabado la primera cantata que se hizo de José Bergamín, en el Teatro Albéniz de Madrid en el 2006. O también el disco del 98, donde están Jim Clown, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Rubén Darío y José Martí, el poeta cubano, porque es un homenaje a las dos orillas de esta generación.

Ahí está más que demostrado. Yo no he sacado nunca del flamenco todas las cosas que tengo grabadas de literatura, ni de estos grandísimos poetas, hasta llegar Cervantes.
Mayte Martín es una de las cantaoras que yo creo que es más honesta y clara. Me quito el sombrero con ella. Me gusta muchísimo. Y además que tiene ese punto de respeto, de distancia y de elegancia a la hora de poder retomar un texto y decir cómo le damos la forma para mejorarlo. Ella lo tiene.
"Quizás sea uno de los cantadores que más guitarristas he sacado y he grabado"
Muchas cosas. Porque como llevo tantos años y siempre he sido y soy muy inquieto y no he parado nunca, hay cosas que están por ahí que yo mismo hay veces que digo ¿y esto? Y aparecen, claro.
Hasta ahora no. Me lo han dicho varios amigos, pero aún no.
Sí, incluso me han dicho de escribir mis memorias, escribir las cosas, pero me veo todavía fuerte y tengo cosas que contar, afortunadamente.
Pues al igual que en las demás ocasiones, la adaptación los textos es mía porque es necesario tener ciertas herramientas. Lo primero es saber cantar, tener buen ritmo, unos conocimientos de cante sólidos y un sentido de armonizar amplio. A partir de ahí, ya puedes enjaretar las piezas.
"Una seguiriya tiene que oler y saber a seguiriya"
En este caso, en este Quijote encontramos quintillas, cuartetas, tercetos… y eso me lo llevo y lo canto por martinete, soleá o bamberas, hasta que hago el auto-retrato y me meto en Lebrija. Lo más importante es tener la formación y la información. Una base sólida porque si no es imposible.

Cuando uno tiene un sentido del ritmo y si te sale además de forma natural, tienes gran parte del trabajo hecho. Aunque todo el mundo no tiene ese secreto y mucho menos la gente que le ha metido mano a ese punto, que lo primero que hacen es cantar esparrabao, que eso en mi idioma es cantar perdido. En cambio, si lo hace un artista que tenga compás y eso cuadra, la cosa cambia bastante.
Ahí tienes nada más su autorretrato, la definición que se hace de él mismo, que te lo puedes llevar al son de Lebrija perfectamente o al son de nosotros y entra perfectamente.
Lo vamos a hacer en más sitios. Se va a mover. Iremos a Valladolid o Palencia, por ejemplo. El flamenco afortunadamente ahora está muchísimo más abierto que antes y estas propuestas resultan interesantes.
"Manolo Caracol ha sido el genio más grande que ha dado el flamenco en el siglo XX"
Vamos con un quinteto. Viene mi hija Lela conmigo, que ella conoce esto bien y hace alguna colaboración. Y llevo dos guitarras nuevas porque a mí me gusta sacar gente y, de hecho, ahí lo demuestra mi carrera y mi discografía. Están como guitarristas todos los que tienen que estar y sobre todo de una época.
Quizás sea uno de los cantaores que más guitarristas he sacado y ha grabado con ellos. Desde lo primero que hice con Manolo Sanlúcar, de ahí para abajo he grabado con todos: Enrique de Melchor, Tomate, Morao, Vicente Amigo, Juan Habichuela, Pepe Habichuela, Gerardo Núñez… he grabado con todos. Y con los más nuevos también, por ejemplo, Manuel Parrilla, Manuel Valencia, Nono Jero... a todos los chavales jóvenes los he ayudado a salir adelante conmigo. En este caso llevo a Vicente Santiago, que toca que quita el sentío, y a Antonio Malena. Hago las cosas con ellos, un pianista que se llama Carlos Rodríguez, que es un gran músico, y una percusión.
"Hay artistas que hoy están cobrando lo que se pagaba hace 30 o 40 años"
El cante no ha evolucionado porque es muy difícil salirse de lo que son las bases y, de hecho, está ahí demostrado. Por eso creo que no ha avanzado y está más estancado. Y más cuando se hace el cante de base y el cante ortodoxo. Hay veces que escuchas un cante por seguiriyas transportado y eso no suena ni huele a seguiriyas como decía Sabicas.
Yo tuve la suerte de conocerle y decía: "Hijo, no sé lo que estás tocando, se han perdido los olores. Que bien toca, se come el niño la guitarra, pero ¿qué estás tocando hijo?". El olor y el aroma del cante tiene que estar ahí. Conste que yo estoy a favor de todo. De las fusiones. De todo. Pero tiene que oler a lo que estás haciendo. Una seguiriya tiene que oler a seguiriya y saber a seguiriya.

Yo fui de los primeros que cantó con Ketama. De los primeros que cantó con un grupo, con mi hermano de vocalista, con mi cuñado Ray Heredia y Antonio Carmona de percusionista. Aquello fue en los años 80 y el grupo se llamaba Ketama. Fíjate tú. Es más, ellos tienen cosas grabadas que son mías. La Pipa de kif es una versión que yo hice de Ramón María de Valle Inclán y la tienen ellos.
Yo empecé en el año 69. Tengo aquí una foto con Manzanita, que era guitarrista conmigo en el cuadro de Los Canasteros y con Diego Carrasco. En el 69 fue cuando yo empiezo a trabajar con Caracol. Y hasta hoy.

Llegué a Madrid en el año 64. Con 9 años para 10.
"Yo fui de los primeros cantaores que cantó con Ketama"
Pues yo todavía estoy por aquí dando lo mío. Desde que tuve 16 años empecé a cantar para bailar y ya no he parado. Tuve la suerte de coger la época de cantarle a grandes como El Güito, Mario Maya, Manolete, La Chunga, Manuela Vargas, hasta llegar a Antonio Gades, con 20 años. Me cogió la época en la que el baile pega un zambombazo muy gordo en los 70 y 80.

Yo salí de los tablaos y el 1 de abril del 73, aparezco en Roma con Antonio Gades, estuve 6 meses con el alicantino, que sabía lo que quería y funcionaba. Escenográficamente tenía una estética... en el teatro era un dios. Y con 20 años él quería que yo llegara con un tercio a un sitio que para mí iba fuera de ritmo y yo no quería hacerlo como él me decía, aunque él tenía su razón y yo tenía la mía. En el espectáculo tenía que aparecer una luz y yo tenía que alargar un tercio hasta que se encendiera y, claro, al alargarlo lo sacaba de compás. Y tuvimos una discusión. De todos modos, para mí, estar con él esos seis meses fue una de las cosas más grandes que me pasó, aunque después me pasó una cosa curiosa. Después de dejar a Gades, me llamó Antonio Ruiz Soler Antonio El Bailarín, que estaba con mi tío Manuel Morao y me citó a las nueve de la mañana en su estudio. Y nada más hacerle una salida y una letra de cantiña, me contrató. Ese mismo año le canté a los dos. A Gades y a Antonio.
Manolo Caracol. Sin duda. Yo lo traté mucho. Creo que ha sido el genio del siglo XX.
Cuando uno habla, siempre sale la guasa que tenía Caracol, pero en su fuero interno le gustaba el ángel y la gracia. Eso si, si tú tenías un defecto como artista te lo decía. Tenía ese punto. Te lo decía y cuando ya te había endiñao, te decía "no te lo he dicho yo para que te enfades", pero te lo había dicho. Y a los dos minutos, te decía "tómate una copita conmigo". Estamos hablando de tener el defecto que tienen los genios, porque para mí ha sido un genio y para todo el que ha tenido la suerte de conocerlo. Había gente buenísima, pero él era aparte. Caracol y los demás, para mí.
En el baile, pues, a mí me ha encantado Mario Maya. Y Antonio Ruiz Soler. Pero yo me quedo con Mario porque tenía otra clase de compás y otro concepto. Ha sido uno de los mejores bailadores que he dado el flamenco. Un fenómeno. Además, te enseñaba hasta a cantar y tocar la guitarra porque sabía.

Pues tengo cositas, sobre todo con esto que te he contado, porque como los festivales se han quedado todos tan mal y te ofrecen dos pesetitas, yo ya no estoy para eso. Ni estoy en la necesidad de pasar fatigas. Entonces, hay muy pocas cosas que a mí me vengan bien, porque no se puede llamar a un artista que lleva toda una vida cantando y tenga una carrera y ofrecerle lo mismo que a quien está empezando ahora. Hay artistas que están cobrando lo que se ganaba hace 30 o 40 años. Vamos para atrás. Una cosa que no tiene sentido. O, por lo menos, yo no le encuentro sentido.
Entonces, como tengo mis cosas apañaditas, hago una cosa o dos cosas al mes y me sobra para estar tranquilo. Además, mi hijo es funcionario y está en Madrid, donde todavía tengo mi casa, y le gusta el flamenco porque lo ha conocido y demás, pero no se dedica a nada de esto. Y como mi hija Lela ya navega sola y le suena la voz que no se puede aguantar y tiene una garganta que es una maravilla y un timbre de voz precioso, me dan también esa tranquilidad.
Somos una familia que ha tratado siempre de sumar buscando el lado positivo de las cosas. Y eso ha quedado en la familia, en la forma de ser también de mi hija Lela o de Maloko, que son los dos que están ahí como herederos, ella más clásica y él más actual o moderno.